Capítulo 40

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"Batalla Final"

Niurka me abraza cuando le comunico la noticia. Está visiblemente emocionada y no para de derramar lágrimas.

-Joaquín, le haz dado la mejor noticia que se le puede dar a una Gran Madre en tiempos caóticos-susurra con su voz entrecortada en mi oído. Acaricia mi mejilla con suavidad y puedo identificar el brillo de la esperanza en sus ojos-¡Son dos!-exclama y acaricia con dulzura mi vientre ligeramente abultado-¡Tengo dos nietos! ¡Dos herederos, dos miembros de la familia principal! El futuro de las familias predominantes está asegurado con estos niños-sonríe radiante-El primogénito heredará claramente el liderazgo de la primer familia, el otro puede quedarse con el de la segunda. Así iniciaremos con dos familias y las futuras generaciones se encargarán de completar las demás-comienza a parlotear sobre el destino de niños que no son suyos.

Frunzo el ceño, pero decido ignorarla. No quiero contradecirla, ni tampoco argumentar nada. Una parte de mi consciencia y corazón me dicen que Emilio está vivo, de camino a donde estoy, donde nos reuniremos pronto. Me pregunto cómo tomará la noticia de que llevo en mi vientre a dos hijos suyos.

¡Qué buena puntería! Le diría y él reiría. Porque mi marido tiene la risa más hermosa y melódica del mundo.

Cerca de la medianoche, mientras me encuentro durmiendo en uno de los dormitorios, internado en las instalaciones de la academia tengo un extraño sueño. Me despierto sobresaltado y con el corazón desbocado. ¿Qué fue eso? Estoy seguro que fue una pesadilla, pero ... ¿De qué trataba? No lo recuerdo, pero me rehuso a olvidarlo. Hago un esfuerzo.

Las imágenes y las voces empiezan a llegar de a poco a mi cabeza.

Estoy en medio del jardín principal, a las afueras de la Gran Casa. Es el día de mi boda, lo puedo descifrar por la decoración del lugar y mi traje blanco de ceremonia. Una sonrisa de ilusión se apodera de mis labios, pero la borro instantáneamente. No veo a nadie más, a ningún otro invitado u tan siquiera al mismo novio. Busco a Emilio con la mirada, pero no logro encontrarlo.

Estoy completamente solo.

Comienzo a caminar en busca de alguien, quién sea y me dirijo a un lugar en específico. Veo dos bultos tirados en el césped. Parecen maniquíes vestidos con traje de galas que me resultan demasiado familiares. Trato de acercarme a ellos, pero una mano suave detiene mi camino.

Me giro y sonrío. Es mi madre.

-Mami-sujeto su mano y la llevo hasta mis labios-¿Qué es esto? ¿Dónde están todos?

Ella sonríe, pero su sonrisa no le llega a los ojos. Parece forzada y un tanto melancólica.

-Joaquín-su voz tiene un extraño eco que resuena en mis oídos-Cariño-busca desesperadamente mi mirada-Me hubiera gustado tener más tiempo contigo.

Parpadeo confundido.

-Mamá ... ¿De qué hablas?- no le entiendo.

-No importa, bebé-niega con la cabeza- Todos los seres humanos que llegamos al mundo tenemos escrito un destino. El mío dejó de tener tinta hace mucho y pues, mi historia se terminó abruptamente-mordió su labio-Pero eso no importa, porque el tuyo aún tiene muchas más páginas escritas y otras más por escribir-bajó su mano hasta mi hombro-Tienes que ser muy fuerte y valiente de ahora en adelante. ¿Sí?-sus ojos brillaron acuosos-No solo por ti, sino también por tus hijos y por Reni ...-me miró fijamente-Joaquín, eres el hermano mayor. Ahora te tocará cuidar de ella hasta que pueda defenderse por sí sola en la vida-entrelazamos nuestras manos-Prométeme que vas hacerlo, que cuidarás de todos ellos.

No es fácil Emiliaco/OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora