Oliver.
Recuperé la conciencia en el despacho del cura. Recostado una vez más sobre las piernas de Teresa, parpadee para acostumbrarme a la iluminación, y frente a mí, sentada en el suelo, estaba Marilyn, hablando de no sé qué con la chica morena. Al alzar la mirada, pues estaba jugando con algo en el piso, me vio despierto, los ojos se le llenaron de lágrimas, alzando su pequeña manito para acariciar el dorso de la mía, obligándome a soltar un quejido.
─Despertaste─ lloriqueó. Me sentí mal tan sólo de ver que ella también se preocupaba por mí─. Me asusté mucho, estás muy lastimado.
─Estoy bien─ detuve mis palabras en seco al encontrar mi voz demasiado rasposa─. ¿Me veo muy mal?
─Por lo menos ahora hablas─ Teresa me sonrió, su tacto suave sobre mi mejilla se sentía demasiado reconfortante─. Estarás bien, ¿Qué te duele?
─Las manos, y el brazo izquierdo─ mustié─. Díganme que no he dejado de estar buenísimo.
─Sigues igual de bonito─ rió Marilyn, y me alegró haber podido sacarle una sonrisa en esa situación de mierda─. Mi mamá y mi tía dijeron que no esperarían a la ambulancia, papá fue a traer el auto para llevarte al hospital.
Eso, ya era demasiado ficticio para ser verdad. ¿Por qué lo harían? Lo entiendo de la madre de Marilyn, pero, ¿La madre de Nicholas? Estaba convencido de que me odiaba. Me mordí el labio para contener las lágrimas.
─Necesitas un contacto de emergencia, Oliver─ reiteró Teresa, sacándome de mis pensamientos─. Deberías considerar al padre Reynolds.
─No, el padre Reynolds no. Me he cansado de llamarle violador y otras cosas, seguro no estará contento si le pongo como mi contacto de emergencia.
─No seas tonto, Oliver. No le molestará en absoluto.
─Yo paso─ me incorporé, sujetándome la cabeza cuando un dolor me azotó─. Oh joder...
El trayecto al hospital no fue tan incómodo gracias a Markus, Marilyn y Teresa, que venían con nosotros. Los padres de la niña iban en los asientos delanteros, en completo silencio, mientras el hermanito de Nicholas no dejaba de hablar acerca de cómo iba a a golpear al maleante que me había hecho ésto.
En la recepción del hospital, mientras Hanna y su esposo hablaban con la chica para que me atendieran lo antes posible, Teresa y los niños fueron a buscarme algo de comer. Junto a mí habían un par de señoras conversando en voz baja, seguro que pensaron que no las oiría platicar acerca de mí. Se referían despectivamente a mi aspecto afeminado, e incluso alegaban que los golpes que tenía seguro me los había buscado.
Ya no me costaba tanto caminar, debido a que el shock lentamente se había dispersado, pero después de todo las enfermeras llegaron con una silla de ruedas, para llevarme hasta el otro lado del hospital hasta el consultorio del médico. Me hizo un par de pruebas físicas, antes de enyesarme las manos, y el antebrazo. Tenía fracturas, y el tobillo esguinzado. Cuando pude verme, me generó hasta repulsión mi reflejo. Tenía el labio partido, de mi nariz aún quedaba un rastro de sangre seca, además, tanto el pómulo derecho como mi ojo izquierdo estaban amoratados.
No sé que medicina me habrán suministrado, pero en poco tiempo me quedé dormido. Apenas fueron un par de horas y desperté, Hanna estaba sentada en un sillón individual junto a mi camilla. Al verla no pude evitar sonreír, volviendo a cerrar los ojos. Me removí sobre la cama, provocando un ruido que la llevó a mirar en mi dirección.
─Oliver, estás despierto─ Se me acercó con una sonrisa, sacando de su bolso un paquete de toallas húmedas─. El doctor me dijo que te ayudara a quitarte el maquillaje, ¿Estás bien con eso?
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Entrenando al Baby Boy.
Novela JuvenilMientras Jeremy comienza a explorar el mundo de los Sugar Babys, Oliver, un Baby Boy veterano es abandonado por su Sugar Daddy. Ambos deberán adaptarse a un mundo completamente diferente, donde el mimado aprenderá a conformarse y el conformista apre...