Capítulo 21. (Lo que quieras.)

815 91 73
                                    

Le había llevado casi a empujones desde la cantina hasta su casa, como quien carga a un borracho del que poco o nada quiere saber, sin dirigirle la palabra y con ese semblante serio que siempre adoptaba cuando quería ser respetado por los demás.

Una vez hubo llegado hasta su destino y cerrado la puerta tras de sí, le soltó empujándole contra la pared, al tiempo que al fin le regalaba las primeras palabras desde que salieron.

— ¡¿Se puede saber qué te pasa?! — Escupió con rabia.

El castaño se abalanzó contra su boca, había sido difícil para él soportar la mezcla de rabia e indiferencia del rubio durante todo el camino, en el que además, él fingió estar mucho más bebido de lo que realmente estaba. Al menos ahora Steve le prestaba atención; le había mirado a los ojos aunque fuera para reprenderle; así que no se lo pensó dos veces y le besó con desesperación, como si fuera un condenado a cadena perpetua recién fugado, besando al amor de su vida al cual pensó que jamás volvería a ver.

Steve se derritió entre sus brazos y entre la humedad de sus labios, ahí se acababa su porte de Sheriff duro, justo donde empezaban la boca y la lengua de aquel hombre que le hacía perder la cordura con tan solo su presencia. De verdad que sintió que iba a acabar en un manicomio, pelearía con todos los habitantes de Timely, y perdería a todos sus amigos si tan sólo él se lo pidiera. Es más, lo haría si fuera necesario, sin que tan siquiera el castaño se lo pidiera.

 Steve ya no era Steve, no el de antes al menos, y curiosamente había dejado de tener miedo. Gimió al sentir la mordida de su amante en su cuello.

— ¿Ya no estás enfadado? — Tony susurró esbozando una sonrisa traviesa.

— Aún tienes que pedir disculpas a Nat —. Pronunció sin tan siquiera abrir los ojos, pues no quería dejar de sentir aquel aliento tibio cerca de su oído.

— Ok, lo haré, le pediré disculpas —. El castaño ya había comenzado a desabotonar la camisa del Sheriff.

— Pero no demasiadas.

— ¿Qué?

— No te compartiré con nadie forastero —. Tony rió, aunque sabía que eso no era lo que les convenía.

— Pues deberías, y yo también debería compartirte con Carol.

— ¡¿Qué?! ¡No! ¡Ni hablar! Sé lo que estás planeando y eso no sucederá —. Steve se separó de él, empujándole de nuevo, pero esta vez no con furia, sino totalmente confundido. Aquello no estaba bien lo mirara por donde lo mirara. No podía hacerle eso a Carol, y tampoco podría ver a Tony ni con Nat, ni con nadie más.

— Nadie dijo que fuera a ser fácil, estrellita —. Tony se mordió los labios y tragó saliva. Justo se estaba encontrando en la situación en la que había prometido no volverse a ver nunca más, rogando a Steve por algo que él tampoco deseaba. No era un cobarde, no quería esconderse de nadie sino todo lo contrario, deseaba con todas sus fuerzas poder ser visto cogido de la mano del hombre al que amaba, deseaba poder abrazarle si así lo quería, o incluso poder besarle delante de todos, como cualquier otra pareja de enamorados; pero no podía ser. No por él, porque si por él fuera, cambiaría el vivir esas sensaciones tan solo una vez en la vida, por cualquier condena, pero no permitiría que nada le pasara a su rubio. Ya había sido bastante malo el verle frente al revolver de Fisk durante aquellos segundos interminables, así que aguantaría lo que fuera, pasaría por encima de quien fuera, incluso de los sentimientos o la moral de Steve, para asegurarse de que nadie le hiciera daño.

— Lo siento, no sé si sirvo para esto —. El Sheriff caminó por el salón como si fuera un animal enjaulado. — No sé si voy a poder...

El castaño no dijo nada cuando le vio dar vueltas sin sentido, por el contrario se quedó mirándole impasible durante un rato, hasta que pronunció aquellas palabras, "no sé si voy a poder". Después de eso agachó la mirada y se dirigió hacia la habitación de Steve, donde se encontraban sus pocas pertenencias. El Sheriff sorprendido por aquella extraña actitud, le siguió para darse cuenta de que Tony había comenzado a recoger sus cosas.

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora