La música de fondo era suave y estaba en un volumen casi imperceptible. Le daba al lugar un ambiente relajado y amable.
Ir a terapia no era para nada como Mateo lo imaginaba. No había un gran diván en el cual recostarse mientras un anciano de barba y con pipa anotaba en una pequeña libreta y te hacía incomodas preguntas sobre la relación con tu madre. Estaba bastante lejos de ser así.
Mateo realmente estaba sentado en un cómodo sillón y frente a él estaba su terapeuta, una mujer de sonrisa fácil, que no debía pasar de los cuarenta años.
—¿Has hablado con tus padres? —Lo que más le gustaba de su terapeuta era lo tranquilas y naturales que le salían las preguntas. No parecía que estuviera en un consultorio. Realmente parecía más una conversación con una amiga o algo por el estilo. Ella no presionaba, ella simplemente esperaba a que él estuviera cómodo para responder.
—Hace un par de días hablé con ellos. Quieran que regresé a casa —las primeras sesiones habían sido bastante flojas para Mateo. Él no quería hablar mucho y su terapeuta no insistía demasiado. Cuando notaba que le daba vuelta a una pregunta particularmente espinosa, ella buscaba hacer otro tipo de pregunta. Para la tercera sesión, Mateo le estaba contando todo lo que había guardado por años.
—¿Tú quieres regresar? —No era una pregunta sencilla de responder. Extrañaba a sus padres, por supuesto. Siempre fue muy apegado a ellos. Pero desde que sus padres supieron de su ruptura con Katia parecían cada vez más insistentes en querer saber lo que estaba pasando con él y Mateo aún no estaba listo para eso.
—La verdad es que no. Me siento bien en donde estoy. Y si regreso a casa sé que mis padres estarán todo el tiempo encima de mí. Mamá de hecho ha insinuado que va a presentarme a un par de chicas... no es algo con lo que quiera lidiar ahora.
—¿Has pensando en contarle la verdad a tus padres?
—Lo he pensado mucho. Pero la respuesta sigue siendo: no. Aún no estoy preparado para que ellos sepan la verdad. Me siento cómodo sabiéndolo. Cada día que pasa me es más sencillo vivir con el Mateo que ama lo que le enseñaron en casa, su religión y sus tradiciones y el Mateo que es homosexual y puede voltear a ver tipos en la calle sin después sentir una opresión terrorífica en el pecho. Pero aún no puedo enfrentarme a mis padres. Tal vez sea instinto de preservación. Sé que cuando se los diga ellos me van a expulsar de la familia. Tal vez hasta me den la espalda. Así que por lo menos esperaré hasta que tenga un empleo decente o hasta que termine mi carrera. No lo sé.
—Todo tiene un tiempo Mateo. Lo harás cuando te sientas cómodo. Nadie tiene prisa, ni lleva un temporizador. Lo único importante es que las resoluciones que tomes no te generen algún tipo de ansiedad. El hecho de que te sientas cómodo contigo mismo es un gran paso.
—Nunca pensé sentirme así. Pero conocer a mis amigos cambio bastante las cosas. Las mejoro en todos los sentidos.
—¿Temo sigue siendo importante para ti?
—Siempre lo será. Esta mañana lo vi besando a su novio en plena cocina. Pensé que sentiría los celos lacerante de siempre pero no fue así. Me gusta que Temo sea feliz. Claro, hay veces que mis ojos renuncian a dejar de verle. Es demasiado hermoso como para no perderse en él por unos segundos al día. Pero él es mi amigo, tal vez el más importante de todos, porque gracias a él conocí a Diego y a Yolo. Y, la verdad, creo que también es un poco un modelo a seguir. Hombres como Temo le hacen falta al mundo.
—Eres un hombre inteligente, Mateo. Tienes la herramientas necesarias para darte cuenta si tu admiración por Temo se está volviendo algo que pueda impedirte seguir adelante.
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Tal vez construir...
RandomDespués que Ari le dijera que no puede corresponder a sus sentimientos, que la decepción en los ojos de Julio se volviera cada vez más dolorosa, Temo decide irse a Toluca, poniendo tiempo y distancia. Durante tres años, tanto Ari como Temo, rehacen...