Temo sabía que no era todo lo perfecto que Ari imaginaba. Realmente estaba muy lejos de la perfección.
Era increíblemente obsesivo con el trabajo. Lo peor era que apenas y era consciente de que siempre estaba pendiente de la oficina y que nunca dejaba de pensar en algún plan referente a la campaña de Ubaldo. Eran Ari, Diego o Yolo quienes lo hacían detenerse. Temo era un apasionado de su labor pero sabía que en ocasiones abusaba de ello.
También era un tanto entrometido. No creía que de mala manera pero, si era una característica que se apegaba más a la definición de defecto que de virtud. En ocasiones no podía detenerse de meter la nariz en asuntos que él consideraba injustos. Le había pasado con Mateo; no era justo que el tipo pasará por todo eso solo. Así que terminó arrastrando a sus mejores amigos en una campaña de ayuda para Mateo Symanski.
Le pasó con Ari mientras estuvo en Oaxaca. Ciertamente, la primera vez que vio a Ari se quedó impactado con su belleza, el tipo parecía un dios griego ¿quién no miraría? Temo era un adolescente gay en el armario; ver tipos hermosos y devorárselos en secreto era casi como su pasatiempo favorito.
Claro, eso cambió cuando empezó a conocer a Ari y dejó de ser sólo un rostro bonito. Se descubrió a sí mismo entrometiéndose en la vida de Aristóteles porque consideraba injusta su situación. Ningún chavo de quince años tenía que cargar con el peso de mantenerse y mantener a su familia. Así que Temo tenía que hacer algo por él. Si Ari no hubiese sido tan jodidamente orgulloso, Temo estaba seguro que él hubiera terminado pagando su colegiatura y dándole dinero para llenar la despensa. ¿Eso estaba bien? Probablemente no.
Pero realmente era algo no podía evitar. Sencillamente no podía evitar ser así. Seguramente era parte de su genética. Era muy parecido a su Papancho, él solía meterse en situaciones ridículas sólo por ayudar.
Y hablado de situaciones ridículas, estaba justamente en una. Tenía dos horas discutiendo con Aristóteles sobre el viaje a Oaxaca. Temo quería irse en avión, no le atraía para nada la idea de encerrarse en bus por siete horas, pero Ari no tenía dinero para pagar sus boletos del avión.
De nada sirvió que Temo insistiera en que él podía pagar por los dos. Ari se rehusó rotundamente. Ni siquiera le importó que le dijera que no usaría para nada la tarjeta que su padre le había dado. Temo tenía su dinero propio, claro, no ganaba millones. Pero como becario tenía un sueldo que había estado guardado. Sin embargo, Ari se negó sin dar cabida a otra explicación.
Sencillamente Aristóteles Córcega era demasiado orgulloso como para aceptar ayuda, ni siquiera si esa ayuda venía de él. Y eso era algo que crispaba los nervios de Temo de manera tal que estaba pensando muy seriamente en gritarle que se fuera a la mierda con su viaje. Se obligó a calmarse, no iba a llegar a ningún lado si perdían los estribos.
—Ari, prefiero manejar hasta allá a irme en un bus. Sería más cómodo al final de cuentas —dijo en un intento de conciliación. Realmente no quería conducir hasta Oaxaca. Nunca había hecho un viaje tan largo en auto pero era eso o encerrarse en bus. Por lo menos podían parar de cuando en cuando.
—Sólo si yo pago la gasolina —Temo asintió sólo porque quería acabar con ese round. Realmente no pensaba aceptar menos que pagar todo por partes iguales aunque eso fuera increíblemente injusto. Él sabía perfectamente lo difícil que Ari lo tenía con el dinero.
Temo esperó que la resolución al problema del viaje calmara un poco la incertidumbre en el rostro de Ari pero no fue así.
—¿Qué sucede? ¿Hay algo que quieras contarme? —Ari contrajo el rostro por un momento y Temo lo vio tragar saliva lentamente —. Estás inusitadamente nervioso.
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Tal vez construir...
RandomDespués que Ari le dijera que no puede corresponder a sus sentimientos, que la decepción en los ojos de Julio se volviera cada vez más dolorosa, Temo decide irse a Toluca, poniendo tiempo y distancia. Durante tres años, tanto Ari como Temo, rehacen...