El Forastero Sin Estrella.

Capitulo 6. (Danny Boy)

Steve jamás se había sentido tan aliviado de ver al doctor entrando por su puerta, ya hasta le daba miedo de respirar cerca del castaño, así que al abrir, Bruce se encontró con un muy asustado Sheriff, que portaba un pañuelo a modo de cubre bocas.

— Buenas tardes ya casi noches, Sheriff Rogers. ¿Me informó mal la viuda Barnes y el enfermo tiene algo más que un resfriado, o es que se volvió usted hipocondríaco? — Preguntó señalando el improvisado cubre bocas.

— Yo, no lo sé doctor. Esperaba que usted lo inspeccionara y me diera su opinión. El hombre es extranjero y tiene mucha fiebre que no consigo bajar, así que quien sabe qué tipo de enfermedades pueda traer.

— Está bien, está bien, no se ponga nervioso. Lo inspeccionaré en seguida, pero si ha visto algo raro además de lo que me dice, le agradecería que me lo contara, para poder afinar así mi diagnóstico.

— No, yo... Doctor Banner. ¿Le importaría inspeccionarme a mí también? — La cara de nerviosismo de Steve era más que evidente.

— ¿Por qué Sheriff? ¿Se siente mal? ¿Le duele algo?

— Yo, en realidad... — Banner no le dejó terminar.

— Vi cómo le golpearon los hombres de Fisk. ¿Siente dolor acaso en alguna zona privada que le de vergüenza decirme? Este es mi trabajo Sheriff Rogers, si me permite puedo inspeccionar que todo esté bien, no vaya a ser que tenga alguna hemorragia interna o algo roto.

— No, estoy seguro de que no tengo nada de eso, yo en verdad... sólo quería saber si me podría haber contagiado de lo que sea que tenga el extranjero.

— Pues primero veamos que tiene ese extranjero, y luego comprobaré si usted, tiene los mismos síntomas. ¿No le parece? — El doctor le habló condescendiente, como si tratara con un niño pequeño, cosa que puso aún más nervioso a Steve, al parecer no le tomaba en serio y él tampoco estaba dispuesto a contarle sobre sus síntomas.

Para sorpresa del Sheriff, el doctor entró en la habitación donde yacía Tony sin precaución ninguna, y comenzó a inspeccionar al enfermo; mientras Steve rezaba observando desde fuera, que el castaño no murmurara su nombre en aquel preciso momento. Por suerte para él no lo hizo, sino que siguió con los sonidos ininteligibles de hacía un rato. El doctor había traído medicinas y pudo ver cómo además de revisarle le inyectó alguna de ellas.

— No se preocupe, este hombre sólo tiene una fuerte gripe. Con lo que le he dado pronto bajará su fiebre y despertará. Por lo demás está perfecto, bien hidratado, buen tono muscular, su fondo de ojo está bien y tiene buen color. No debe preocuparse de nada. Lo más que le puede contagiar es un resfriado o una gripe, y eso para un tipo fuerte como usted, no es grave.

— Y. ¿Y qué hago con él? — Preguntó retirándose poco a poco el cubre bocas.

— Pues nada. Le ha atendido muy bien, ahora sólo tiene que esperar a que despierte, y cuando se encuentre mejor, enviarlo a casa. No tiene que estar asustado, este hombre, dejando a un lado su gripe, está totalmente sano. ¿Quiere ahora que le revise a usted? ¿Ha sentido también fiebre o algo así?

— Creo que no, yo... Doctor, Bruce. — Steve se sentó para poder de una buena vez, preguntar lo que quería saber—. ¿Usted entiende de problemas de la mente?

— No demasiado. Verá, yo no soy ese tipo de doctor, pero si necesita contarme algo le puedo escuchar. A veces leo sobre esos temas, este tipo de enfermedades están muy de moda en las clases altas, y siempre he soñado con ser médico de ciudad. ¿Ha notado algún comportamiento extraño en el forastero? Y me refiero a extraño de verdad, porque huele a alcohol, así que es posible que sólo haya visto los típicos desvaríos de un hombre ebrio.