Capítulo 41

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—Tres de la mañana. Nada mal para una mujer embarazada y con novio —escucho que dice Sebastián cuando abro la puerta de casa.

Entro sin decir nada y me dirijo a las gradas.

—¿A dónde vas? —pregunta levantándose del sofá.

—Debo descansar —respondo sin detenerme.

—Necesito que hablemos —dice caminando detrás de mi.

—¿Qué quieres hablar? Podemos hablarlo mañana —me suelto el cabello y me quito la chaqueta.

Camino hacia nuestro dormitorio y me adentro al baño para desvestirme y ponerme mi pijama.

—Steph, ya por favor, hablemos —le digo observándola desde el sillón que está en la esquina del dormitorio.

—¿De verdad quieres ser padre? ¿De verdad me amas? —hago las preguntas que le quería hacer ayer por la tarde.

—¿Por qué preguntas eso?

—¿Recuerdas lo que dijiste por la tarde? Me dolió, Sebastián, me hizo preguntarme si lo que dijiste es en serio o qué es lo que sucede —respondo y me pongo la sábana encima. Agarro la almohada y la abrazo volteándome para ver hacia la pared.

—Amor, yo... Ah... Lo que dije iba en serio, no me siento preparado para ser padre, pero puedo intentarlo, debo hacerlo. Mi irresponsabilidad trajo su consecuencia, ¿Pero sabes? Resulta que el bebé es hijo de una mujer a quien amo mucho y haría de todo por estár con ella. Amor, yo te amo, no me he casado contigo porque nunca hay un lugar ni un momento adecuado para eso y todo ha pasado tan rápido que siento que esta no es mi vida, pero sí lo es y... Te amo, Steph —me voltea el rostro con sus manos y luego me acerca a él —. Eres todo lo que tengo y lo que necesito para ser feliz.

"—¿Puedo decirte algo?

Asiento.

—Ssbes que siempre te perseguía. Te mandé cosas al principio y sé que fue muy tonto, pero no puedes negar que te gustó el detalle y...

—Me encantó —lo interrumpo y él prosigue.

—Haciendo eso no pensé que todo sucediera tan rápido. Llegué a la empresa, nos fuimos a Argentina y ahí sucedió todo. Todo fue tan rápido y quiero que comprendas por qué a veces reacciono de una mala manera. Perdóname por lo que dije por la tarde, perdóname por herirte en estos últimos meses, perdóname por no ser tan perfecto a...

—Tú para mi eres perfecto, no importa lo que hayas hecho anteriormente, yo también te amo, Sebastián, y sé que todo sucedió entre nosotros tan rápido que hasta yo me he sorprendido, has estado para mi en todo momento y gracias. Gracias por ser, gracias por estár, gracias por todo, pero yo ahora no me encuentro bien. Aún me duele lo que me dijiste. Será mejor que hablemos después —lo interrumpo.

—Te amo, Stephanie Turner —me dice en el oído.

—Gracias —es lo único que digo y le doy la espalda de nuevo.



Marcela

Mi cabeza. Joder. Me duele demasiado.

Volteo hacia mi izquierda y aquí está Peter.

No, no, no, no, no. No puede ser.

Me observo y tengo mi brasier, mi blumer y falda puestos. Qué alivio.

¡Pero mi blusa no está! Está en el suelo.

—Dios —me levanto de la cama de un golpe y al empezar a caminar me mareo y me apoyo de la mesa que tiene el jarrón haciendo que este caiga al suelo y Peter se levante de golpe para ayudarme.

—¿Te encuentras bien? —me pregunta preocupado.

—Sí, gracias. Voy al baño —me pongo la mano sobre la cabeza y camino hacia el baño.

—De acuerdo. Buen día, Marcela —saluda y correspondo.

Entro y cierro la puerta con seguro. Me observo en el espejo. Mierda. ¿Así me vio Peter? Tengo rímel por todo mi ojo y parecen los ojos de El Guason.

Ugh.

Me desnudo y tomo un baño de agua helada.


Una hora después estamos en el restaurante del hotel desayunando con Lucía.

—¿Le avisaste a los encargados de las tiendas? —pregunto metiendo una fresa a mi boca.

—Sí, me dijeron que estaba bien y que esperarían hasta que tú digas. Creo que sienten miedo que les digas algo o descubras algo —responde.

—¿Descubra qué? ¿Acaso sabes algo que yo no? —la observo fijamente a los ojos, pero está tan tranquila que sólo dice no y se encoge de hombros.

—Mejor —me levanto de la mesa y sin dar las gracias me dirijo hacia el elevador.

Sólo escucho a Lucía preguntar: "¿Qué le sucede?"

*Llamada entrante de Sebastián*

Hasta que contestas. ¿Por qué no respondías ayer? Me tenías preocupado.

—Primero que nada buen día, segundo; ayer no estuve en el hotel porque fui a supervisar las tiendas y no presté atención, perdona —me excuso. Entro a la habitación y me tiro a la cama.

No le puedo decir que anduve de fiesta.

Te escuchas... Mal. ¿Pasó algo con tus tiendas?

—No, nada. O eso creo, mañana hablaré con los supervisores y los contadores.

Perfecto. Oye, Marcela, fíjate que en veinte minutos entro al juzgado por lo que hizo Briana. A ver qué sucede. Necesito tu ayuda con un buen abogado y quizás conozcas algún tipo de hacker o algo así para saber sobre la cuenta que me hackearon.

—Sí, yo te ayudo. Espero todo salga bien. Esa Briana está loca. Pobre de ti.

Sí, sí, ya. Cuídate, eh, que no quiero que nada te pase. Cualquier cosa que necesites no dudes en hablarme. Un beso —se despide y corta la llamada.

Llaman a la puerta y me levanto para abrir.

—¿Podemos hablar? No quiero que malinterpretes lo que viste hoy. De como amanecimos en la misma cama —dice Peter desde la puerta.

Lo invito a pasar y le indico que se siente en el sillón de la esquina.

—No pasó nada por si te lo preguntaste. Estabas sin blusa porque tú te la quitaste. Y... Nada más.

No, iba a decir algo.

—¿Qué más? Dilo —me inclino hacia adelante prestando aún más atención.

—Nada. Ya no pasó nada —responde tan serio que no sé si miente.

—¿Seguro? —pregunto acercándome a dónde él.

—Sí —sube la pierna derecha a la izquierda y mira hacia el barandal.

Me acerco a su oído y digo: —No te creo.

Me regreso al sillón y observo hacia el barandal también.

Al sentir la mirada pesada y dudosa de Peter, regreso mi vista y me le quedó mirando.

Estás mintiendo, Peter. Vamos, dilo.

Mientras me ve se acerca más y cuando me doy cuenta me está besando. Con una mano apoyada en mi mejilla y la otra sobre su rodilla.

Se aparta un poco y roza sus labios con los míos. Nuestra respiración choca, luego se aparta más y se levanta para salir de la habitación.

¿Pero qué ha pasado aquí? Ni siquiera me respondió. O pueda que... Nos besamos ayer. Eso pudo ser.

¿Estoy soñando?

Confusos Sentimientos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora