Navidad en el centro comercial [Rojos]

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— ¡Ho-ho-ho, Feliz Navidad! — gritaba un hombre disfrazado de Santa Claus en la entrada del centro comercial de Townsville.

— ¡Felices fiestas a todos! — deseaba otro al tiempo que agitaba una campana dorada.

— ¿No quiere una foto con Santa Claus, señora? Solo son 3 dólares. — ofrecía otro a varios metros de distancia.

En el interior del gran establecimiento habían instalado la clásica casita taller de Santa Claus, con empleados vestidos de verde como si fueran elfos, un gran trineo y una alfombra roja que llevaba directamente a la silla donde otro Santa Claus recibía a los niños para oír sus deseos y hacerse una foto con ellos.

La cola para hablar con Santa Claus era, según Brick, kilométrica. La larga fila de niños y gente que los acompañaba empezaba en la tienda de caramelos, y eso estaba en la otra punta de la planta.

— ¿Quiere una foto con Santa Claus, señor? — preguntó un joven disfrazado de elfo, intentando aumentar todavía más la ya de por sí enorme cola de clientes.

Sentado en la gran silla de terciopelo rojo, en medio de todo aquel bullicio de gritos y música navideña, Brick intentaba disimular su hastío y lo absurdo de la situación. ¿Para qué ponían tres Santa Claus en un mismo centro comercial? ¿Los niños no iban a sospechar al verlos a todos juntos? Y para qué le habían puesto a él a hablar con los clientes, si él prefería estar en la entrada; al menos allí no pasaría calor.

Calor... la barba picaba una barbaridad, el pelirrojo estaba seguro de que le estaba saliendo un sarpullido. ¡Y el traje! ¿Lo habrían lavado alguna vez desde que lo compraron? Lo dudaba mucho.

— ¡Santa Claus! — chilló la niña rubia que tenía en la rodilla. — ¡Qué ganas tenía de conocerte!

— Me alegro de verte, Lucy — sonrió él, leyendo el nombre en el jersey rosa de la niña. Por suerte, les ponían una etiqueta con su nombre a los niños antes de entrar. — Dime, ¿cuál es tu deseo para este año?

— Quiero una casita para poner mis muñecos de Barbie y Batman dentro. Es que se van a casar — dijo en voz bajita, como si fuera un secreto. — Y también quiero un pony, uno que vuele muy muy alto, como tus renos. Y un vestido como el de Elsa. ¡El vestido es muy importante! Lo llevaré en la boda de Batman y Barbie.

— Eh... por supuesto. Estupendo, Lucy. Sonríe — le dijo antes de que la luz del flash los iluminara. — Muy bien, el siguiente — gritó Brick, intentando hacerse oír en medio de aquella jungla navideña.

Un chico disfrazado de elfo hizo pasar al siguiente niño, que para sorpresa de Brick estaba solo. A medida que se iba acercando, el pelirrojo arqueó una ceja ante el extravagante look de ese pequeño.
Llevaba gafas de sol con forma de arbolitos navideños, un jersey rojo que era una imitación del clásico traje de Santa Claus y un gorro navideño con tres estrellas rojas que brillaban. El chaval no debía de tener más de cinco o seis años, pero caminaba con una seguridad impresionante a pesar del aspecto que lucía.
A Brick incluso le hizo gracia cuando vio que el niño llevaba una mochila con forma del reno Rudolph; se sentó en su rodilla y suspiró como lo hacía Brick al llegar a casa después del trabajo.

— Menudo personaje — se dijo en voz baja mientras leía su nombre. — Hola, Charlie. Dime, ¿cuál es tu deseo para este año?

— A ver, por dónde empiezo... — murmuró el crío mientras sacaba una lista de su bolsillo. Una lista bastante larga.

— No puedes pedir más de tres cosas — se apresuró en decirle el pelirrojo.

— Tranquilo, señor Santa Claus, esta es la lista de la compra de mi madre — explicó el pequeño, acto seguido giró el papel y efectivamente había solo tres cosas escritas. — Esta es mi lista.

— Te escucho.

— Pues quiero el nuevo juego de laboratorio que ha salido este mes, el pack "Científicos locos", ya sabe. Mi madre no me lo quiere comprar porque en la caja es para mayores de 10 años y yo tengo seis. Iris muy piquiñu para iso — añadió imitando la voz de la mujer. — Pero lo necesito, hay slime, y sustancias para mezclar y que salga humo y espuma... ¡es tan genial!

— Muy bien. ¿Qué más? — inquirió Brick, impacientándose.

— Un perrito — soltó el niño como si nada.

— Un perrito — repitió Brick. — ¿De peluche? Creo quieres el pequeño Buck, ladra en tres tonos, hace caquita y lo tengo en dos colores: blanco y...

— No, no, no — interrumpió el crío. — Quiero un perro de verdad.

— Estupendo — resopló Brick con sarcasmo. — ¿Qué más quieres? No tengo todo el día y ya llevas aquí como dos de los tres minutos permitidos.

— Claro, la otra cosa es... ¡no! — el niño se puso nervioso de repente. — Eso es todo, solo quiero la foto. ¡Rápido, rápido!

Brick se quedó confundido, pero le pareció bien que aquel mocoso quisiera irse ya. Él también tenía ganas de salir de allí de una vez, y a poder ser, comerse un bocadillo o algo porque ya le sonaban las tripas.

En cuanto se escuchó el clack de la cámara, el niño saltó del regazo de Santa Claus en dirección a la salida.

— Espera niño, ¡tu foto cuesta tres dólares! — gritó Brick tras él.

— Volveré a por la foto otro día — respondió el pequeño y se fue corriendo, dejando a Brick con la palabra en la boca. Uno de los elfos salió corriendo detrás del extravagante niño.

— No me pagan lo suficiente... — gruñó Brick para sí mismo.

— ¡Disculpa!

Brick se giró al oír una voz femenina al otro lado del cordón rojo que limitaba el área de Santa Claus. Vio a una joven de largo cabello rojo, con un par de cuernos de reno en la cabeza y una bata de colores con el logo de la juguetería del centro comercial. Se quedó en blanco por unos segundos.

— ¿Ha pasado por aquí un niño ataviado con ropa y complementos navideños? — preguntó la chica, a lo que Brick solo atinó a asentir con la cabeza. — Es que estuvo probándose artículos en nuestra tienda y antes de que me diera cuenta se fue corriendo sin pagar.

— Ha estado aquí, sí — confirmó Brick. — Se ha hecho la foto y ha huido sin pagar tampoco.

— Vaya con el crío. He avisado a los de seguridad, pero aún no lo encuentran. En fin, seguiré buscando — dijo antes de irse. Brick la siguió con la mirada, absorto en sus pensamientos hasta que volvió a la realidad con los chillidos y risas de los niños que aún esperaban en la cola. El pelirrojo resopló por enésima vez, pero al menos ahora tenía algo de motivación y un plan para después del trabajo.

Qué guapa era. Luego iré a preguntarle si al final encontró al niño — pensó. — Bien, usaré eso como excusa y después la invitaré a comer... Me dirá que sí. Hasta podría buscar un muérdago y hacerme el tímido, ella pensará que soy adorable y me besará. El plan es infalible.

— ¡Santa Claus, yo quiero un hermanito!

Brick bufó. Definitivamente no le pagaban lo suficiente para lo que tenía que aguantar.

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¡Hola!
Vuestra vecina ha vuelto para traeros un regalito de Navidad c: 🎄
Espero que os haya gustado este one-shot y os deseo Felices Fiestas. 

¡Saludos!

Project Powerpuff: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora