capítulo 17.

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Punto de vista de Frank.

Nos quedamos allí en silencio durante unos minutos, nuestras confesiones pesaban mucho en el aire. 

No me arrepentí, en absoluto, porque era cierto. 

Quería enamorarme de Gerard, un día. Aún no estaba preparado... Pero sucedería, eventualmente. Tenía que pasar. Estaba seguro de ello. 

Gerard me atrajo a sus brazos de repente, abrazándome con fuerza, haciendo que un sonido de sorpresa escapara de mis labios. 

- ¿Qué fue eso? - Él se rió, su pecho vibrando. 

Me moví en sus brazos, tratando de alejarlo bromeando, pero él sólo se rió, abrazándome con más fuerza. 

- Tú lo hiciste, ¿verdad? Te hice chirriar... - Parecía demasiado orgulloso de eso.

Sentí que el calor subía por mis mejillas, probablemente volviéndome rosa. 

- Gerard... - Se rió en voz baja, sin aflojar su agarre y besándome la mejilla. 

- Me pregunto qué otros ruidos puedo hacer que hagas... - murmuró, con los labios rozando mi oreja. 

Creo que sus palabras me habían derretido, para este punto. 

- Te estás sonrojando - dijo, con una sonrisa burlona en sus labios mientras comenzaba a besarme el cuello. Suspiré cuando me entregué a su abrazo, apoyandome en su hombro, derrotado. 

- ¿Qué no lo hago siempre?

- Parece que...

Hubo un golpe repentino en la puerta de su habitación y nos separamos de un salto. Casi había olvidado que había alguien más en la casa. 

- ¿Gerard? ¿Frank?

- ¿Sí? - Dijo Gerard, caminando hacia la puerta y abriéndola. Parecía molesto. Supongo que también había olvidado que alguien más estaba aquí. A veces era demasiado fácil quedar atrapados en nuestro pequeño mundo, escondidos en la habitación de Gerard. 

- ¿Por qué estás tocando? Tú nunca tocas - Mikey se encogió de hombros, mirándome. 

- No lo sé, lo siento. Simplemente no sabía lo que estaban haciendo aquí o si estaba interrumpiendo algo...

- Bueno, estás interrumpiendo algo, así que... - Gerard se detuvo por un segundo - Espera, ¿qué crees que estábamos...? Sabes qué, no importa. No contestes eso.

Sentí que mi garganta se cerraba de vergüenza cuando me di cuenta de lo que Mikey estaba insinuando, me acerqué en seguida a Gerard para tratar de explicar.

- No estamos... quiero decir... No estábamos... - Gerard giró la cabeza un poco, se estaba riendo con una risa suave y juguetona.

- Eres del color de un tomate - Le di un ligero golpe en el brazo, sabiendo que el rubor ya intenso probablemente estaba empeorando.

- ¿Les he dicho alguna vez cuánto los odio a los dos? - Dije. Gerard se rió de nuevo.

- Oh, cariño, no quieres decir eso.

Mi rostro era tan cálido que estaba empezando a sentirme incómodo.

- No me llames así - Sonrió pero no hizo más comentarios, ahora se dirigió a su hermano.

- De todos modos, ¿qué quieres, Mikey?

- Oh, sí... Nos hemos quedado sin pan.

Gerard se detuvo por un segundo, confundido.

Folie à Deux (Frerard) [traducción] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora