—Con esto terminamos la clase de hoy. Recuerden que el lunes deben tener los equipos formados —informa el profesor de la primera materia que he tomado en este colegio—. Señorita Stockley, ayude a la nueva estudiante a ponerse al corriente, por favor.
—Por supuesto —responde una chica rubia no muy alta que ocupa uno de los lugares del frente.
Termino de guardar mis cosas y espero en mi lugar a que llegue la joven que probablemente es la jefa del grupo.
—Hola —saludo, estrechando su mano y besando su mejilla.
—¿Qué tal? Me llamo Astrid.
—Natalia, un gusto.
Ella sonríe.
—El director ya me ha puesto al tanto y tenemos el mismo periodo, así que deberíamos apresurarnos para alcanzar un buen lugar en la otra aula.
Asiento mientras tomo mi mochila—. Claro.
Salimos pronto del amplio salón para hundirnos en el mar de estudiantes que fluye con tranquilidad por los pasillos.
—Dame tu número —pide, ofreciéndome su celular.
Tomo el dispositivo y comienzo a presionar los dígitos correspondientes a mi número telefónico.
Guardo mi contacto de inmediato, aunque espero hasta llegar al aula para devolver el teléfono.
—Aquí tienes —digo en cuanto terminamos de acomodar nuestras cosas en probablemente los mejores asientos de la habitación aún vacía.
—Genial. —Revisa que todo esté en orden antes colocar su celular sobre la mesa frente a nosotras y sacar una libreta mediana de su mochila—. Anoté todos los temas que vimos de cada materia y coloqué en esta lista los correos de los docentes por si deseas contactarte con ellos directamente. Más tarde te mandaré todos los apuntes —concluye, dándome la hoja que acaba de arrancar con cuidado de su ordenada libreta.
Tomo el trozo de papel entre mis dedos y comienzo a leerlo.
—Vaya, eres muy atenta. Muchas gracias.
Ella sonríe con algo de timidez.
—No hay de qué. Espero no te moleste si aún te acompaño durante el resto de la semana, puedo darte muchos consejos respecto a la carrera.
—No, por favor. Necesito toda la ayuda posible.
Ambas reímos.
El salón se llena de estudiantes sin que nos diéramos cuenta.
La siguiente clase comienza tan sólo minutos después.
Aunque Astrid parece enfocarse demasiado en la escuela, tiene un gran sentido del humor y su personalidad hace las horas sean bastante entretenidas.
Suspiro en cuanto el profesor de la última asignatura se despide.
—¿Qué pasa? —pregunta mi nueva amiga con preocupación.
—Nada, sólo que hay demasiadas tareas —respondo sin muchos ánimos.
Ella hace una ligera mueca de disgusto y, después de pensar unos segundos, dice—: Podría ayudarte diario desde mañana; o sólo el fin de semana, o sólo el sábado...
—Entre más horas mejor —le interrumpo con una sonrisa.
Astrid sonríe de vuelta.
Guardamos nuestras cosas tan rápido como podemos al darnos cuenta de que el grupo siguiente ya ha comenzado a entrar al salón.
Salimos al pasillo tan apresuradamente que la presencia de un chico a un costado de la puerta nos toma por sorpresa.
—¡Astrid! —exclama, haciendo que las dos saltemos del susto.
—¡Dios mío, Matt! —exclama ella con una mano sobre su pecho, golpeando delicadamente al joven en el brazo—. Un día de estos nos vas a matar.
Sacudo la cabeza y trago saliva.
No me toma mucho tiempo inferir que este tal Matt tiene una relación cercana con Stockley, puesto que le ofrece un par de tulipanes.
—Lo siento, linda —se disculpa, dándole las flores y besando su frente.
Aclaro la garganta, llamando la atención de la chica.
—Ah, disculpa. —Coloca un mechón de su cabello por detrás de su oreja y retrocede un paso con pena—. Él es Matthew Sanders, el amor de mi vida.
Si bien no esperaría que el alma gemela de Astrid fuera alguien como Matt, no puedo cuestionar al destino; se ven lindos juntos.
—Un gusto, me llamo Natalia. —Me presento, estrechando la gruesa mano del joven musculoso.
—Mucho gusto —dice con una sonrisa—. Eres la chica nueva, ¿cierto?
—Así es —afirmo con seguridad—. ¿Tienes algún consejo para mí?
Él se encoge de hombros y recorre la cintura de su novia con su brazo mientras piensa qué responder—. Sólo no te metas en problemas e intenta no llamar la atención.
—Anotado.
—¡NAT! —Escucho a alguien gritar a la lejanía.
Miro sobre el hombro de Sanders y logro identificar a Amelia de entre el resto de las personas.
—Disculpen, debo irme. Nos mantenemos en contacto, Astrid —digo con media sonrisa en el rostro.
—Claro, que te vaya bien.
Me despido de ellos antes de interceptar a Patterson.
—Encontrarte resultó más difícil de lo que pensé —confiesa Amelia mientras busca algo dentro de su mochila.
—Ten por seguro que no me he estado escondiendo —digo con burla, recargando mi peso en mi pie derecho y esperando con paciencia a la siguiente acción de la chica—. Te ves bien hoy, por cierto. Tu look es mucho menos sangriento.
Ella pone los ojos en blanco, pero continúa su tarea y al fin saca aquello que le ocupaba.
—Muchísimas gracias, Nat. —Ofrece la gabardina que le presté ayer por la tarde.
—Wow. —Es lo único que puedo decir a primera instancia—. Gracias a ti por devolverla tan rápido.
Tomo el objeto y lo extiendo para asegurarme de que el olor no miente; la ha lavado y ha quedado como nueva.
—Es lo menos que podía hacer —replica, agachando la mirada.
Sonrío—. Oye, ¿crees que tengamos alguna hora libre en común?
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Soulmate | Zacky V ✔️
Teen FictionSe supone que conocemos a nuestra alma gemela cuando el contador en nuestro antebrazo llega a cero. Para mi infortunio, el mío ha alcanzado esa cifra y nunca encontré al dichoso "amor de mi vida", así que supuse que jamás lo encontraría. He mantenid...