Capitulo 4. (Fiebre.)

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Aquel niño saltaba feliz de lado a lado de la cocina del Sheriff Rogers, mientras hablaba sin parar sobre su tía, y sobre todos los vecinos a los ayudaba en Timely, y mientras, apoyado en la pared, Tony lo miraba trabajar. Era obvio que conocía la casa y sabía dónde estaban las cosas, ahora; que supiera lo que estaba haciendo ya era otro tema; pero igualmente sentía curiosidad por averiguar en qué iba a terminar todo aquello. Además, tenía hambre y no se sentía demasiado bien, así que pensó que comería lo que fuera que el chico cocinara.

Peter sacó una pequeña olla y le echó agua, y eso era lo único que tenía sentido de todo lo que había hecho hasta el momento. Buscó una cerilla y trató de encender el fuego, al cabo de unos 10 minutos y unas 15 cerillas lo consiguió, pero nunca pidió ayuda. Mientras desde su rincón, Tony se divertía con cada intento, mientras trataba de contener sus estornudos.

El chico subió a una silla y de ahí a la alacena, era realmente ágil. Cogió unas latas, y se sentó sobre la piedra de la bancada con una de ellas entre las manos, dándole vueltas a la etiqueta mientras balanceaba sus piernas.

— Ssshh, sssooo, sspp... Bueno, lo que sea. Lo abro y lo echo a la olla —. Soltó más hablando para sí mismo que para el hombre que le observaba.

— ¿Y si es comida para perros? — Se decidió a interrumpir el mayor.

— Los perros comen sobras señor.

—Tony, me puedes llamar Tony.

— Pues eso, señor Tony.  Aquí los perros comen sobras; yo diría que esto parece ser una lata de sopa, de esas que se llevan los hombres cuando pasan días fuera de casa.

— ¿Y si fuera veneno para ratas, o pólvora para rifles? ¿Puedo dejar pagado por adelantado mi entierro?

— No se preocupe, de todos modos no sé como abrir la lata, así que encontraré otra cosa —. Dijo sin mucha pena, mientras intentaba hacer malabares con ella.

— No se trata de eso Parker, tienes que leer la etiqueta y después, yo te diré como abrir la lata.

— Tiinis qui liir li liti. Usted no es mi maestro —.Bufó disgustado —. No hace falta leer esa tonta etiqueta; lo que deberían hacer es ponerles un dibujo con lo que lleva dentro, así los fabricantes de sopa llegarían a más gente.

— Antes dijiste que vas a la escuela. ¿Qué problema hay con leer entonces? — Se acercó al muchacho y le quitó la lata de las manos antes de que esta se le cayera; era definitivamente una lata de sopa, así que comenzó a abrirla con su navaja.

— ¿Usted sabe guardar secretos? — Preguntó el chico algo ansioso.

— Si, supongo que sí.

— Es que le voy a contar una cosa, pero no se lo diga a nadie, porque se lo conté a mi tía y ella me dijo que si se lo decía a alguien más, me iban a tomar por loco, y que yo no lo soy.

— No, yo tampoco creo que estés loco, chico —. Se rió Tony aun sin saber lo que le iba a contar.

— Las letras saltan.

— ¿Saltan? — Aquello hizo que su atención cambiara, de la lata al muchacho.

— Si, a veces saltan, otras veces bailan, o se ponen del revés. El caso es que no se están quietas, y por lo visto sólo lo hacen cuando yo las veo, porque en cuanto las mira otro, les da vergüenza y se quedan quietas. Por eso los demás si consiguen leer.

Tony comenzó a reír sin parar, pensó que se había precipitado y que tal vez ese chico sí que estaba un poco loco, pero bueno. Las mejores personas lo están, ¿no?

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora