Aunque el parque de diversiones al que me trajo Baker es conocido y relativamente cercano, hacía mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí.
Pasamos horas yendo de un lado a otro y, como lo esperaba, Matthew y Astrid se distanciaron un poco del resto al quedarse en los juegos con cientos de peluches en los aparadores.
Estoy agotada, pero Brian y Amelia quieren seguir subiéndose a juegos. Estamos por hacer fila para una atracción a la que ya nos hemos subido cuando Zacky toma mi mano y hace que me detenga en seco.
Debió ver mi rostro de cansancio, porque no duda en preguntar si estoy bien.
Asiento con la cabeza rápidamente, notando que le estorbamos un poco a la gente que va llegando. Sin embargo, él insiste—: Podemos esperar aquí si no quieres subir.
La preocupación en sus ojos me hace reconsiderar su pregunta inicial. No, no estoy bien; estoy cansada. No puedo creer cómo mis amigos aún tienen energía para subirse a juegos mecánicos.
—Está bien —respondo, despidiéndome de Brian y Amelia antes de alejarnos de ahí.
—¿Quieres algo de comer? —cuestiona Baker mientras caminamos hacia una banca para esperar a los aventureros—. Puedo ir por un helado o algo así.
Niego con la cabeza. A pesar de que el helado no suena mal, prefiero contar con la compañía de mi "alma gemela".
—No, gracias.
—¿Segura? Podemos ir a ganar más peluches que esos ñoños de Matt y Astrid —insiste con algo de entusiasmo.
Su idea me hace sonreír porque es bastante infantil y puedo ver perfectamente a Zacky cargando decenas de peluches sólo para molestar a mis amigos.
—No son ñoños —comento mientras me siento en la fría banca, esperando que deje de proponer ideas que me obliguen a pararme de nuevo.
—Lo siento —replica al sentarse junto a mí—. Pero debes admitir que son la pareja más cliché que existe.
Suspiro profundamente. Odio que tenga razón.
—¿Y qué con eso? Es su vida. Además, tú también eres algo cliché.
Él pone los ojos en blanco—. Si no te gusta puedo dejar de regalarte cosas.
—Me gustan los regalos, pero no son necesarios. —Zacky entrecierra los ojos, dudando de mis palabras. Es por esto que encuentro necesario rectificar—: De verdad, no tienes que darme anillos o cosas caras, yo...
—No te creo —me interrumpe, aún con la mirada fija en mis pupilas.
Su respuesta me toma por sorpresa. No sé por qué mi acompañante lo ha interpretado de esa forma, pero estoy siendo completamente honesta.
—¿Por qué? —replico algo a la defensiva, intentando descifrar si esto es sólo un intento más de Baker por molestarme.
—Parte del acuerdo fue que te daría justo lo que mencionaste a cambio de aparentar una relación. Así que no es verdad el que estés conmigo por gusto.
El silencio reina en cuanto su voz calla, haciendo que el aire se sienta más denso alrededor de nosotros.
Es cierto; le pedí joyas y dinero a cambio de aceptar ser su alma gemela. Con el tiempo he desarrollado algo de apreciación hacia él. Después de todo, siempre se preocupa por mí y, aunque a veces me hace enojar, siempre me ha tratado bien.
Sin embargo, no sé si debería aceptar que me agrada el lado lindo de Zacky.
Afortunadamente, Amelia me saca de tal predicamento al interrumpir el silencio entre nosotros.
—Deberíamos buscar a los tórtolos antes de que oscurezca —grita desde la lejanía.
Pareciera que el cansancio ha abandonado mi cuerpo por la rapidez con la que camino hacia ella y Brian. Zacky se tarda un poco en acercarse, pero mi amiga ha interpretado cada palabra expresada por mi lenguaje corporal y decide adelantarse conmigo.
—¿Qué pasó? —pregunta ya que nos hemos alejado un poco.
Sonrío en un intento por aparentar que todo está bien entre Baker y yo—. Nada, es sólo que estoy algo preocupada por la semana de exámenes.
Mi amiga bufa, tragándose la mentira sin mayor cuestionamiento—. Sé que te irá bien, Nat. Anda, encontremos a Astrid y vayamos a descansar, te ves muerta.
—Gracias, Am —digo con ironía, apresurando un poco el paso para poder llegar lo antes posible a casa.
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Soulmate | Zacky V ✔️
Teen FictionSe supone que conocemos a nuestra alma gemela cuando el contador en nuestro antebrazo llega a cero. Para mi infortunio, el mío ha alcanzado esa cifra y nunca encontré al dichoso "amor de mi vida", así que supuse que jamás lo encontraría. He mantenid...