Capítulo 8

7.4K 508 344
                                        

"Celo Parte 2"

Desperté sintiendo cómo mi cabeza y piernas dolían. Estaba sólo en mi cama con las manos fuertemente agarradas a la sábana. ¿Que había pasado? Estaba seguro que tuve una pesadilla, pero no recordaba sobre qué trataba. Cuando me senté, los recuerdos de Joaquín invadieron mí mente.
Él estado tan agitado y deseoso en el que lo había encontrado,  su cuerpo encima mío frotándose para liberarse y su fuerte llanto con súplicas en la sala de mi casa donde tuve que masturbarlo. Revivía esa escena en mi cabeza  una y otra vez.

-Por favor, Emi-sollozaba contra cuello-Me duele, me duele mucho-repetía mientras se revolvía en mi regazo y con sus manos se tocaba por encima del calentador-¡Ayúdame!

- Lo siento Jaoco, no ... No puedo hacerte eso.

Tragaba saliva. Sus mejillas sonrojadas, sus pupilas dilatadas y su respiración entrecortada estaban volviéndome loco.
Joaquín continuó llorando en mi hombro.

-¿Tanto asco te doy?-preguntó con dolor en la voz.

-Claro que no.

-De seguro piensas que soy un sucio-murmuró en un quejido y se acercó a oído- Te juro que nadie antes me ha tocado, no estoy sucio.

-Joaquín,  no se trata de eso.

-Tócame,  por favor-continuó chillando-¡No estoy sucio!

-Debes calmarte-le pedí entrelazando sus manos con las mías-Aunque quiero, no puedo tocarte. Y tampoco quiero lastimarte, no estás pensando con claridad.

-Sí lo hago-aseguró acercando sus labios a mi mejilla-Me gustas Emilio, me gustas demasiado y perdón por no ser un buen amigo.

Joaquín no pudo contenerse más y sacó su miembro para comenzar a masturbarlo delante mío. Seguía llorando e implorando por mi tacto. Me repetía a mí mismo que no podía hacerlo, que el Código me lo prohibía y que mancharía el honor de familia si lo hacía,  pero él deseo y mis instintos carnales se abrieron paso por delante de mi juicio y raciocinio.

Tomé el miembro de Joaco y lo moví de arriba-abajo con fuerza. Él soltaba gemidos y depositaba besos húmedos por toda mi garganta y cuello. Se revolvía mientras yo lo masturbaba viéndole fijamente la cara. Había cerrado sus ojos y su boca se mantenía abierta, tanto que podía meter mi polla en ella. Tenía muchos pensamientos sucios con su boca y cuerpo en estos momentos, pensamientos que no podía sacar. Cuando sentí los líquidos de Joaquín salir, sonreí. Me había encantado darle placer a mi chico. Sí,  mi chico, mi omega. Mi lobo se había adueñado la mitad de cerebro y mandaba órdenes a mi cuerpo para que no lo soltara y protegiera.
Sentí su sonrisa contra pecho y me juré en ese momento que él sería mío, sólo mío. Pude sentir como encontré a mi pareja predestinada.

Me vestí lo más rápido que pude y salí de mí recámara. Text0s estaba en la mesa tomando un café y leyendo unos documentos. Al verme dejó de tomar su bebida caliente y me ordenó sentarme junto con él.

No es fácil Emiliaco/OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora