Candy Candy CAMINO QUEBRADO

CAPITULO 26 Un viaje, sintiendo el amor

Neal y la Tía Elroy llegaron un rato después a la fiesta donde todo estaba marchando de maravilla, la seguridad se había triplicado después del incidente, Candy y Terry aceptaron debido a la insistencia del Duque ya que este, seguía presintiendo algo no muy bueno. Se sirvieron de sopa una crema de alcachofa, la favorita de Candy, codornices en pétalos de rosas,
crème brûlée y una enorme tarta de chocolate obvio los alimentos fueron acompañados con vino tinto Cabernet Sauvignon y champagne Chandon para el brindis, todo era perfecto, los novios bailaban y bailaban al ritmo de la música. Llegó el momento de bailar Candy con el Duque y Terry con su madre, después la siguiente pieza fue con Albert y Terry con Margareth, Albert sentía como si se despidiera de su pequeña, la vida se iba en ello, cuanto tiempo y aventuras habían pasado, los años de cuidarla, una lágrima rodó sin aguantar más. ¡Albert estás llorando! musitó Candy. No Pequeña, bueno no son lágrimas de tristeza son lágrimas de alegría, por fin serás muy feliz. - Albert, perdóname por no escucharte cuando te oponías a lo de Jack, yo pensé que no querías, Albert la calló poniendo su dedo en sus labios, no Pequeña para ese momento mí corazón ya había encontrado su otra mitad. Candy la volteó a ver y con un risita le dijo " es muy linda Albert" si Pequeña muy hermosa. Los chicos estaban encantados, todos bailaban y bailaban. Candy volteó y vio a Neal solo, triste y en un rincón como si se culpara de lo que había sucedido. Candy sin titubear se acercó a él, - Neal ¿Estas bien?  - Lo siento Candy no imaginé que mi hermana terminara así, yo esperaba que se olvidara de todo y cambiara su camino. Candy lo reconfortó con un abrazo y le dijo que le agradecía mucho su ramo estaba hermoso, Neal levantó su rostro sorprendido y le dijo - Candy yo...era como una ofrenda de paz, por todo lo que te hice cuando niña.  Neal yo siempre los perdoné, desde niña, que no cada travesura que hacían siempre lo olvidaba aunque tu siempre fuiste el más llorón. Neal abrió los ojos como plato y con la boca abierta; No me veas así, yo me daba cuenta todo el tiempo, hasta cuándo Terry te ponía en tu lugar,  - jajaja yo Candy bueno, este yo. - No Niel no digas nada, tú solo te dejabas manipular por Eliza y tu madre aunque ahora tu vida es diferente y eso es bueno, porque ahora pienso que encontrarás una buena mujer y formarás una muy buena familia, Candy se levantó y le dió un tierno beso en la mejilla, gracias Neal.

La fiesta estaba llegando a su fin. Terry estaba desesperado por escaparse ya quería irse con su pecosa, esa noche la pasarían en el hotel Drake, en una suite de lujo para partir a la mañana siguiente hacia Inglaterra.

Candy y Terry brindaron por su boda deseando a todos  mucha felicidad, el turno de lanzar el ramo estaban todas las jóvenes solteras incluyendo a Margareth, por increíble que pareciera como obra del destino Candy lanzó con tal fuerza el ramo que fué a dar a manos de Neal, todos se quedaron atónitos y rieron a la vez pues todos se imaginaban que podría quedar el ramo en manos de una chica soltera pero ¿De Neal? ¿Como? Lo mismo se preguntó Neal, Candy se rió con picardía y se preparaba para despedirse e irse con su amado.

Un carruaje especial con dos hermosos caballos blancos llevaría a la pareja al hotel donde ya estaban sus pertenencias. Albert estaba listo para llevar a Margareth de vuelta a su hogar, todos despidieron al los novios y con ello, poco a poco se fueron retirando.

Neal se cambió de ropa y regresó a velar el cuerpo de su hermana el cuál sería sepultado en Chicago en el más íntimo de los cortejos y no sería llevada a Lakewood por orden del patriarca de los Andry, junto a Neal la Tía Elroy lo acompañaba con una maleta de remordimientos y culpa a sus espaldas.

Albert al llegar a la residencia de Chicago se preparaba para por fin descansar cuando el mayordomo le indicó que ya estaba listo su equipaje y con el una nota. La miró y vió el sello Grandchester.

Sir William Albert Andry.

Por medio de la presente le informo que está pagado un pasaje en el barco en el que partimos mañana para llevar a cabo la misiva de develar el secreto. Nos vemos mañana.