Capítulo 47.

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Jeremy.

─ ¿Tú quieres que haga... qué?

─Ay corazón, es solo un pequeño empujoncito, y luego le echas llave a la puerta─ decía Oliver, con total normalidad. Yo realmente me sentía perturbado por su sentido de venganza─. No estará ahí mucho tiempo, ¿De acuerdo? Le dejaré allí una hora, luego voy a sacarle.

─Oliver, si te olvidas y dejas al niño encerrado toda la noche eso sería un gran problema, que me involucraría a mí.

─Lindos chupones los que tienes en el cuello─ Señaló, desprendiendo las cenizas de su cigarro con la uña del pulgar. Rápidamente me llevé la mano al lugar mencionado para cubrirlo, avergonzado─. El imbécil de tu Daddy dijo que no quisiste la droga que él mismo me encargó. ¡Yo se lo dije! No querrá, Jeremy puede manejar la presión, perra. ¿Y sabes qué? No me oyó. Así que... ¿Me devuelves esos porros? Seguro que yo les doy mejor uso que tú.

─ ¿Está bien que hables de ésto aquí?─ murmuré, mirando que Marilyn, la niña linda que estaba obsesionada con él, le trenzaba el cabello, no parecía prestarnos atención─. Literalmente deberías estar haciendo servicio comunitario, rehabilitándote.

─Según todo el mundo soy demasiado inútil como para hacer algo de provecho... ¡Jeremy concéntrate! ¿Me ayudas con lo del fetito o tengo que hacerlo yo?

─ ¿Pero qué vas a ganar encerrándole en un armario? Es la parte que aún no pillo.

─Seré su héroe, genio─ Aventó la colilla, moviendo los hombros de manera sugerente─. Cuando abra la puerta, luciré asombrado, él estará llorando y me agradecerá haberle encontrado.

─Yo creo que podría sospechar─ comenté, y es que todo parecía buena idea, si es que no recordabas los sucesos de hace días─. Que seas tú el que le encuentre, luego de que te hizo algo como eso...

─Son las ironías que definitivamente no quieres que te ocurran, la única probabilidad entre millones.

─ ¡¿Pero para qué le vas a encerrar en un puto armario?!

─Ugh, no me grites─ bufó─. Quiero ganarme su confianza. Cuanto antes me vea como un aliado, más le dolerá cuando le apuñale por la espalda. Eres listo para todo, menos para tener resentimientos.

Lo que me pedía ciertamente era difícil. Yo no quería involucrarme en sus problemas, pero era mi amigo, y me sentía comprometido a hacerlo. Si yo viviera una situación similar, daba por hecho de que Oliver me apoyaría.

─Sólo una hora─ alcé el dedo índice al establecer mi condición─. No más que eso, Oliver.

─De acuerdo, mi vida. Te enviaré un mensaje cuando le haya sacado. Tú tranquilo, yo nervioso. Nadie se enterará de que estuviste involucrado.

Asentí. Era mejor así. Yo también quería que ese chico recibiera una lección, porque mi amigo no merecía haber acabado en el hospital, mucho menos por una razón tan estúpida como esa. Si Nicholas lo había elegido a él, ese tal James tendría que soportarlo. Le quitaron los yesos hacía poco, sin embargo aún estaba adolorido, por lo que yo trataba de serle de la mayor ayuda posible. Quedamos de acuerdo una vez que Marilyn se fue. Me indicó que el ''fetito'' llegaba aproximadamente a mitad de su turno, así que no debía vernos juntos. Me encargó esconderme, para no ser visto por el grupito de amigos de su novio, ni por los niños, así que estuve distraído detrás de las gradas durante un rato. 

Un ruido a pocos metros de mí consiguió hacerme apartar la vista del móvil. Pude ver a un chico bajito, que evidentemente aún cursaba en el instituto, ingresar a un armario. Estaba demasiado alejado, aunque gritara, apuesto a que no le oirían. 

Entrenando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora