Capítulo 35.

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Jeremy.

─Eso no va a pasar.

Continuamos hablando durante un par de horas más, tanto de todo lo que había pasado con Carter como de las cosas que me regaló, tanto del Buttplug como del precioso Rolex.

Una llamada interrumpió la conversación que teníamos acerca de la noche que había pasado con Nicholas y de que habían compartido el almuerzo, al tomar la llamada, era Daddy. Dijo que estaba cerca, que me recogería, él mismo había sido quién me había dejado aquí, tuve que acceder.

Esperamos en la acera, Oliver encendió un cigarrillo, y el deportivo blanco de Carter se estacionó frente a nosotros antes de lo previsto. Se bajó del auto, arqueando ambas cejas al ver al rubio de pie junto a mí, con una mano en la cintura. Me sentí amenazado de inmediato.

─Vaya, Oliver─ dijo, acercándose, con una mirada que no había visto antes en su rostro, era la combinación más extraña que había visto jamás. Diversión y melancolía─. Hola.

El aludido le miró de arriba bajo, con una mueca, fingiendo de manera obvia una sonrisa.

─Carter.

─Jeremy, ¿Me esperas en el auto?

Y estaba jodido.

No podía creer lo que acababa de decir. ¿Pretendía que me quedara tranquilo en el auto mientras él mantenía una conversación con el que alguna vez fue su más destacado BabyBoy?

Quería negarme, empezar a patalear y hacer un berrinche como Lee lo haría. Más no pude, ni siquiera podía contestar, asentí con un nudo en la garganta, metiéndome al auto, poniéndome el cinturón. Al cerrar la puerta, no pude oír nada de lo que decían. Tampoco quería saberlo. Saqué mi móvil, intentando concentrarme en otra cosa que no fuera el hecho de esos dos conversando como si nada hubiera pasado.

Sería estúpido enojarme con Oliver, y no tenía nada que reclamarle a Carter, estaba atrapado. Me sentía tan incómodo como un pez fuera del agua.

Tragué en seco esperando que el momento pasara, pero los minutos avanzaban y mi Daddy no cedía. Quería llorar de la impotencia. El rubio tenía razón, conseguía poner nerviosos a todos. Carter estaba de espaldas, por lo que podía checar de reojo que Oliver sólo asentía, contestaba monosílabos y rodaba los ojos. En un momento se echó a reír.

Ojalá que fuera lo que fuera que estuviera diciéndole, Oliver le dijera que no.

Lo que fueron no más de diez minutos de conversación en la acera se me hizo una eternidad. Cuando las gotas empezaron a impactar contra el parabrisas del auto, el BabyBoy arrojó su cigarrillo al suelo, marchándose sin despedirse.

No pude decir nada una vez que Carter se subió al auto y lo puso en marcha. Apenas me conformé con mirar por la ventana a la espera de que no me obligara a hablar. Quizás él tenía razón, podía ser que Carter no hubiera cambiado, y yo estaría en grandes problemas si acababa enamorado del cineasta. Me aterraba pensar en eso, porque nos llevábamos muy bien. Más allá de su actitud arrogante, sus modos elegantes me habían cautivado, y que se mostrará protector frente a sus amigos me había hecho desearle más.

─ ¿Te llevo a tu departamento?─ apenas asentí. Algunos segundos de silencio después volvió a hablar─. Jeremy, dime qué te sucede.

─Es sólo que... Me siento un poco inseguro.

─ ¿Por qué?─ no fui capaz de contestar, sentí su mirada de reojo, pero la mía la esquivaba a través del cristal─. Jeremy.

Volví a negar con la cabeza. No quería hablar, sabía que el nudo en la garganta dolería si lo hacía, aún más que en la contestación anterior. Él me había hecho prometerle no ocultarle nada, y yo ya le había confesado lo que sentía. Iba a ser estúpido de su parte no darse cuenta el por qué de mi inseguridad. Era eso, o sólo buscaba humillarme, quizás le gustaba la idea de que yo me pusiera celoso.

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora