Capítulo XIX

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El tiempo parecía haberse congelado en aquel lugar. Todo estaba tal cual Temo lo recordaba; sus ojos recorrieron el largo pasillo con cierta aprensión sin poder evitar mirar la puerta del que una vez fue su departamento.

La muerte de Rebeca había sido tan impactante para todos. Su familia había llegado a ese edificio con el dolor de su perdida acuestas. Tenían la idea de empezar de nuevo al costo que fuera. En aquel momento, Temo realmente no estuvo muy feliz con la idea de dejar todo pero sabía que su deber era apoyar a su papá y a sus hermanos. 

Pero antes de dejar Toluca supo que algo era distinto en él. Y lo hizo imaginar que las cosas no iban a sencillas para él. Sin embargo, nunca imaginó que todo se complicaría hasta el grado que lo hizo.

Él salió prácticamente huyendo de aquel lugar porque no soportó la idea de ser rechazado por su hermano y porque sabía que su presencia sólo le generaba problemas a su familia que ya había sufrido lo suficiente. 

Claro, esa sólo había sido la primera batalla. Se lo había dicho a Diego, en todos lados se iba a enfrentar a ser juzgado y, durante esos años lejos, vivió de cerca esas miradas desaprobatorias... pero por lo menos sabía que nadie más tenía que sufrir las consecuencias. 

Temo intentó relajarse pero era imposible. Aún recordaba con cierto pesar como había sido un cobarde y no había tenido el valor de enfrentarse a los Córcega con el coraje suficiente como para luchar por lo que era. Su parte racional le decía que había sido un crío y que había tomado la mejor opción pero aún así...

—¿Estás bien? —Sintió la suave mano de Ari sobre su nuca e intentó una sonrisa pero fracaso —. No tenemos que estar aquí, amor. Le podemos decir a mamá que nos vea en otro lado —era tan tentadora la oferta. Podía sencillamente darse media vuelta y marcharse para nunca regresar a ese lugar pero eso sería como huir de nuevo ¿no?

—Estoy bien —Ari le tomó fuertemente de la mano. Casi nunca lo hacían y por un momento la acción le tomó descolocado pero Ari le dio una sonrisa tan hermosa que Temo también dibujo una sonrisa real.

—Sé que no. Pero te agradezco lo que estás haciendo. Eres, por mucho, el hombre más valiente que conozco —las ironías de la vida, Temo no se sentía realmente así —. Vamos —subieron las escalares tomados de la mano.

Ari realmente parecía ansioso cuando estuvo frente a la puerta su departamento. Pero la ansiedad estaba lejos de ser una mala señal. Más bien parecía un niño febril que estaba deseoso de vivir una nueva aventura. Lo vio tocar la puerta de una forma rápida. Temo se cuadro cuando escuchó la voz de la madre de Ari.

—Hijo —la mujer de expresivos ojos verdes abrió la puerta y abrazó a su hijo con fuerza. Se hacía dolorosamente obvio que tenía más de seis meses sin verse —. Te extrañamos tanto, hijo.

—Y yo a ustedes, ma —Ari soltó a su madre y de inmediato tomó a Temo por la muñeca y lo acercó a él —. Madre, te presento a mi novio: Cuauhtémoc López Torres —había tanto orgullo en esas palabras que Temo se sintió un poco avergonzado. Intentó recordar si él le había hecho justicia a Ari cuando lo presentó con su Papancho.

—Cuau... es... eres Temo, Temo López —la mamá de Ari lo abrazó con fuerza —. Que grande estás. Bueno, cuando te fuiste de aquí eras casi un niño pero mira ahora. Pero cómo...

—Nos reencontramos en la Ciudad. Temo es mi compañero de piso —la madre de Ari asintió sonriendo pero de pronto la sonrisa desapareció.

—Entonces, ¿viven juntos? —Ari asintió y luego negó.

—No precisamente señora. Vivimos cinco personas en el departamento. Mi amigo Diego, Mateo, Yolo, Ari y yo. Estamos juntos pero no revueltos —dijo Temo sonriendo.

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