Prólogo 2.

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Oliver

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Oliver

─ ¡Servicio comunitario! ¿Puedes creerlo, Daddy?─ grité por teléfono, me abanicaba con la carta del juez, estaba exasperado y con la esperanza de que el viejo pudiera sacarme del lío en el que me había metido, si le rogaba un poquito más─. Anda, sácame de ésta, no sería la primera vez, gordito.

─No me llames Daddy, ni gordito─ Me congelé en mi lugar al oírle tan hostil, y fruncí el ceño con confusión, mirando el audífono del teléfono. Quizás se había descompuesto─. Este contrato ha terminado.

Oh, debía ser una jodida broma.

─ ¡¿Qué?! ¡No me jodas! Quedamos en que serían cinco años, no llevamos ni dos!

─Lo hubieras pensando antes de chocar mi auto, Oliver. Suerte con el trabajo comunitario.

─ ¡Daddy, no! ¿Daddy?... ¡Viejo hijo de puta!─ Aventé el teléfono fijo de mi departamento contra la pared─. Esto no me puede estar pasando a mí...

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Llegué al lugar en Uber, era un barrio de los bajos. Con callejones apestosos y edificios de ladrillo mal hechos. No pude evitar formar una mueca de asco, se me acercó un cura con una sonrisa, supongo que intentaba causar una buena impresión, pero conmigo, una sonrisa no servía de nada. 

─Tú debes ser el muchacho del servicio comunitario.

─Y usted debe ser el violador del callejón. Ahórrese las formalidades. Hagamos esto simple para todos─ Desembolsillé la billetera, contando quinientos dólares, después de humedecerme el dedo con saliva─. ¿Con esto lo mantenemos entre nosotros? Dígale al oficial que hice todo lo que me pidió.

El padre me recibió el dinero, lo tomé como un sí, me di el lujo de sonreír triunfante antes de voltear para largarme. Yo no iba a poner un pie en ese chiquero, ni por caridad, ni por que me pagaran. Que lo hiciera otro.

─No─ Mi gesto se transformó de inmediato, teniendo que volverme para ver si había escuchado bien─. Pero gracias hijo, lo tomaré como una colaboración personal. Ahora ven conmigo, me ayudarás con los más jóvenes para que no se te haga tan pesado en tu primer día.

─Usted es tan considerado que no me sorprende que sea un violador─ Me acomodé el cabello, siguiendo al viejo que se mantuvo en silencio, y yo hice lo mismo hasta que se me presentó el panorama─. Oh, puta de mí. No, me niego. Me voy de aquí.

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora