Sus besos eran hipnóticos, las caricias posesivas y dulces me desconcertaban pero estaba gustosa por ello, perdida en esos pozos avellana ahora de un tono más oscuro de lo que eran, mi cuerpo atraído al suyo como si fuésemos un imán, todas las emociones. Todo se sentía bien.
—Gruñona... —le escuché jadear momentáneamente cuando mis manos siguieron el camino por su cuerpo, sin despegar mis labios de los suyos.
—Logan. —ahora fue mi turno de jadear cuando sus besos llegaron a mi cuello, tiré la cabeza hacía atrás suspirando por el mismo placer.
No entendía como podíamos llegar de ser algo sin orden a los más dulce del mundo, quizás Logan tenía razón éramos una canción incoherente.
Sus manos se afirmaron en mi cadera y las mías en sus omóplatos, cerré los ojos mordiendo con fuerza mi labio inferior, ahogando cualquier sonido en mi garganta, cuando nuestros cuerpos empezaron a sincronizarse en aquel vaivén.
Terminé clavando mis uñas en su espalda, ocultando mi rostro contra la curvatura entre su cuello y hombro, apretando mis labios.
—No existe duda. —susurró roncamente él, sujetándome contra su cuerpo, un gemido se escapó de mis labios cuando llegamos a esa cúspide que tanto habíamos alargado.— eres todo.
Cuando volví a la realidad, unos segundos después, me sonrojé.
—Mierda... —fue lo primero que dije, había vuelto a caer en sus redes de nuevo, pero gustosamente.
Mentalmente estaba regañándome, pero la visión de Logan con el cabello despeinado sujetándome tan dulcemente entre sus brazos me tenía hipnotizada, sus ojos habían recobrado esa chispa juguetona que tanto me gustaba.
Ya tenía una clara referencia, una discusión y caíamos en ese pozo sin fondo, prohibido para mi. No importaba dónde fuese o en qué lugar, siempre encontrábamos la forma de volver a los brazos del otro.
—Últimamente he empezado a amar esa tonalidad en tus ojos cuando me miras, gruñona. —dijo él acariciando mi mejilla lentamente, con aprecio. Beso mi frente y me bajo de la mesa de las conferencias acomodando mi falda a su debido lugar al igual que el resto de mi vestimenta.— ¿sigues diciendo que en ese corazón tuyo no hay espacio para mi? —alzó una ceja manteniéndome sujeta de la cadera, cuando yo ya me encontraba como si nada hubiese ocurrido hace unos minutos atrás.— eres mía, gruñona.
—Tonto. —murmuré en voz baja entrecerrando mis ojos pero no lo aparte, es más a pesar de que su tacto quemaba mi piel, me gustaba.— que sea la última vez que me manipulas así. —añadí apoyando mis manos sobre su pecho manteniendo un poco de espacio.
Él ya se encontraba con su traje completamente en su lugar, sus cabellos castaños peinados a su estilo y esa sonrisa cegadora suya.
—Mírame y dime qué no mientes, entonces. Porque lo de hace unos minutos atrás no fue un sueño. —le escuché bromear con lo último y en sus labios adornados con una sonrisa socarrona ahora, no estaba en contra de lanzarle mi tacón, pero me contuve, preferí intentar otra cosa mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.— tan linda y tan adictiva, Collins.
—Logan, qué acaso en lo único que piensas es en s...
—Señor Hale. —la voz de un hombre a nuestras espaldas me hizo separarme de él con rapidez antes de que la puerta se abriera por completo. Sonreí victoriosa guiñándole un ojo al dios griego de ojos avellana, porque había logrado mi cometido como una pequeña venganza.
ESTÁS LEYENDO
Te Prohibo Enamorarte
Sonstiges- Sabes que no puedes evitarlo, ¿verdad? - Seguiré amándote. - Pero yo no. - Es imposible controlarlo, nena. - Nunca. - Nunca digas nunca... -murmura, acercándose peligrosamente. Emily dejó de creer en el amor hace tiempo. Las decepciones de su pasa...