Capítulo 53.

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Oliver.

─No entiendo por qué estás trabajando en año nuevo─ hipee sobre la barra─. ¿Tu familia no te quiere?

─Sí, pero necesito el dinero. Mucha gente viene aquí, especialmente en días festivos.

─Ah ya.

─ ¿Y tú no pasas las fiestas con tu novio?

─Sí pero ya se fue a su casa─ el hipo atacó de nuevo─. A veces me da miedo pensar en que me miente.

─Oliver, no me cuentes tus problemas. Y ya acábate esa cerveza, estoy por cerrar.

─ ¿Y por qué ellos siguen aquí?─ señalé al grupo de chicos con los que me había estado intoxicando en el baño─. ¿Son tus clientes VIP?

─Algo así─ voltee a verles, continuaban esnifando cocaína sobre una de las mesas de café─. Mantienen este lugar a flote. Cuando su agenda se ajusta, tú los reemplazas.

─Genial─ rodé los ojos, dándole otro trago a mi cerveza, el último. Le deseé un feliz año nuevo a Marcel, pasándome los dedos bajo los ojos para que mi maquillaje no me hiciera círculos negros─. ¡Hey muchachos!─ Me senté con efusividad junto a ellos, más crucé las piernas lentamente─. ¿Cuántas bolsas les quedan?

─Cinco para los tres─ contestó uno de ellos, mirando hacia todos lados─. Pero vamos a guardarlas para mañana a la noche.

─Les compro una.

─ ¿Y te la vas a tomar tú sola?

Puto imbécil, como odio que me trate como una mujer.

─Sí.

─Doscientos dólares.

─Ciento cincuenta.

─Ciento setenta y cinco, pero sales con mi amigo.

─Olvídalo─ Saqué de mi bolso dos billetes de cien y los aventé, tomando una de las bolsas─. Que sean doscientos.

Pude sentir sus miradas pegadas en mi culo mientras caminaba a la salida. El efecto de la cocaína había desaparecido hacía varias horas, más aún estaba un poco borracho para caminar derecho, más aún sobre los altos tacones que podrían provocarme otro esguince en cualquier momento si pisaba mal.

Tomé mi móvil, enviándole un mensaje a Nick para preguntarle qué tal estaba, me contestó casi inmediatamente que sobrio, y no demoró en cuestionarme mi ubicación. Le dije que estaba saliendo de trabajar, más por la manera cortante en la que respondía los mensajes no parecía convencido. Me encogí de hombros, apagando el móvil. Tuve que ir hasta la estación del subterráneo, que estaba desierta, para volver a casa. El camino era demasiado largo para recorrerlo a pie en mi estado.

Guardé el móvil y la bolsa con cocaína en mi bolso, sacando en su lugar un paquete de cigarros. Miré el mechero un instante, quería dejarlo.

Fumar era una adicción muy fuerte que me costaba dinero a corto plazo, pero a largo plazo me costaría incluso salud. No era algo que me importara en el momento, pues ese era un problema del que debería encargarse el Oliver del futuro, pero si dejaba de gastar en cigarrillos, mis ahorros rendirían más. El alcohol era otra cosa que dejaría en algún momento, al menos eso esperaba.

Jeremy también me había pedido que dejara la marihuana, pero él no entendía nada. Él no sabía lo difícil que era vivir el día a día sin una dosis de THC en el sistema, Carter le trataba bien y le follaba mejor, por mi lado era difícil. El sexo se sentía increíble, mi novio me trataba mejor de lo que merecía, pero la adicción ya estaba implantada en mi sistema. Yo comenzaba a preguntarme si Nicholas sospechaba de lo que yo le había hecho, es decir, el favor que le hice al director Hardy. Algo en mi interior me decía que formalizar sólo sería para problemas, porque aunque entre nosotros las cosas estuvieran establecidas, nadie más lo sabía. Tenía que dejarlo claro con el fetito para que dejara de intentar quitarme a mi hombre. Resultaba sólo un problema para mí el haber establecido una exclusividad que sabía que no íbamos a respetar. Más que darme seguridad de que le tenía conmigo, me daba miedo darle el derecho de reclamarme cosas y perder el control de lo que en un principio fue un juego.

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora