Candy Candy CAMINO QUEBRADO

CAPITULO 15 CONOCIENDO EL MIEDO

Candy pasó los mejores días desde que se había casado con Jack. Nadie le hacía sentir a Candy que sospechaban que no era feliz, pero era ilógico no saberlo, Nadie excepto Candy creyó que Jack era lo mejor para ella. Ahora se lamentaba de tomar desiciones tan a la ligera. Revisó y releyó en varias ocasiones las cartas de Terry " nada ha cambiado en mi y te amo Candy" tan solo leerlas y repetirlas en su cabeza hacia que en su estómago revolotearan miles de mariposas, en realidad nunca saldría de su corazón era un amor eterno como la escencia misma de la vida.

Amor que quema la piel
Que da fuerzas para vivir
Que alienta el alma a seguir
Que alimenta la vida

Fuerza de impulso en la vida
Trampolín de la vida
Razón de vivir
Sin amor ya nada tiene sentido
Entonces preferiría morir.

En tus ojos quiero volar
Tu mirada me hace sonrojar
Y al oír tus latidos
Supe en realidad que es amar.

La semana terminó y Candy había vuelto a tener alegría, en su rostro sus ojos se iluminaron, las mejillas habían recuperado su color rosado, pero ahora había llegado la hora de regresar a su triste realidad. Candy nunca era chica que se dejara vencer por nada, pero ahora le pesaban hasta las piernas para querer regresar. Las cartas quería llevarlas con ella pero prefirió guardarlas en el joyero que el Duque le había regalado, ahí guardaba sus tesoros más grandes recolectados en su vida. Los recortes de Terry del periódico, el emblema de los Andry, la cajita de música que le había devuelto Paty, unas alhajas que Albert le había regalado en su cumpleaños y ahora las cartas de Terry, tan solo nombrarlo su cuerpo se estremecía.

Por la tarde subía al carruaje acompañada de Albert y Margareth por obvio Albert no la dejaría sola en su regreso tenía dos meses de embarazo y cualquier cosa podía suceder. Al llegar a su departamento Albert le ayudó con su maleta y subieron las escaleras, Candy con cuidado metió la llave en la chapa y al abrir la puerta estaba Jack sentado en un sillón frente a la puerta, Candy atinó a decir  - ¡Buenas noches Jack!  - ¿Donde demonios te largaste sin mi permiso? - Yo te dije que necesitaba descansar  - ¡Y te mandas sola!. - Sabes que estás casada conmigo y no puedes hacer lo que se te dé la gana,  oíste, jalándola  del brazo. Albert estaba detrás de la puerta escuchando hasta el punto que no aguantó más.
- Un momento Jack, que se haya casado contigo no te da derecho a lastimarla, así que ¡suéltala! ( Lo dijo en tono enérgico). Ella no es tu propiedad y yo te advertí que la cuidaras y no le hicieras daño sabes bien la condición Jack, eso que nunca se te olvide. Y cuando yo quiera porque es MI HIJA me la llevaré cuando YO QUIERA ¿entendido?

Albert volteó a ver a Candy y la abrazó, una lágrimas amenazaban con salir en cualquier momento, pero le preocupaba más la cara de desconcierto y terror en Candy. - Pequeña ¿estás bien? Candy solo asintió, y se limpió disimuladamente las lágrimas, Albert veía con coraje y una mirada chispeante salió de sus ojos a la cara de Jack, quien ya se encontraba con la cabeza baja. Jack solo atinó a decir  - ¡Lo siento señor Albert! No volverá a suceder. Eso espero contestó Albert furioso.

Pequeña me voy ¿vaz a estar bien? - Si Albert vete tranquilo y despídeme por favor de Margareth, dile que cuando guste le acompaño a ver lo de su vestido. Está bien pequeña cuida ese bebé y te veo pronto. Diciendo esto Albert se dió la media vuelta y se fué.

Candy tenía miedo de la reacción de Jack, hasta donde podía de capáz de llegar a hacerle daño. Ahora ya no era el tierno Jack que había conocido, era un total extraño.

Jack la miró y le dijo que aún no había cenado que le hiciera algo, se sentía muy cansado. La verdad es que Jack estaba enfermo, el tiempo que pasó al frente de guerra le había causado un gran daño psicológico, todas las noches tenía pesadillas de los bombardeos y de los cuerpos destrozados que encontraban a su paso. Nunca lo dijo para que no lo fueran a mandar a casa sin dar servicio. Pero ¿quién hace más daño? Aquel que reconoce que necesita ayuda o el que cree que todo está bien mientras su entorno se derrumba por temores.