Capítulo 9. (Roces)

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En la Cantina de Timely, la viuda Barnes se afanaba en preparar todo lo necesario para servir los almuerzos a los jornaleros que estaban por llegar. Ese era su día a día desde que Bucky ya no estaba; muchas veces necesitaba ayuda, pues era mucho el trabajo para ella sola, pero rara vez la pedía. Frente a ella, sentado en la barra se encontraba el maestro Wilson, como casi siempre bebiendo antes de entrar a trabajar en la escuela, y probablemente comiendo cacahuetes mientras contaba chistes malos a Nat, a la que más que hacerle gracia, la distraían de su trabajo y la hacía perder tiempo.

Ambos se extrañaron cuando vieron a Carol Danvers entrar por la puerta. Sí, la rubia solía frecuentar el lugar, a veces con Steve y otras tantas con sus compañeras del movimiento por los derechos de la mujer, incluso alguna que otra vez sola, pero no a esas horas.

— Perdonar chicos, ¿pero no habréis visto a Steve por aquí? — Carol parecía bastante preocupada.

— ¿Ya perdiste a tu noviecito, rubia? Puedes quedarte aquí conmigo si quieres, — Sam señaló su regazo — yo te puedo enseñar las vocales —. La afición de Sam por la cerveza a esas horas de la mañana, hacía que de su boca salieran este tipo de sandeces, Carol le conocía de sobra, pero aún así le puso cara de asco.

— Sam, no empieces a espantarme a la clientela femenina, que nos conocemos —. Le regañó la pelirroja tras la barra. Ambas mujeres ya habían dejado a un lado su discusión de la noche anterior, eran amigas desde hacía mucho, así que no se tenían esas cosas tan en cuenta —. No sé Carol, a esta hora ya sabes que se supone que estará en comisaría. ¿No has pasado por allí?

— ¡Sí, claro que he pasado! Me encontré con el niño Parker y me llevó hasta allí. ¿Sabíais que una de las paredes se ha caído? Dicen los vecinos que ha sido una explosión, y Peter que andaba muy excitado, me explicó que Fisk y Lestern estaban allí, pero para cuando llegué no había nadie y la verdad, estoy preocupada.

— Si andaba Parker metido en eso, no te creas una palabra. Seguro que lo de Fisk se lo inventó. ¿No te pidió dinero por encontrar a tu novio supuestamente desaparecido? Seguro que hasta sabe donde está —. Los prejuicios de Sam hacia Peter eran conocidos por ambas mujeres, así que no le tomaron atención. — ¡Será teatrero, si no sabré yo! — añadió el moreno para después dar otro trago a su cerveza.

— No, no se lo estaba inventando. Me dijo que él había llegado hasta allí con el tipo ese que te gusta —. Soltó con desagrado mirando a Natasha —. Pero tampoco hay ni rastro de él.

— Si te refieres a Tony el forastero, con el cual no sé cuantas veces tengo que decir que no tengo nada. La última vez que lo vi fue anoche, igual que tú; se suponía que estaba enfermo. ¿Ya anda por ahí? Porque si es así, tal vez se fueron de parranda los dos, para celebrar su recuperación o lo que sea. Ya sabes cómo son los chicos a veces.

— ¿Y la pared? ¡Se cayó la pared Nat! No es ninguna tontería. Los vecinos están tratando de arreglarla.

— Mira Carol, entiendo que estés preocupada, sobre todo porque ha salido el nombre de Fisk en todo esto, pero nada ganas con eso, es temprano aún y pudo ir a cualquier sitio. ¿Qué te parece si te quedas a ayudarme y así esperamos juntas a que aparezca? — La cantinera utilizó un tono condescendiente, entendía perfectamente el miedo de Carol, pues ella misma lo había experimentado mil veces, cuando era su esposo quien ejercía las funciones de Sheriff —. Steve suele venir a comer aquí, si no aparece para el medio día, entonces nos preocuparemos ambas. ¿De acuerdo?

— ¡Oye pelirroja, a mí nunca me pides ayuda! — Sam se hizo el ofendido, aunque nunca antes se ofreció a ayudar.

— Sam, el día que te quiera detrás de esta barra, pegado a mis faldas, pégame un tiro. ¿Quieres? — Al fin una risa sincera salió de los labios de Carol, y Natasha se dio por bien servida con ello.

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora