Capítulo 5. (Contagio)

1K 136 140
                                    

— ¿Y qué vamos a hacer con él? ¿Estás seguro de que no tiene familia por estas tierras? No sé alguien que le esté esperando preocupado o algo así — Natasha interrogaba a Steve, mientras el castaño yacía sobre la cama de este; le habían trasladado hasta allí entre todos, pues no llegaba a recobrar la consciencia por completo, sólo se removía y murmuraba cosas ininteligibles para cualquiera.

— No, me dijo que era español, así que no creo que tenga a nadie conocido por aquí —. El rubio se había sentado en el borde de la cama dando la espalda al extranjero, y miraba a ambas mujeres con cara de preocupación y cansancio. Aquello era lo que le faltaba, después del día que había tenido.

— Habrá que esperar entonces a que le vea el doctor Banner, te debe un favor por lo de hoy en la presa, así que no creo que se niegue a venir. Carol,— Nat se dirigió ahora a la rubia,— es tarde así que sería conveniente ya que ambos vivís cerca, que lleves a Peter a casa, su tía ya debe estar preguntándose donde se ha metido, y así mientras yo iré a por el doctor.

— Vaya, si que te veo preocupada por ese tipo que a saber de dónde salió. De verdad Nat, que esperaba un poquito más de tiempo de luto por tu parte —. Por alguna razón, Carol no podía ocultar su molestia.

— ¡Oye no te consiento! — ¿Cómo se atrevía siquiera su amiga a hablarle así?

—Y también un poco de buen gusto —. Insistió sin ninguna pena.

— ¡Chicas, por favor! No tengo el cuerpo para discusiones —. Se escuchó de pronto la voz cansada del Sheriff —. Carol, no sé qué bicho te ha picado hoy, pero mejor hazle caso, vete ya a llevar a Peter a casa y déjanos a nosotros solucionar esto.

— ¡Bien! Ahora todos están en mi contra. Perfecto —. La rubia salió de la habitación dando un portazo y dejando a ambos bastante confundidos.

— ¿Se puede saber que le pasa a tu novia? — Le preguntó Natasha al tiempo que también se sentaba en el borde de la cama.

— No tengo ni idea, pero hoy ha sido un día difícil y tal vez esperaba que pudiéramos estar solos al llegar a casa. Seguramente por eso no le hace ninguna gracia que haya acogido a este tipo aquí, ya sabes como es.

— Si, Seguro que te dijo que para que habías acogido a un bueno para nada, según ella todos los hombres lo son, ¿no? — Sonrió apenas. — ¿Y qué piensas hacer al respecto? ¿Lo vas a echar así a la calle?

— No. Claro que no, ¿cómo se te ocurre? ¿O es que estás preocupada por él? Dime Nat. ¿En verdad te gusta?

— ¿Pero qué os pasa a todos? Steve, tú me conoces mejor que nadie. Sabes que yo aún no puedo olvidar a James, así que no podría fijarme en este hombre, ni en ningún otro. No sé cómo has podido pensar... — Ambos se voltearon a ver al forastero, que de nuevo había emitido un murmullo en medio de sus sueños febriles, Steve posó una mano en su frente y seguido retiró los mechones de cabello adheridos a esta.

— ¿Es un hombre hermoso verdad? — Murmuró embelesado.

— ¿Qué? — La pelirroja miró a su amigo alzando una ceja y conteniendo su risa.

— Quise decir — titubeó — que por eso pensé que tal vez tú. Bueno, que está ardiendo y más vale que busque agua fría y unos paños en lo que tú vas en busca del Doctor Banner —. Steve totalmente sonrojado y viendo las intenciones de su amiga de burlarse de él, se levantó rápidamente de la cama en dirección al cuarto de baño.

— ¡No huyas cobarde! Eres el único tipo en estos alrededores, que admite ver la belleza en otro hombre. — Natasha saltó como un resorte detrás de él, pinchando a su amigo con su dedo en el costado.

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora