Oliver.
Ya había llegado a casa, mordiendo mis labios debido a la angustia. Estaba molesto con Nicholas, muy molesto. No me arrepentía de haberle clavado ese tenedor en el dorso de la mano al otro hijo de puta, pero si el padre Reynolds se enteraba las cosas se iban a complicar para mí. No sólo el servicio comunitario podría extenderse sino que hasta podrían ponerme una multa o cambiarme de área...
Mis pensamientos se vieron interrumpidos debido a un golpeteo firme e insistente en la puerta. Supuse que era Nicholas, y ésta vez, así fue. Le vi por la mirilla pero estaba demasiado fastidiado para lidiar con la fórmula de pelear, reconciliarnos y decirnos cosas bonitas. Estaba bien que hablaramos, eso es lo que la gente hace para resolver sus problemas, sin embargo yo necesitaba una dosis de drama para vivir. Al menos algo así dijo mi terapeuta.
Los golpes continuaron un poco más, oí la voz del mastodonte al otro lado, pidiendo que le abriese. Impulsivamente lo hice, abrí la puerta para verle ahí de pie, con el cabello peinado hacia atrás, vestido exactamente igual que cuando estuvimos en esa estúpida fiesta.
─ ¿No tienes palabras?─ mascullé, me fue inevitable mirarle de arriba bajo─. ¿Eso es todo lo que podías decir? No tienes puta idea de cómo te sacaría la mierda a golpes, Nicholas. Yo estoy poniendo mucho de mi parte
Me hubiera enredado hablando solo, de no ser porque él me empujó dentro del apartamento, cerró la puerta tras de sí, tomándome por los hombros para empujarme contra la puerta. Casi no pude procesar en que momento su boca estaba devorando la mía, su cuerpo presionaba el mío contra la puerta. Las manos que sujetaban dolorosamente mis brazos al estamparme contra la puerta fueron a parar a mis muslos, se separó un segundo de mis labios para levantarme.
Mis pies dejaron de tocar el suelo, la presión que su cuerpo ejercía contra el mío aumentó, manteniéndome suspendido entre él y la puerta. Su lengua había invadido mi boca, parecía nunca tener suficiente. Apretaba mis piernas, empujando su pelvis contra mí eufóricamente.
Respirar comenzaba a ser una tarea complicada, quizás debido a que mi corazón se vio súbitamente acelerado por las acciones de Nicholas. El beso era frenético, el hecho de estar en esa posición con él le hacía ver más grande e intimidante. La diferencia de alturas era más notoria, pues yo no llevaba tacones.
Todo pensamiento se esfumó de mí cabeza, el perfume del mastodonte no hacía más que potenciar sus acciones, y el efecto que ellas tenían en mí. Me aferraba a sus hombros, sin ser capaz de responder a la manera en que me besaba.
Gemí su nombre como pude, necesitaba que desacelerase un poco. Al final pude empujarle, apartando el rostro para respirar. En su lugar, enterró la boca en mi cuello, arrancándome un jadeo de desesperación.
─ ¿Nicholas qué... Qué te pasa?
─Me pones demasiado, eso me pasa─ masculló contra mi oído─. Por mi cabeza pasaron tantas cosas al verte así...
─Nick, espera un segundo─ No me escuchaba, las mordidas en mi cuello se hacían más fuertes, succionaba con fuerza, y yo estaba tan rendido ante su boca sobre mi piel que no podía reaccionar─. No se te ocurra dejarme marcas, porque... Porque te juro por Dios... Oh Dios...
─No estás en posición de amenazarme─ Volvió sobre mi boca, lamiendo mi labio inferior─. Joder, Oliver... Ya te vi en dos estilos diferentes, ¿Cuando será el día que pueda verte completamente desnudo?
─Necesito... Un segundo─ Murmuré, sintiendo que sus manos recorrían toda la extensión de mis glúteos, dejándome sin aliento─. Necesitas parar, Nicholas...
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Entrenando al Baby Boy.
Teen FictionMientras Jeremy comienza a explorar el mundo de los Sugar Babys, Oliver, un Baby Boy veterano es abandonado por su Sugar Daddy. Ambos deberán adaptarse a un mundo completamente diferente, donde el mimado aprenderá a conformarse y el conformista apre...