Capítulo 13

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"Encuentro en el coche"

Noto como mis nudillos empiezan a sangrar, pero no me importa. Sigo golpeando el saco metálico hasta que por fin logró hacerle un agujero. Con este van doce. Hice el doble de mi rutina ordinaria. Voy hasta la mesita a un costado de la oscura y húmeda habitación para tomar de ahí unas vendas y envolverme las muñecas. Bebo un poco de agua y me siento en el frío piso del lugar. Empiezo la regeneración de mis manos para poder retomar mi entrenamiento cuánto antes y espero. Desde que llegué aquí no he podido parar. No quiero parar. La imagen del rostro contraído y herido de Joaquín, acompañado por sus lágrimas me persiguen cada que cierro los ojos. ¿Por qué tuve que ser tan grosero con él? Intenté volver para solucionar las cosas, pero lo único que pude hacer fue tomarlo a la fuerza y besarlo de una manera tan salvaje. Soy un imbécil.

La curación de mis heridas no tarda nada. Decido tomar otro saco de boxeo metálico para seguir golpeando. Necesito seguir golpeando algo. Retiro el anterior y cuelgo de las cadenas al nuevo. Cuando termino, estoy dispuesto a dar otro golpe aún con las vendas puestas hasta que una voz conocida me detiene.

-¿Quieres seguirte rompiendo las manos? Yo digo que mejor la lengua. Digo, porque aparentemente no la sabes usar para nada bien-comenta Umberto en tono despreocupado desde las sombras.

Sabía que esto pasaría.  Tarde o temprano el vendría y me tocaría enfrentarlo. Suspiro y me volteo para buscarlo con la mirada. Él sale de entre las sombras, sin camisa al igual que yo y con las mismas vendas envueltas entre los puños. Está más que claro que ahora va entrenar conmigo y de seguro se encargará de hacerme pagar todas las lágrimas que le hice derramar a su hijo.

-¿Tiene algo que decir, joven heredero?

Yo rodeo los ojos con una sonrisa sardónica.

-Seguro que una disculpa no arregla nada. Quizás si me das unas cuántas patadas, te sientas mejor.

-Claro que no, heredero-contesta muy seguro-Yo sólo vine a entrenarlo, no a golpearlo. Estoy seguro que mi hijo será el que lo haga pagar-sonríe maliciosamente.

Fruncí el ceño.

-Joaquín es muy resentido-continúa-  Y ni hablemos de su loba, Kristy-sonrió burlonamente-¿Qué cree que le espera a su regreso?

Tragué saliva. No había pensado en eso, o más bien, no había querido pensarlo. Joaco de seguro estará enfadado. ¿Y si ya no quiere verme? ¿Y si me odia? Ambas ideas son aterradoras.

- Pero como buen padre que soy, debo decirle ...-se acerca peligrosamente a mí y estampa el primer puño en mi mandíbula-¡Nadie lastima a mi cachorro, ni siquiera usted!

Su golpe es de tal magnitud que me tira lejos, haciéndome volar y estrellar contra la dura pared. Escucho los huesos de mi espalda crujir y por un segundo se me dificulta respirar. Cuando me recupero, me acerco y me pongo en posición de pelea. Siento como sale sangre de mi boca y la mandíbula se siente floja.

-Puede desquitarse lo que quiera-le digo como puedo.

-Gracias, eso haré.

Comenzamos una pelea que se supone que es de entrenamiento, pero que ambos sabemos que es algún tipo de venganza o desquite. Umberto está furioso y trata de hacerme pagar con dolor físico el dolor de Joaquín, su hijo. Admiro a este hombre, tiene un amor, coraje y sentido de protección hacia su familia que me deja sin habla. Si yo hubiera tenido la mitad de su determinación, tal vez cinco miembros de mi familia no estarían muertos. Aunque todo eso estaba escrito, me recuerdo.
Umberto saca sus ojos y colmillos. Lo imito y la pelea se convierte en un verdadero combate de dos alfas por un omega, claro que en otro tipo de sentido. Gruñidos, rasguños, heridas sangrientas, en eso nos convertimos. Mi lobo quiere retorcerle el pescuezo al lobo de Umberto, pero yo lo detengo de demostrar su máxima capacidad. No podemos lastimar al papá de Joaquín,  le repito. Aparte, tiene todo el derecho de hacerme pagar por lo que le hice a su hijo.
En un momento, es él quién está
encima de mí apretando mi garganta.

No es fácil Emiliaco/OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora