El Forastero Sin Estrella.

Capítulo 16.(Caderas)

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No hubo más opción que recomponerse y fingir que nada había pasado ahí. Por la seguridad de ambos, el chico no debía saber. ¿Cómo le explicarían algo así, cuando se notaba que nadie le había hablado de nada relacionado al respecto?

A Steve le dio la sensación de que para Tony, no había sido tan difícil el levantarse, acomodarse la ropa, y fingir que nada había pasado, o tal vez fue percepción suya; pero él aún se sentía extraño, como en un sueño o una nube, por lo que no consiguió articular palabra durante todo el proceso. Por suerte tanto el niño Parker, como Stark, se bastaron solitos para llenar el ambiente con su conversación.

— ¿Y bien? No sé tú Sheriff, pero tanto el chico como yo nos morimos de hambre —. Tony acarició su estómago — ¿Será que puedo invitaros a comer? — Steve sintió sus mejillas arder, abrió la boca y la cerró de nuevo sin llegar a articular palabra. Aún no asimilaba la normalidad por la que irremediablemente estaban obligados a pasar.

— ¡Sí señor Stark! ¡Vayamos a la cantina a comer! — Interrumpió el chico — La viuda Barnes a inventado un plato que le va a encantar. Tiene carne roja picada, metida entre dos tortas de harina y muchas cosas más.

— Bien, supongo que no puedo perderme nada de eso —. ¿Viene Sheriff? — Steve jugó con sus pies aún sonrojado y sintiendo el calor de momentos atrás, después asintió con la cabeza y simplemente les siguió; no había probado bocado en mucho tiempo y aunque no estaba seguro de poder hacerlo, supuso que intentarlo era lo más sensato.

En la cantina era hora punta y tuvieron suerte de encontrar una mesa para ellos junto a la ventana. Cuando entraron varios se les quedaron mirando, no porque sospecharan nada, sino porque Tony aún era una cara nueva para ellos y tampoco era usual ver a aquel trío juntos. En Timely nada pasaba desapercibido. Tomaron asiento uno frente al otro y Peter junto a Tony.

Natasha que les vio llegar desde la barra, aún cargada de trabajo, decidió acercarse enseguida a su a tomarles nota, totalmente sorprendida por ver a su amigo ahí, el cual suponía aún se encontraba sumido en aquel extraño trance en el que llevaba desde que lo encontraron en el desierto.

— ¿Me van a decir caballeros, quien de ustedes dos logró sacar a este alma en pena de la comisaría? — La pelirroja bromeó mientras se disponía a apuntar.

— ¡El señor Tony volvió, Nat!

— Si, eso ya lo veo Peter, y por lo visto entre los dos habéis sido más persuasivos que yo con este cabezota —. Tony apoyó su mejilla sobre su mano, y miró embelesado a la cantinera mientras batía sus pestañas de un modo exagerado, ella rodó lo ojos.

— ¡Vamos a celebrar con tu nuevo plato! — Exclamó Peter tirando del mandil de ella.

— Y con mucha cerveza para ambos, y un zumo para el chico —. Nat ignoró deliberadamente a Tony y se dirigió de nuevo hacia el niño.

— Mi nuevo plato se llama hamburguesa Peter, y espero que les guste a tus acompañantes, aunque no parecen de paladar muy exigente, sino que más bien traen cara de muertos de hambre —. Lanzó una mirada al rubio, que este adivinó era un regaño porque ella suponía que no se habría comido las viandas que le llevó.

Una vez se hubo marchado la chica ya con el pedido apuntado, el silencio se instauró en la mesa por un momento, hasta que inesperadamente el Sheriff lo rompió.

— No es necesario que molestes a Natasha con tus coqueteos cada vez que la ves ¿Sabes?

— ¿Eso son celos Sheriff? — Susurró el castaño para que nadie más que ellos lo escucharan.