Noche de Halloween. [Azules]

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Calles oscuras, niebla, calabazas con expresiones escalofriantes en cada esquina. Burbuja odiaba Halloween. Le encantaba disfrazarse, sí, pero detestaba todo el ambiente de terror que conllevaba la fiesta.

Vestida de novia, con el traje manchado de sangre falsa, caminaba calle abajo junto a tres chicas más; Riley que llevaba disfraz de hada, Monique que iba disfrazada de Harley Quinn, y Carla, que iba de zombie.

Otros años Burbuja solía salir esa noche con sus hermanas, pero ahora la mayor estaba ocupada con los exámenes de la universidad y la otra había salido a asustar niños con su novio.

Ahora Burbuja se dirigía a una fiesta en casa de una de sus compañeras de clase. Todo iba bien hasta que escucharon gritos y risas acercándose desde lejos. Al darse la vuelta, vieron que se acercaba corriendo un numeroso grupo de adolescentes disfrazados, alrededor de quince personas que se tiraban papel higiénico y gominolas unos a otros; algunos hasta agua y refresco. Al parecer esa gente se fijó en las cuatro chicas porque las señalaron y, antes de que pudieran apartarse, Burbuja y sus amigas también fueron alcanzadas por el agua, el papel y los caramelos.

La mini-fiesta ambulante continuó su rumbo y las amigas de Burbuja sugirieron seguirlos porque lo que hacían les pareció de lo más divertido, y de momento iban en la misma dirección que ellas. Finalmente se unieron al ruidoso grupo de disfrazados y durante un rato todo fueron risas, pero un bache en el suelo hizo tropezar y caer a Burbuja.

— Eh, ¡esperadme!

— Burbuja, ¡corre, no te quedes atrás! — le contestó Monique sin detenerse — ¡Vamos a cantar!

Burbuja resopló y trató de levantarse, pero un fuerte dolor en el tobillo se lo impidió.

— ¡Chicas! — las llamó, pero estas estaban demasiado lejos para oírla, y demasiado ocupadas cantando a todo pulmón. — ¡Esperad! — volvió a gritar, pero el grupo giró en la siguiente esquina y desapareció. — Genial...

La rubia sacó su teléfono móvil para llamarlas; saltó el buzón de voz de la primera, de la segunda y las otras dos simplemente no contestaron, no debían de oír el teléfono con todo el jaleo. Burbuja se levantó con bastante dificultad, y apoyándose en el pie que no tenía lastimado, se apoyó en la valla de la casa más cercana. Marcó el teléfono de una de sus hermanas, y por suerte ésta sí contestó.

— Hey, ¿qué tal la fiesta?

— Bombón, he tenido un problema. Me he caído, he perdido a las chicas y me duele el pie. ¿Podrías venir a recogerme con el coche? Ya no quiero ir a ninguna fiesta.

— Claro, ¿dónde estás?

— Pues... — Burbuja alzó la vista hacia el pequeño cartel al otro lado de la calle, que indicaba el nombre de la misma. — Calle Hillwood, estoy delante del número... 25.

— Muy bien, en un rato estoy allí.

— Gracias.

Burbuja guardó su móvil y resopló de nuevo, disgustada con cómo había salido todo. Le dolía el pie, hacía frío, se perdería la tan esperada fiesta de Brittany... un ruido detrás de un arbusto la sobresaltó. La calle estaba en completo silencio excepto por la música que llegaba desde alguna casa lejana. Las hojas del arbusto volvieron a moverse y de allí saltó un gato negro.

— Cómo no... — murmuró entrecerrando los ojos.

El gato siguió elegantemente su camino hasta una calabaza que yacía tirada en medio de la calle, la olisqueó y se fue sin más.
Burbuja miró a su alrededor. Ni en la acera donde estaba ni en la de enfrente había nadie, y las casas a ambos lados de la calle estaban a oscuras. Ni una luz en las ventanas de las casas, a excepción de un par que tenían calabazas talladas e iluminadas delante de sus puertas. Además, la niebla era bastante densa y húmeda, lo que aumentaba la sensación de frío.

Project Powerpuff: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora