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KyungSoo dejo caer su kimono y se metió al jacuzzi. Rizos de vapor se elevaban sobre el agua turbulenta. MinSeok lo esperaba. KyungSoo se sentó junto a él. Su cuerpo delgado, de piel blanca, contrastaba con el relleno cuerpo bronceado de su criado.

Afuera caía una lluvia torrencial. Un relámpago cruzó el cielo de Ciudad Morgue. KyungSoo lo vio a través del ventanal del penthouse. Velas blancas rodeaban el jacuzzi, y las bocinas ocultas emitían la "música" del último CD de EXO.

El agua remolineaba en el pecho plano de KyungSoo. MinSeok se acercó a él hasta que sus pieles, blanca y bronceada se rozaron.

—¿Por qué tan pensativo, amo KyungSoo? —preguntó MinSeok.

KyungSoo no respondió. MinSeok podía ser muy eficiente pero no podía comprender lo que pensaba su amo. KyungSoo no sabía cómo transmitir en palabras el concepto de vacío, a pesar de ser un triunfador en todos los campos, liberado de una familia horrenda, de una educación estricta, de la necesidad de un hombre. Algo faltaba o no sentiría ese vacío interno. No se trataba, por supuesto, del trillado "hueco en el corazón". Más bien se sentía como un hueco en el páncreas. O en los riñones. O en la arteria carótida izquierda. ¿Un hijo adoptivo llenaría ese hueco? Odiaba a los niños ¿cierto? Aún así...

—El amo KyungSoo no me quiere decir —insistió MinSeok.

KyungSoo lo vio, como si hasta entonces advirtiera su presencia.

—Dime una cosa, MinSeok. ¿Qué vas a hacer con tu hijo?

—¿Con Chen? —preguntó el criado sorprendido—. ¿El amo KyungSoo me va a correr con mi Chen?

KyungSoo sintió como su cuerpo se relajaba en el agua. Pasó un brazo por los fuertes hombros del chico.

—No estoy diciendo eso, estúpido, aunque es una posibilidad. Sólo estaba pensando en que... ya que el padre de Chen se suicidó...

—Lo mataron los del gobierno, usted lo sabe, lo crucificaron y...

—Eso no es verdad —cortó KyungSoo—. Tu marido era amante de un comunista satánico. Fue él quien lo crucificó, no el gobierno. Así lo dije en mi noticiero, y esa es la verdad. No vuelvas a decir idioteces que no te convienen. Ya eres bastante afortunado de que te haya recogido.

—Perdón —inclinó MinSeok la cabeza.

—En fin —continuó KyungSoo—. Ya que Chen no tiene padre, y que tú, bueno ¿me amas?

—Lo amo a usted, sí, lo amo...

Como para dar peso a sus palabras, MinSeok acercó sus labios a los de KyungSoo. Ambos se besaron durante unos minutos, suficientes para que se excitaran. KyungSoo mordió los pezones de MinSeok. Tenían un sabor a canela. KyungSoo apartó la boca.

—Yo no te amo —murmuró KyungSoo.

—No hace falta que usted me ame. Este esclavo sabe que el amo KyungSoo no ama nada ni cree en nada. Y usted sabe que MinSeok cree y ama por los dos.

KyungSoo tomó el falo de MinSeok y comenzó un rápido vaivén, de arriba hacia abajo.

—Por amar te enredaste con un perdedor —sentenció KyungSoo—. Y por creer te embarazaste. Ahora Chen tiene tres meses, pero ¿qué vas a hacer después? Me refiero a que ¿vas a soportarlo toda la vida?

El llanto de Chen, proveniente del cuarto de servicio, pareció confirmar sus palabras.

—Un hijo es para toda la vida —dijo MinSeok entre suspiros de excitación—. ¿O si usted concibiera un...?

KyungSoo hundió la cabeza de MinSeok en el agua. El muchacho no opuso resistencia. Sabía que su amor lo estaba castigando por sus palabras. Al amo KyungSoo no se le podía insinuar aquello. ¿Lo ahogaría esta vez? Pensó en Chen, en qué haría el pobre niño si quedara huérfano. Pero MinSeok creía en el amo KyungSoo. Él no lo mataría, sólo le daba una lección de disciplina, y así fue. KyungSoo lo soltó. MinSeok sacó la cabeza del agua y boqueó, recuperando el aire.

Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora