Capítulo XII

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—Papancho quiero ir a Toluca...


Pancho dejó los papeles que estaba revisando para mirar a su hijo menor que había entrado como un huracán al despacho.


—Pérate, pérate Julio López. ¿Por qué entras como alma que lleva el diablo? No manches mijo. Hasta perdí la cuenta de los aguacates que tenía que mandar a pedir. Además, ¿pa qué quieres ir a Toluca?

—Quiero hablar con el Temo —Pancho miró con un semblante serio a su hijo. En esos años, Julio se había limitado a medio hablar con su hermano en los viajes que hacían durante de las vacaciones y, en ignorar casi por completo las vídeollamadas que se hacían cada tercer día.

—Mijo, no manches. Para hablar con tu hermano sólo tienes que unirte con nosotros a la llamada que haremos hoy.

—No Papancho. Tengo que verlo. Lo que le tengo que decir debe ser en persona —Pancho se temió lo peor. Ciertamente habían hablado mucho con Julio. Tanto él como Susanita habían intentado hacerle entender que se estaba equivocando al apartar a Temo de su vida. Pero Julio nunca había dado muestras de entender de verdad lo que le estaban diciendo.

—No vas a hacer sentir mal a tu hermano, Julio. Eso tiene que terminar, mijo...

—Si Papancho. Tiene que terminar y por eso quiero hablar con él. Quiero disculparme con él —Pancho se quedó en silencio. Por un momento le pareció que su hijo parecía mayor de lo que era —. Entendí Papancho. Ya entendí que me veía bien menso y que me porte como un tarado con él.

—¿Es en serio mijo? —Pancho se puso de pie y caminó hacia su hijo. Lo sujeto gentilmente de los hombros y el niño asintió.

—Desde hace mucho lo quería hacer, papá. Pero, la neta, no sabía cómo —Julio bajó la mirada —. Hoy ví como molestaban a un compañero y, no lo pensé, simplemente los detuve. No estaba bien lo que le hacían Papancho —los ojos de Julio se inundaron de lágrimas —. Y tampoco estaba bien lo que yo le hice a mi carnal. Entonces, descubrí que tengo que disculparme, así, sin pensarlo, nomas haciéndolo... —Pancho abrazó a su hijo.

—Claro, claro que si mijo. Vamos a ir a Toluca para que puedas disculparte con tu carnal. Hoy mismo hablaré con tu hermano Pepe para que tenga todo listo para que el Temo vaya a la casa y tú puedas hablar con él.

—Gracias, Papancho.

—Estoy muy orgulloso de ti mijo. Muy orgulloso...


****


Temo colgó la llamada con Pepe. Se sentía extrañado por la invitación de ir ese fin de semana a Toluca, pues no parecía algo opcional. Pepe prácticamente le había obligado de prometer que iría a como diera lugar.


—¿Estás bien? —Ari le preguntó cuando entró a la habitación.

—Sí. Sólo que Pepe me llamó. Quiere verme este fin de semana —Ari le abrazó y Temo se dejó mimar disfrutando las caricias que Ari le estaba dando en la espalda.

—¿Y eso es malo?

—No precisamente. Sólo es raro. Normalmente ellos vienen para acá porque a Pepe no le gusta la idea de que yo cruce toda la ciudad para ir a verles. Es extraño pero es su forma de cuidarme. Sólo que ahora prácticamente parecía ansioso por verme. No sé, me pareció raro.

—Tal vez sea para consultarte algo de la candidatura de don Ubaldo —Temo negó.

—Le pregunté eso directamente y él me dijo que no tenía nada que ver con trabajo. Es algo familiar —Temo le dio un suave beso en el cuello —. Lo que me lleva a preguntar ¿quieres acompañarme? —Temo lo preguntó sin más. Realmente tenía semanas pensando en presentarle a Ari de nuevo a su familia pero esta vez como su novio.

Tal vez construir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora