« Debes creer tu propia mentira para que alguien más lo haga. »¿A caso cree que con eso me va a convencer de seguirle por completo el juego?
No.
Estúpido Zacky.
—¿Natalia? —pregunta Brian con sorpresa, sacándome de mis pensamientos—. No pensé verte por aquí después de que me hayas botado por mi gran amigo Baker.
Pongo los ojos en blanco mientras me levanto de la incómoda silla. Justo cuando Haner ha despedido a su último cliente de hoy, me ha encontrado soñando despierta en su pequeña sala de espera.
—No te boté por él —argumento, deseando no pensar en Zachary para mantenerme firme—. Además, te debía una cena, ¿lo olvidas?
Mi acompañante sonríe ampliamente antes de abrazarme con cariño—. Acepto tu disculpa, Clarke.
Niego con la cabeza, pero no peleo más; aún no encuentro la forma de ganarle.
Salimos tranquilamente del establecimiento en cuanto él ha terminado de cerrarlo con llave. Aunque el cielo nublado nos recibe en cuanto llegamos a la calle, me encuentro con la sorpresa de que mi viejo mejor amigo ya tiene coche. Sin desperdiciar mucho tiempo, subimos al vehículo.
Hablamos de temas aleatorios y divertidos durante el trayecto al restaurante que Brian ha elegido. Llegamos en tan sólo minutos. Mientras él estaciona el coche, le respondo un mensaje a Astrid respecto a la tarea que tenemos para el lunes.
Una vez que el coche se ha detenido, bajamos de él y nos dirigimos hacia el concurrido edificio de paredes exteriores rojas.
—Jamás terminaré por comprender tu amor por la comida Tailandesa —comento justo cuando nos sentamos a la mesa que se nos ha asignado.
Arruga la nariz, acomodándose en tu silla para abrir el menú—. Que a ti te guste lo básico como la comida italiana no es mi problema.
Río ante tus palabras. Aunque quisiera defender a la comida italiana, decido quedarme en silencio para no hacerlo enojar más.
Le escucho pedir lo de siempre en cuanto llega el mesero. Yo, por otro lado, me tomo mi tiempo para elegir el platillo que comeré—. Pad Thai —digo con firmeza, cerrando el menú y colocándolo sobre la mesa. A Brian parece no agradarle mi selección en lo absoluto, puesto que pone los ojos en blanco antes de cruzar los brazos y recargarse sin ganas en el respaldo de la silla—. ¿Qué? —reclamo, acomodándome en mi asiento.
—Pediste el plato más popular y básico —insiste en tono de burla.
Lo miro como si su comentario no me hubiera echo gracia.
—¿Quién va a comer el Pad Thai, eh?
Haner ríe fuertemente antes de volverse a sentar erguido—. Zacky también ama la comida italiana, ¿sabes? —agrega de la nada, haciendo que casi me ahogue con el sorbo de agua que he bebido.
Toso un par de veces, pero logro disimular mi repentino pánico—. ¿Y qué hay con eso? —pregunto, secando mis húmedos labios con la servilleta que descansaba sobre mis muslos.
Él bufa. Aunque parece que quiere decir algo más al respecto, opta por cambiar de tema.
Afortunadamente, el nombre de Baker no aparece en alguna conversación posterior. De pronto, es como si fuéramos otra vez los adolescentes de secundaria hablando y haciendo bobadas.
Ese maravilloso tiempo, sin embargo, llega a su fin. A pesar de que desearía pasar el resto de la noche, acepto cuando Brian ofrece llevarme a casa. Nos despedimos cálidamente y prometernos salir al menos una vez a la semana.
Escucho el motor de su vehículo encenderse en cuanto cierro la puerta de mi casa. Como mi familia sabía que saldría con Haner, no hay un millón de preguntas por responder cuando llego a casa; únicamente silencio.
Suspiro profundamente mientras me quito mis zapatos para subir las escaleras sin perturbar el ambiente con el sonido de los tacones. Al llegar arriba, me asomo en el primer cuarto a mi izquierda para avisar en un susurro que he llegado. Después, continúo caminando por el pasillo hasta encerrarme en mi habitación.
Sonrío ampliamente. Aunque me la paso bien con mis amigas en el colegio, estar un rato con Brian me ha entretenido demasiado.
Doy la vuelta hacia mi cama, pensando en simplemente dejarme caer sobre las cobijas y cerrar mis ojos. Sin embargo, una mediana caja negra con un moño plateado impide que lo haga.
Considero regresar al cuarto de mis padres y preguntarles si saben algo del regalo, pero opto por quedarme puesto que ellos estaban casi dormidos cuando fui a avisar mi llegada.
Aprieto los labios y tomo la caja entre mis manos para sentarme sobre la cama. Retiro la tapa tras dejar el objeto en mi regazo, revelando un hermoso vestido turquesa con encaje. Extiendo la prenda frente a mí, tratando de averiguar no sólo quién lo ha dejado aquí, sino también cómo es que supo mi talla.
Dejo el vestido junto a mí, regresando mi atención al interior de la caja para descubrir un sobre color negro.
Pienso de inmediato que ha sido Zacky quien ha hecho el regalo. No obstante, me apresuro a leer la carta que acompaña al vestido para estar completamente segura.
"A mi alma gemela,
Desafortunadamente, debo hacer un viaje de una semana. Te he dejado un par de regalos para que no extrañes mi presencia. Quisiera haberte podido traer conmigo, pero sé que la escuela es bastante importante para ti. Si algo sucede con Camille —o con alguna otra persona—, házmelo saber de inmediato.
Por siempre tuyo,
Zachary James Baker"Ese hombre ha logrado llevarme en una montaña rusa de emociones con un simple párrafo. ¿Por qué no me lo dijo antes?
Pensé que estaría feliz de no tener que verlo por un tiempo. Sin embargo, siento como si tuviera un vacío en el pecho.
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Soulmate | Zacky V ✔️
Teen FictionSe supone que conocemos a nuestra alma gemela cuando el contador en nuestro antebrazo llega a cero. Para mi infortunio, el mío ha alcanzado esa cifra y nunca encontré al dichoso "amor de mi vida", así que supuse que jamás lo encontraría. He mantenid...