Primer beso. [Burbuja&Boomer]

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Las Powerpuff Girls y sus personajes NO me pertenecen.
Escribo esto con el único fin de entretener.

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El sol se estaba poniendo poco a poco, dejando a paso a la luna y a las estrellas que iluminarían Townsville como cualquier otra noche. Solo que esa tarde y esa noche no eran como las demás, pues formaban parte del primer día de Burbuja y Boomer como novios.

Unas horas antes, el menor de los Rowdyruff boys, con 18 años ya, había hecho algo que llevaba casi un año queriendo hacer; confesarle a Burbuja sus sentimientos y preguntarle si le daría una oportunidad, a pesar de que eran enemigos. Ella, que llevaba tiempo enamorada de él, aceptó.

No obstante, sus hermanos no podían saber que estaban juntos. Los rubios estaban seguros de que no lo aceptarían y no se lo perdonarían, así que por el momento iban a mantenerlo en secreto.

Por eso aquella tarde se habían reunido en la azotea de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad, en una zona muy poco transitada donde no había peligro de que los vieran juntos. Estaban sentados en el borde de la azotea, cogidos de la mano mirando hacia la ciudad.

Boomer fumaba un cigarrillo tranquilamente, mientras Burbuja se mordía el labio de vez en cuando, pensando en cómo sacar un tema que le daba un poquito de vergüenza. Y es que se habían hecho novios, pero todavía no se habían besado.
El chico lo había intentado un par de veces, pero ella le había hecho la cobra en las dos ocasiones; la razón era simple, nunca la habían besado y le daba miedo hacerlo mal. El ojiazul no parecía haberse molestado por ello, él simplemente estaba feliz porque por fin estaban juntos.

— Boomer... — él la miró y sonrió.

— Dime.

— Tengo que decirte algo.

— No me digas que has cambiado de idea y ya no quieres ser mi novia — soltó preocupado, pero la chica negó con la cabeza.

— No sé cómo decírtelo pero...

— ¿No tendré lechuga entre los dientes? — preguntó y giró la cabeza para repasarse discretamente los dientes con la lengua para comprobarlo.

— No, claro que no, tus dientes están limpísimos. El problema es otro, prométeme que no te vas a reír.

— ¿Por qué iba a reírme? Dímelo, no seas boba — la animó antes de dar otra calada a su cigarro.

— Pues... nunca nadie me ha besado, y yo... no sé besar. Antes te esquivé porque me daba vergüenza que te rieras de mí.

Boomer alzó las cejas, sorprendido, y dio una última calada al cigarrillo antes de apagarlo y tirarlo al suelo. Luego se acercó más a Burbuja y le dedicó una tierna sonrisa.

— ¿Ese era el grave problema que tanto te preocupaba? — cuestionó divertido.

— Sí.

— Pues mira, este problema tiene una solución muy fácil. Como buen novio que soy, te enseñaré a besar — dijo guiñándole el ojo. — Cuando quieras, solo tienes que decírmelo. Pero yo por ahora estoy contento de que aceptaras ser mi novia, la verdad pensaba que me mandarías a... ¿cómo era esa frase que dice siempre tu hermana?

— A freír espárragos.

— Eso, a freír espárragos — confirmó él y ambos rieron. — Por suerte no lo hiciste.

— Claro que no, si eres un amor. Dentro de poco tendré que irme porque se está haciendo tarde, las chicas podrían hacer preguntas.

— Mis hermanos también, hoy casi no los he visto en todo el día, normalmente no pasamos tanto tiempo por separado.

— Bueno, pues antes de que me vaya, podríamos empezar con la primera... ¿clase? — propuso y al decirlo se sonrojó.

— Está bien. Para comenzar, te diré mis dos reglas básicas a la hora de besar — respondió él. — La primera, solo déjate llevar; la segunda, disfruta.

Boomer se acercó a su rostro sin prisa y Burbuja no apartó la mirada de sus labios, hasta que cerró los ojos al sentirlos prácticamente encima de los de ella.
El primer contacto fue apenas una caricia, y en cuanto sus bocas se juntaron, Burbuja instintivamente siguió el primer consejo: dejarse llevar. Por eso, cuando Boomer movió sus labios con cuidado contra los de ella, la ojiazul entreabrió los suyos imitando sus movimientos. Y cuando pilló su ritmo, pudo hacer caso a la segunda regla: disfrutar. No podía pensar en si lo estaba haciendo bien, en ese instante solo tenía la certeza de que besar a Boomer era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.

A la rubia le gustó el tacto de los labios de Boomer, eran cálidos y suaves. A él le encantaron los de ella, eran dulces como siempre había imaginado.

El ruido de un coche pasando por la calle de al lado los sobresaltó y se separaron, para luego mirarse de nuevo, ruborizados.

— Para ser tu primer beso, ha estado bastante bien — comentó él. — La próxima vez probamos con lengua.

— ¡Boomer! — el susodicho rio, y ella también. — Bueno, mejor me voy ya. ¿Nos vemos mañana a la misma hora?

— Aquí estaré — contestó él, la rubia le soltó la mano y se levantó dispuesta a marcharse volando. — ¡Burbuja!

La chica se detuvo en el aire y dio media vuelta para verle.

— ¿Sí?

— Te quiero — dijo él.
Burbuja no respondió, solo se besó la mano y sopló, como si le mandara un beso a través del aire. Acto seguido, se fue volando.

Boomer se quedó mirando la estela celeste que dejó tras sí su chica. Cuando el rastro se desvaneció, él también se levantó y, al pensar en el día tan genial que había tenido, dio un salto gritando "¡Yuju!"; estaba realmente feliz.
No podía esperar a la tarde siguiente para volver a verla, pero tenía que hacerlo. Si los descubrían probablemente tendrían que separarse y él no quería eso... él quería que estuvieran juntos para siempre.

Project Powerpuff: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora