Capítulo 1.

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Jeremy

─Buenos días, Jeremy─ Carter, el candidato a ser mi SD, me llamaba por teléfono esa mañana después de la reunión en la cafetería de ayer─. ¿Tienes tiempo para reunirnos hoy? Quiero tomar tus datos bancarios para hacerte la primera transferencia.

─Hoy... Sí, creo que sí. ¿A qué hora le gustaría?

─A las cinco, en la cafetería de ayer. Vístete bien. Terminaremos de hablar las cosas del contrato y luego iremos a comprarte algo de ropa.

Iba a decir algo antes de que colgase el teléfono, yo no necesitaba ropa, necesitaba mis apuntes. De todos modos eso se lo diría después. Limpié mis lentes más nuevos, de un marco grueso, cuadrado y negro. Busqué que me pondría para encontrarme con Carter. Mientras lo pensara con más tiempo, mejor saldría. Quería impresionar a ese cuarentón para que me financiara, pero quería mantener mi estilo.

Opté por un suéter de escote en V, color crema, debajo una camiseta blanca, sencilla. Unos pantalones negros y mis mejores zapatillas. Solté un suspiro, al recordar como juzgaba yo a mi hermana al ponerse de este modo cada que tenía una cita, el problema es que yo no tengo una cita. Me bañé, tomándome mi tiempo. Miré la maquinita de afeitar junto al shampoo y mi voluntad flaqueó. ¿Debería arriesgarme? Él dijo en nuestro primer encuentro que le gustan los chicos que se cuidan.

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Llegué al lugar antes que él, igual que el día anterior. Me picaba todo el cuerpo, se sentía horrible. Lo que más me molestaba era la entrepierna. Maldita sea, sólo a mí se me ocurre esa estupidez. Me perfumé apropiadamente e incluso me apliqué gel en el cabello. Subí el par de escalones de la cafetería, sentándome ésta vez afuera. Movía los pies nervioso, resistiendo el impulso de rascarme hasta arrancarme la piel.

Un auto blanco se estacionó del otro lado de la calle, esperé atentamente pero ese no era él. Oí un carraspeo junto a mí, era la camarera.

─ ¿Desea ordenar?

Y mi estómago me decía; sí, maldita sea, sí. Percibe el aroma magnífico de la comida allá adentro.

Pero mi cabeza fue más rápida y me dij; no, maldita sea. Si te deja plantado no tendrás como pagar ni un vaso de agua.

─Estoy esperando a alguien, yo te aviso.

─De acuerdo, cari.

La muchacha se volvió a otra mesa, a atender a alguien más. Estuve diez minutos mirando viejas conversaciones de WhatsApp. No tenía saldo y me daba vergüenza pedir la clava del WiFi. Finalmente la silla frente a mí fue echada hacia atrás, Carter se sentó, alzando la mano.

─ ¿Cómo estás?─ Solté el móvil de inmediato, respondiendo un sutil "bien". La chica de antes se acercó a nosotros─. Hola Linda, yo quiero un café mediano. ¿Tú qué vas a querer, Jeremy?

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora