La chica del supermercado. [Boomer&Burbuja]

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· Las Powerpuff Girls y sus personajes NO me pertenecen.
 · Escribo esto con el fin de entretener.
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Boomer dejó la bolsa de la compra sobre la mesa y suspiró frustrado. La nevera estaba tan llena que no cabía ni un yogurt, así que no se molestó en sacar nada de la bolsa; ya improvisaría algo para cenar y liberar espacio... hasta la próxima compra.
Tenía la despensa, la nevera y todos los armarios llenos. Legumbres, patatas fritas, fruta, yogures, verdura, dulces, bebidas y un largo etcétera. Acumulaba y acumulaba comida en todos los rincones de la cocina desde hacía días y se planteaba seriamente invitar a todos sus amigos, vecinos y ex compañeros de la universidad para compartirla con ellos, y aún así sobraría.

— ¡No puedo seguir así! — exclamó para sí mismo, tirándose del pelo corto y rubio.

El problema de Boomer no era que fuera adicto al shopping, ni que tuviera demasiado dinero y no supiera en qué gastarlo, sino una chica. El supermercado donde solía hacer la compra se encontraba en la esquina de la calle, a tres minutos andando desde la casa del rubio. Todo iba bien, hasta que apareció una nueva cajera que le robó el aliento desde el primer segundo en que la vio.

Era una joven simpática, rubia de ojos celestes y una voz melodiosa que a menudo le indicaba en qué pasillo estaba la carne, la sal o los geles de ducha, a pesar de que él ya lo sabía perfectamente. Pero cualquier excusa era buena para tratar de entablar conversación.

Boomer siempre llegaba con la misma intención: decirle algo lindo y preguntarle si por casualidad querría tomar algo en la cafetería que había justo enfrente del súper, pero el miedo se apoderaba de él y terminaba preguntándole dónde estaba la fruta, o cualquier otro producto. Así, sus frustrados intentos acababan en compras innecesarias que amontonaba en su casa, pero al cabo de dos días volvía a por más.

Abrió la ventana para que entrara el aire, pero al instante dio un paso atrás y observó una pareja que caminaba por la acera. Era la rubia del supermercado. Iba cogida del brazo de otro chico, incluso apoyó la cabeza en su hombro mientras reían. Era rubio, igual que ella, solo que una cabeza más alto y algo más corpulento que Boomer. La decepción se apoderó de él, no tenía ninguna posibilidad con esa chica.

Se dejó caer sobre el sofá negro, pateó uno de los cojines decorativos y encendió la televisión para distraerse un rato. A los pocos minutos ya tenía claro que ninguno de los programas que emitían a esa hora le interesaba: dibujos animados, concursos en que se respondían preguntas de "cultura general", películas que repetían por milésima vez... hasta que por fin algo captó su atención.

"La salsa es exquisita – decía uno de los jueces del programa - pero la berenjena ha quedado un poco dura. De todas formas los champiñones y la carne lo compensan con ese punto de..."

Boomer se quedó viendo ese concurso de cocina hasta las dos de la mañana. Para cuando apagó la tele, estaba tan inspirado para cocinar y hambriento que buscó en internet una de las recetas más sencillas que había oído en la tele y se puso a preparar el plato.
La primera vez no le salió todo lo bien que habría querido, pero eso no lo detuvo; quiso seguir experimentando y tenía ingredientes de sobra para ello. Durante los días siguientes, dedicó cualquier momento libre que tenía para mejorar sus habilidades culinarias.

Sus amigos estaban tan sorprendidos como sus padres al enterarse de su nuevo hobby, pero no lo detuvieron. Sobre todo después de probar la comida que hacía. Boomer decidió hacer las compras en otro supermercado para no torturarse más con su amor platónico e imposible por la dependienta rubia y centró sus energías en la cocina, hasta que un día se armó de valor para marcar un número y presentarse al mismo concurso que tanto lo había inspirado.

Project Powerpuff: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora