Capítulo 2

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"Hay que proteger al heredero"

Desperté como todos los días al amanecer a correr por los jardines y el laberinto detrás de la Gran Casa. Marlo, mi primo había hecho un récord de un mínimo de tiempo de veinte minutos; yo ansiaba superar esa marca. En sí, soy más veloz que él corriendo obviamente, pero no muy bueno memorizando el camino. Lo que tengo en físico me falta en intelecto, siempre me lo dice Isdira, una de mis primas. La más querida.

A pesar de lo que aparento con mis mayores y los de las demás familias, yo soy muy relajado con el tema de la formalidad y el protocolo a tomar. Después de todo, sólo tengo quince años y estoy próximo a cumplir los dieciséis. Me pregunto si me permitirán armar una pequeña reunión para celebrarlo. Después río ante esa ocurrencia tan absurda; mis únicos invitados serían mi familia y las restante once; lo cuál la haría muy aburrida.

Salgo del laberinto con una marca de 21m45seg. ¡Rayos! No puedo evitar gruñir. Aún no logro superar la estúpida marca de Marlo. ¿Cómo carajo le hará para memorizarlo todo tan rápido? Cuando salgo al jardín, veo a mi abuela sentada en la fuente de agua en el centro.

-Buenos días, Gran madre-me inclino con respeto, reverenciándola-Te levantaste temprano, abuela.

Cuando ella me mira, puedo notarlo. Está lúcida, me reconoce y sonríe. Oh, cuánto la extrañaba.

-Mi niño, mi alfa, mi líder- intenta inclinarse, pero la detengo. Su edad ya no le permite hacer eso-Eres tan lindo con esta pobre vieja.

Mi mirada se llena de ternura, mientras me siento a su lado y tomo una de sus manos. En estos últimos años he sabido valorar y apreciar cada uno de los segundos a su lado. Aunque la enfermedad y la demencia atacan con llevársela de mi lado, son estos pequeños momentos de lúcidez suya lo que me hace creer que ella es una mujer fuerte y puede resistir unos cuántos años más.
Hasta que tomé el poder, quiero creer.

-Gran madre no se diga así. Sus años son sabiduría y experiencia de la cuál yo me quiero deleitar por mucho, muchísimo más tiempo-la abrazo.

Cuando yo era un niño, la relación con mis abuelos era muy fría, con mi padre también. Pero después de mi muestra de resultados, todo ha cambiado. Me convertí en el consentido de toda la familia, en el elegido. Ha sido una enorme carga que sobrellevar, ya que se me ha exigido sobresalir en todo lo que he intentado y no decepcionarlos, pero todo, absolutamente todo ha valido la pena. Soy el orgullo de mis abuelos y padres, y sé que en mi futuro viene algo grande y deberé estar a la altura para aceptarlo.

-Emilio-me llama con voz dulce-Mi niño, mi alfa, mi señorito-le sonrío-Ya estoy vieja y la memoria me falla, pero déjame decirte esto antes de que mi breve momento de lucidez se vaya ...

No, no, no abuelita. Aún no, quiero seguir hablando contigo un poco más. Te extraño mucho, quiero seguir escuchando tu voz, tus halagos y tus historias.

-El sueño que tuve hace años, en el que el Gran lobo me revelaba ...

¡Oh no! Otra vez, no ...

-¡Abuela, no!- entro en pánico y no se me ocurre otra cosa que abrazarla con fuerza para evitar que siga hablando-Recuerda la historia, tú conoces la historia, no puedes revelarme nada.

En los últimos meses mi abuela había estado intentando revelarme el secreto de ese aviso sueño y yo siempre tenía que detenerla. Es irónico, ya que de niño siempre le rogaba para que me dijera lo que el Gran lobo había predicho de mi futuro y ella se negaba recordándome lo que decía la historia acerca de eso.

-¡Conozco la historia, yo te la enseñé!- se quejó golpeándome suavemente la cabeza.

Cada día su lucidez es más lejana. Lo sé, porque ella nunca en su sano juicio se hubiera atrevido a pegarme; y no, no lo digo sólo por ser el heredero, ni el elegido, sino porque yo soy su nieto más querido.

No es fácil Emiliaco/OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora