XVIII

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Estiro mis brazos hacia enfrente en cuanto despierto.

Abro los ojos en señal de sorpresa y miedo al sentir que mis dedos han chocado ligeramente contra algo cálido. Mis demás sentidos no tardan en encenderse en cuanto una alarma suena en mi cabeza.

Recuerdo que Zacky se quedó dormido anoche tras ver una película y no quise despertarlo, así que me di la vuelta y me dormí, esperando a que él apagara el televisor y se fuera a su habitación cuando despertara. Sin embargo, parece que él no despertó después de eso.

A pesar de que su rostro está a centímetros del mío, no hago algo por alejarme hasta que termino de procesar lo que ocurre. Seguramente ya se nos hizo tarde para ir al colegio.

—Sé que soy una obra de arte pero, ¿podrías dejar de mirarme y volver a dormir? —dice mi acompañante a penas separando los labios.

Pongo los ojos en blanco antes de tomar la almohada en la que descansaba mi cabeza—. Se nos ha hecho tarde.

Me levanto rápidamente en búsqueda de mi celular en la mesa de noche a un costado de la cama. Son casi las nueve y tengo un par de llamadas perdidas de Astrid. Contesto a su último mensaje diciéndole que se me hizo tarde y asegurándole que estoy bien. Después, regreso mi atención al hombre que a penas va despertando.

—Toma un baño, iré por ropa limpia a tu casa —dice aún adormilado después de frotar su rostro con ambas manos.

—¿No te arreglarás?

Él niega con la cabeza—. Entro hasta la una de la tarde. Anda, si nos apuramos llegarás a tu segunda clase.

Asiento sin pensarlo ni un segundo más. Después de darle a Baker un par de indicaciones, entro al baño de la habitación.

Justo cuando estoy por terminar de ducharme, Zacky golpea la puerta un par de veces con su puño.

—Te dejo lo que necesites en la cama.

—¡Gracias!

Espero hasta asegurarme de que se ha ido antes de salir de la regadera. Me visto rápidamente y alisto todo para asistir al último día de clases de la semana.

—¿No olvidas algo? —pregunta Zacky en cuanto subimos a su camioneta.

—No —respondo sin pensar en ello en realidad.

—¿Segura? —Arquea una ceja, acercándose un poco a mí.

Lo miro con desconcierto tras abrochar mi cinturón de seguridad. Ayer ni si quiera bajé mis cosas del vehículo, ¿qué rayos podría estar olvidando?

—Sí... —murmuro, inclinando mi cabeza hacia un costado. Me encuentro recapitulando todo lo ocurrido ayer hasta que la sonrisa burlona en el rostro de Baker desvanece mi confusión.

—Ten. Te guardé algo de lasaña para el desayuno.

Acepto el recipiente con comida y agradezco el detalle mientras mi acompañante enciende el motor. Afortunadamente, llego a tiempo para tomar la segunda asignatura del día.

Logro entrar minutos antes que el profesor. Astrid me ha apartado mi lugar, por lo que puedo ponerme cómoda al frente de la clase.

—Lo siento —susurro después de saludar a mi amiga. Stockley suele preocuparse demasiado, así que me siento algo culpable por no haber podido responder a sus mensajes más temprano.

—No hay problema —asegura con una sonrisa, ofreciendo los apuntes del tema que me perdí.

Le agradezco las veces que puedo antes de que la clase inicie.

No puedo creer que no haya escuchado la maldita alarma.
Tampoco puedo creer que haya dormido con Zacky. Me pregunto qué tanto vino tomamos como para haber caído en un sueño tan profundo anoche.

—¿Estás segura de que no ocurrió algo malo? —cuestiona Astrid en cuanto la mayoría de nuestros compañeros han salido del aula.

Sacudo la cabeza. A penas logré concentrarme en la explicación del maestro y creo que fue evidente.
—Sí, sólo no pude dormir temprano anoche y hoy no escuché mi alarma —respondo mientras termino de guardar mis cosas en mi mochila.

—Está bien. No te perdiste de mucho, en realidad —comenta ella con una sonrisa.

Salimos del salón y nos dirigimos a la cafetería. Mi celular suena justo después de sentarnos a la mesa con Amelia y sus amigas. Es un mensaje de Zacky avisando que no podrá llevarme a casa después del colegio y que dejará las llaves de la camioneta en mi casillero.

Respondo de inmediato, agradeciéndole una vez más por traerme rápido por la mañana, dándole la contraseña de mi locker y asegurándole que no tengo problema con irme sola desde la escuela.

Una vez que mi teléfono se encuentra de nuevo en el bolsillo de la chamarra que Baker eligió. Les aviso a mis amigas que quiero calentar mi comida antes de levantarme. Astrid se ofrece a acompañarme, pero insisto en que vaya a comprar su almuerzo.

No es hasta que llego a donde está el horno de microondas que me doy cuenta del error que cometí al venir sola.

—¡Natalie! —exclama alguien a mi derecha, haciendo que me sienta extremadamente incómoda. No es sólo el sobrenombre lo que encuentro molesto, sino, también, el tono de su voz.

—¿Qué quieres, Camille? —pregunto sin apartar la mirada del contador del electrodoméstico frente a mí.

—Sólo me preguntaba dónde habías dejado el ramo de flores que te trajo Baker hace un momento.

Frunzo el ceño. Sin embargo, tengo muchos motivos para no creer ciegamente en sus palabras—. Debió dejarlo en mi casillero. Tenía tanta hambre que no revisé.

Ella ríe entre dientes—. Sí, seguramente no tiene nada que ver con alguna otra chica.

Quiero simplemente ignorarla, pero no puedo hacerlo. Detengo el contador antes de que llegue a cero. Con la poca paciencia que me queda, saco el recipiente con lasaña.

—Deja de proyectar tu envidia —digo al voltear a verla, dedicándole una forzada sonrisa—.
Si me disculpas, quiero comer del delicioso almuerzo que mi alma gemela preparó para mí.

Sin más, me doy la vuelta y regreso con mis amigas. Mentiría si dijera que no tengo ganas de salir corriendo a mi casillero en búsqueda del dichoso ramo de flores. Sin embargo, no le daré el gusto a Camille de verme en desesperación.

Como con la mayor tranquilidad del mundo, esperando a que mis amigas terminen también su almuerzo para salir de la cafetería.

—¿Qué harás después de clase? —pregunta Amelia mientras caminamos hacia mi locker.

Me encojo de hombros—. No tengo planes.

—¡Excelente! Vendrán a casa de Brooke a una noche de chicas —responde con alegría, invitándonos a Astrid y a mí.

Es la primera vez que veo a Stockley tan entusiasmada con un plan que no involucra a Matthew. Desafortunadamente, no puedo compartir esa emoción por mucho tiempo.

Al abrir mi casillero encuentro sólo las llaves de la camioneta.
No hay flores.
No hay alguna nota.

Siento un vuelco en el estómago mientras guardo las llaves e intercambio algunas de mis libretas para la próxima asignatura del día.

Niego con la cabeza, recordando quién fue la que mencionó las tontas flores.
No sé por qué se empeña tanto en molestarme, pero de algo estoy segura: Camille es una maldita mentirosa.

Soulmate | Zacky V ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora