Capítulo 49.

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Jeremy.

Habíamos pasado apenas media hora en el bar, hablando de idioteces, cuando una copa en particular llegó a la mesa. Fue el mismo bartender quién la sirvió. Si no me equivoco, era un Blue Curaçao. El rubio le miró esperando una respuesta, y yo miré para todos lados con el mayor disimulo posible para saber quién sería víctima del mastodonte con el que Oliver salía.

─Te lo manda el caballero de la otra noche─ le dijo a Oliver, quién rodó los ojos─. Si fuera tú...

─Si yo fuera tú, le advertiría que dejara de mandarme cosas─ contestó con una sonrisa soberbia─. Ésto me lo voy a tomar, pero que ya no moleste.

─En media hora tienes que subir al escenario─ le recordó, y yo le miré sorprendido─. No lo olvides.

─Ya te oí.

Una vez que se fue, dejé que mi mandíbula se relajara, quedando con la boca abierta. Él se llevó el vaso a la boca con media sonrisa.

─No inventes─ dije, intentando contener la emoción─. ¿Vas a cantar? No me dijiste que era para eso.

─Cierra la boca, Jeremy. Qué te van a entrar moscas─ reí ante lo que dijo, ocasionándole una sonrisa─. No me quería de camarero, así que le dije que podía ser su payaso. La jugada le salió mal porque resulta que soy un payaso genial.

─No debiste amenazar a tu jefe─ señalé, recordando lo que me había mencionado al llegar, bebiendo mi cerveza y viéndole llevarse a la boca esa bebida extraña de nuevo─. ¿No le contaste a Nick de tu nuevo trabajo?

─Estamos peleados, supuestamente. Yo estoy defendiendo a James, por decirlo así.

─ ¿Y eso qué tiene que ver con ustedes?

─Si tú vieras a Carter agarrar a Lee como yo vi al mastodonte agarrar al fetito, se armaría la tercera guerra mundial─ sentenció pinchando un arándano azul con un palillo y llevándoselo a la boca.

Acabó por explicarme todo con detalles, y en pocos minutos, tuvo que subir a cantar, yo admiré la seguridad con la que se dirigió a exponerse ante tantas personas, cuando la pista comenzó, me sorprendí gratamente. Tenía una voz realmente hermosa, debía admitirlo. Esas clases de canto de las que me comentó realmente habían valido lo que costaron. El ambiente en el bar se veía un poco más vivo una vez que él estaba allá arriba. 

No reconocía la canción, pero eso no me detuvo para disfrutarla. Me dejé envolver por la melodía y por la letra, por lo visto, Oliver hizo lo mismo, pues no sólo estaba cantando sobre el escenario, de pie frente a un micrófono estable, sino que movía suavemente el cuerpo, de modo sutil, al ritmo de la música, pasándose las manos por el abdomen. No sólo estaba cantando, estaba dando un espectáculo. Le gustaban los reflectores.

You know that I love when the music's loud but c'mon strip that down for me.
Baby.
Now there's a lot of people in the crowd but only you can dance with me.
So put your hands on my body and swing that round for me.
Baby.
You know that I love when the music's loud but c'mon strip that down for me.

Sí, definitivamente yo no podría hacer eso. Se tomaba intervalos entre canciones para acercarse a mí, bebíamos un trago y tenía que volver a subir. Después de un rato así, en el que evidentemente estaba demasiado ocupado, le dije que la próxima podíamos vernos un día en el que no tuviera que trabajar, accedió despidiéndose de mí con un beso por mejilla, y esperando el taxi conmigo afuera.

Después de indicarle mi dirección al taxista, me despedí a través de la ventana de Oliver, por última vez. Desde que había salido de la academia no había sido capaz de chequear mi móvil, ni siquiera había sentido la necesidad porque él lo había hecho por mí. Me congelé sobre el asiento trasero al desbloquear la pantalla, sólo para encontrarme con tres llamadas perdidas de Daddy. 

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora