Parte 2/2
Oliver.
Nos fumamos el porro en silencio sobre el puente de la autopista cercana a casa de Jeremy, el remordimiento no me dejaba hablar con él sin necesitar pedirle perdón a cada instante, más Nicholas tampoco se esforzaba. Se veía demasiado sumido en sus pensamientos. Las luces de la ciudad le bañaban el rostro, cada día se veía más sublime, y mi miedo de perderle crecía, sin embargo también era cierto que me creía capaz de aceptar que me dejara por algo mejor, el problema es que, si el día llega, y yo no puedo dejarle alejarse de mí, estoy seguro de que por una cosa o por la otra terminaré haciéndole daño.
─ ¿Qué nos pasa?─ rió.
Bajé la mirada. Él la tenía perdida en la inmensa jungla de asfalto nocturna, iluminada ocasionalmente por fuegos artificiales que explotaban en el cielo sólo para desvanecerse momentos después, parecía una analogía de nuestra historia. Explosivos, y aún así efímeros.
─No lo sé─ contesté, recibiéndole el cigarro─. ¿Te ha pegado?
Asintió, sin mirarme aún. Claramente le había pegado, tenía los ojos inyectadísimos en sangre.
─ ¿Por qué me miras tanto?─ a la par en la que hizo esa pregunta, me miró. Me apoyé sobre el barandal que prevenía una muerte segura, y le sonreí de lado─. ¿Te gusto?
─ ¿Gustarme? ¿Tú a mí?─ Solté una risa, dándole otras pitadas, antes de negar con la cabeza reteniendo el aire─. Sigue soñando.
Se me acercó, quedando a pocos centímetros de mí. Sus manos encontraron el camino hacia el barandal para acorralarme. Yo, cruzado de brazos, seguía calando la marihuana, sin despegar mi mirada de la suya. Su porte habría intimidado a cualquiera, pero a mí no hacía más que fascinarme. Me mordí el labio inferior un instante, antes de explusar el humo sobre su rostro y sonreír. Entrecerró los ojos, de manera acusadora, sólo para después lamerme los labios.
Carter.
Jeremy se veía adorable en aquella simple camisa blanca entallada. Los pantalones oscuros también le quedaban muy bien, no podía dejar de admirarle mientras iba y venía, de la sala a la cocina. Con el móvil en la oreja intentaba contactar a Oliver, pues había comenzado a preocuparse por esa pequeña rata rubia. Realmente me molestaba que salieran, porque todo lo que hacía era preocupar a Jeremy.
Robert me invitó a acompañarle a fumar un cigarrillo, yo accedí, pues era costumbre nuestra. Generalmente lo hacía cuando quería conversar conmigo respecto a algo, por el momento no sabía qué pretendía, más le seguí en silencio. Tan risueño y simpático como siempre, mi colega caminaba en dirección al balcón del apartamento de mi Baby. Era bastante pequeño, me generaba la necesidad de comprarle un departamento más grande en el que pudiera estar cómodo, sin embargo, luego de la mala experiencia en la que resulté estafado, desconfiaba de todo el mundo.
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Entrenando al Baby Boy.
Ficção AdolescenteMientras Jeremy comienza a explorar el mundo de los Sugar Babys, Oliver, un Baby Boy veterano es abandonado por su Sugar Daddy. Ambos deberán adaptarse a un mundo completamente diferente, donde el mimado aprenderá a conformarse y el conformista apre...