Capítulo V

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Empezó poco a poco, con cambios que casi no se notaban, primero fue un pequeño e insignificante espasmo en el ojo derecho, a veces lo sentía, a veces no. Era extraño y sumamente desesperante pero Diego pensó que se debía a su falta de sueño y, fue justamente el insomnio, el segundo cambio que notó. Dormía poco, prácticamente dos o tres horas por noche. Eso provocaba que estuviera continuamente cansado y distraído. Al principio se lo atribuyó al estrés de estar a menos de un año para terminar la prepa. Pensó que era normal, por lo menos por un tiempo. 

No sabía exactamente cuando había empezado a sentirse así. Recordaba que, a su regreso del vieja con Temo, todo parecía maravilloso. Tenía un novio al que quería y que lo quería. Los primeros cuatro meses de su relación resultaron ser perfectos. Temo era cariñoso, considerado, lo procuraba todo el tiempo y Diego le correspondía con la misma devoción.

Sin embargo, mientras los meses fueron pasando, esos extraños cambios se hacían cada vez más pesados. Diego intentó al principio ignorarlos dándoles explicaciones en apariencia lógica. Pero cada vez fue notando más cosas; al insomnio y la fatiga, se le añadió la extraña sensación de que todo era menos brillante, sentía como si los colores hubieran perdido la intensidad y que la vida, en general, era insípida. Se fue dando cuenta que estaba perdiendo el interés en todo.

Eso incluía la escuela y su relación. Sus notas iban peor que nunca, todo el tiempo se sentía desconcentrado, perdido. Temo intentaba ayudarle con sus notas, estaba al pendiente de todo cuanto necesitara y él, fingía una alegría que no sentía.

Estaban justo a la mitad de su quinto semestre y Temo se la pasaba hablando del vieja que harían en las vacaciones, Diego, al principio intentó sonar emocionado; de verdad intentó pensar en lo divertido que sería viajar con Temo, conocer nuevas personas, festejar que estaban por cumplir casi ocho meses de relación pero la verdad era que Diego no tenía ningún interés por ese viaje.

Su apatía también abarcaba el sexo. Ciertamente, al principio de su relación, Temo y él habían experimentado el deseo efervescente de una relación que iniciaba pero, de nuevo, ese fuego se fue apagado. Diego no tenía interés en tocar a su novio y, no es que no le gustara, Temo era hermoso pero él simplemente se sentía desconectado de todo deseo por estar con él. Temo lo había intentado un par de veces pero al ver la falta de motivación de su parte, había parado cualquier tipo de acercamiento que no fuera más allá de beso cortos. Temo no le decía nada, no lo obligaba a hablar al respecto del tema, guardaba un escrupuloso silencio que envolvía el respeto infinito que le tenía.

Diego sabía que le estaba dando su tiempo para estar listo y hablar de lo que le estaba pasando. Temo López, siendo un caballero de armadura resplandeciente como siempre.

Diego pensó en lo que habían sido sus dos últimas semanas y, en cómo, el insomnio había sido sustituido por una necesidad inmensa de no abandonar la cama y dormir... dormir mucho. Diego intentó no prestar demasiada atención a ese nuevo cambio pero, algo, tal vez el instinto, le decía que estaba haciendo mal al pensar que todo ese conjunto de "cambios" no eran parte de algo más grande. La idea de dormir, tal vez para siempre, fue el pensamiento que terminó de alertar a su instinto que empezó a gritarle que necesitaba buscar ayuda antes de que fuera demasiado tarde.

Se giró sobre la cama para ver a Temo que estaba concentrado leyendo "El príncipe". Tenían que entregar un ensayo y Diego sabía que Temo ya lo había escrito pero aún así seguía obsesionado con el libro. Algo típico en Temo.

—Temo —le habló con una voz suave —, necesitamos hablar. Creo que... tenemos que terminar.

Los ojos de Temo eran sumamente expresivos, en ellos, cualquier persona se podía perderse eternamente, pues, podían encontrarse todas las emociones del mundo en esos bellos ojos marrones. 

Tal vez construir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora