Capítulo 25. (Pactar con el Diablo.)

711 75 152
                                    

Sam se tomó su tiempo para salir de la escuela, quería ir a gritarle a su amigo lo que había descubierto. Necesitaba probar si aún podía salvar algo de él, aunque no lo creía probable; pero luego, imaginó escenas que jamás querría ver y pensó, que sólo por haber dejado que estas entraran en su mente, ya tenía un pie en el infierno. ¿Cómo Steve se había dejado engañar así? El se lo advirtió, le dijo que ese tipo sólo traería problemas, pero el estúpido del rubio no le escuchó, y ahora, había sido su principal víctima. A ojos de Sam, el forastero estaba infectando todo a su paso con aquel terrible mal del que había escuchado mencionar alguna vez. La congoja se apoderó de él, porque podía haber discutido con Rogers, pero ellos se conocían desde niños y a su modo, le dolía saber a su amigo en esta triste situación. Recordó haber leído algo sobre aquel mal en un libro, pero eso fue hacía años, en su época de estudiante, y además, haber escuchado al párroco en más de una ocasión, insinuar su existencia y remarcar las abominaciones que conllevaba este padecimiento. La homosexualidad, así se llamaba; era una plaga enviada por él demonio, y ante la que poco se podía hacer más que intentar evitar su expansión. Seguramente hasta el joven Parker se acabaría convirtiendo en un pupilo de Satanás. Tiempo al tiempo, se dijo. ¿Sería Stark el propio demonio hecho hombre? ¿O sólo otro desgraciado al que habían infectado tal y como a su amigo? Su cabeza no paraba de dar vueltas.

Tal vez desde su puesto como maestro podría hacer algo, como tratar de concienciar, o ser escuchado al menos. En estos pensamientos andaba, cuando a través de la ventana vio como nuevamente un hombre de Fisk le esperaba. Ahora menos que nunca debía dejar su puesto en el pueblo, pues desde ahí siempre sería más escuchado que cualquier operario de la presa o las minas. En aquel pueblo había pocos hombres con un mínimo de cultura, así que debía poner todo su empeño en tratar de ayudar al resto.

Recogió sus cosas y salió a escondidas por la puerta de atrás. Debía solucionar también su problema con estos tipos, era algo que tenía pendiente desde hacía tiempo, sólo que ahora, ya no esperaba que Steve le ayudara con eso. Seguramente estaría demasiado ocupado revolcándose con Stark, lamiendo su cuerpo y marcando su cuello tal y como le había insinuado el chico Parker. Otra vez volvieron esas imágenes a su mente y se sacudió la cabeza horrorizado. Debía centrarse en su problema con Fisk y luego, una vez libre de la persecución a la que le estaban sometiendo, encargarse de eso.

***

El alcalde Fisk aún no se había atrevido a asomar su cara por Timely, después del incidente sucedido tras la protesta por los derechos de la mujer. Aún estaba dolorido, además de avergonzado y con un humor de perros.

Sentado en su sillón mascullaba entre dientes, miles de posibilidades en las cuales trazaba un plan magistral para vengarse del Sheriff Rogers.

Esta vez no quería precipitarse, acabaría con él de una vez por todas y sin que nadie pudiera reclamarle por hacerlo. El corpulento hombre se levantó sin muchas ganas, al escuchar que tocaban a la puerta. Lanzó un par de maldiciones sobre sus hombres por no estar disponibles para abrir; seguramente esos inútiles debían andar bebiendo por ahí, pero él no estaba de humor para mostrarse en público todavía. No después de lo sucedido con los cerdos.

Al abrir, se sorprendió por encontrar ante sí al maestro del pueblo. A saber que podía hacer ese tipejo en su casa, y no corriendo en sentido contrario. ¿Es que ahora hasta los más insignificantes habitantes de Timely le habían faltado al respeto?

Iba a echarlo de la peor manera, cuando recordó, que a aquel vulgar tipo, se le solía ver a menudo en el círculo del Sheriff Rogers.

— ¿A qué debo el honor de su visita, maestro Wilson? — Preguntó mientras movía un palillo de dientes en su boca — ¿Ya decidió dejar ese trabajucho de tres al cuarto, para venirse a ayudar en la reconstrucción de la presa?

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora