Capítulo 23.(Amigos)

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No hacía mucho que había salido el sol, y Steve ya estaba sentado en su oficina rodeado de papeleo. Por la ventana junto a él, aún no se veía a ningún pueblerino pasar, sólo el polvo de la calle que volaba movido por el viento.

A Steve le gustaba comenzar su jornada temprano, quizás demasiado, pensarían algunos, para un Sheriff de un pueblo tan pequeño; pero aunque no lo pareciera, a veces la burocracia se amontonaba, sobre todo ahora que su vida personal había tomado aquel nuevo, fascinante, y al tiempo extraño rumbo.

En su escritorio de madera vieja, entre otros papeles y sobres, había cartas apiladas del juez Nelson, explicándole sentencias de hombres que él mismo había llevado ante la corte, y sobre todo, marcadas con la marca que hacían a la correspondencia urgente, las peticiones de informes mensuales para el Gobernador Roxxon, aún sin finalizar.

Hubo tres golpes secos en la puerta, y una figura conocida se mostró frente a él.

— Vaya. Casi olvido que tú y yo somos los únicos que madrugamos en este pueblo. ¿Cómo estás Sam?

— Al menos recuerdas mi nombre. Ya es algo —. El moreno tomó asiento al otro lado del escritorio, echando el cuerpo ligeramente hacia atrás, balanceándose

— No hagas eso, te puedes caer—. Aquello sonó a una de esas regañinas suaves que se les da a los niños, pero Sam hizo caso omiso —. ¿Y? ¿Qué te trae por aquí? ¿Necesitas mis servicios como Sheriff? No es muy habitual verte frente a mi escritorio.

— Pues la verdad, es que no estaría de más que me quitaras a los tipos de Fisk de encima, — Sam sonrió tentativamente, como quien revisa un perímetro — siempre los tengo pegados a los talones. Ya sabes... tratando de que me aliste a trabajar en la presa. Ya no sé cómo decirles que no —. El maestro miró de reojo al Sheriff, era como podía hacerlo desde su posición, y ese le devolvió la mirada —. A no, que no lo sabes, he tenido que arrastrar mi moreno culo hasta aquí para contártelo, porque hace semanas que no hablamos.

— He tenido días complicados, ya sabes —. El rubio bajó la mirada y fingió ojear los informes.

— Sí, sí, claro; eso. Sabes, escuché que estuviste enfermo, después escuché de tu compromiso con la señorita Danvers, así que; iluso de mí, esperaba que vinieras a la cantina a contarme algo sobre el asunto. Ya sabes, para emborracharnos por tu despedida de soltero, y esas mierdas que hacen los amigos, — Steve levantó la mirada, aún sin contestar — pero... por lo visto tenías otras cosas más importantes que hacer.

— No sé a qué te refieres Sam. Mira todo el papeleo que tengo —. Steve, ya prevenido por Natasha, temía que su amigo preguntara más de la cuenta. No le gustaba mentir, y tampoco se le daba bien, pero el haber aceptado a Tony en su vida, requería que a veces, no le quedara más remedio que hacerlo.

— Perdón, no quise parecer confuso —. Sam se enderezó en la silla, apoyando sus codos sobre la mesa — Quise decir, que por lo visto tenías a otra persona a quien contarle tu vida —. Steve tragó saliva.

— ¿Te refieres a Carol? Sam. Nos vamos a casar, creo que es lógico que pasemos nuestro tiempo juntos.

— No, sabes que no me refiero a Carol. A ella la he visto mucho más que a ti en las últimas semanas. Me refiero a ese borracho, bueno para nada, al que tienes hospedado en tu casa.

— No tienes que hablar así de Tony. No le conoces —. Steve contestó molesto, le iba a ser difícil mostrar indiferencia si Sam se dedicaba a insultar al hombre que amaba durante toda la conversación.

— Sí, ya sé que ahora a todo el mundo parece caerle bien, y no sé porqué, que ha hecho para conseguir eso, o que ha dicho. Seguramente sea algún tipo de charlatán, embaucador. ¿Ya viste la que montó hace unos días en la cantina? ¡Y aún así le disculpáis; le disculpas! — Sam había levantado un poco el tono, así que el rubio prefirió tratar de mantenerse calmado.

El Forastero Sin Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora