XXIII

107 26 3
                                    

Tanto JunMyeon como Shin DongHee estaban decepcionados por el desempeño de KyungSoo. ¿Por qué se quedó callado? ¿Y qué significaba eso de que Santa Sirena se apareció en un foro? El más sorprendido fue JunMyeon. Si no conociera la trayectoria y el modus operandi de KyungSoo, podría asegurar que estaba favoreciendo a ChanYeol.

—¿Lo ves, JunMyeon? —murmuró SeHun convencido—. ChanYeol es alguien especial. A su alrededor suceden cosas, y no es mi imaginación. Es un enviado del cielo.

—No puedes dejarte llevar —objetó JunMyeon, mientras en los monitores aparecía un comercial de whisky—. Eso de la imagen fue sólo una coincidencia. A mí me pareció una simple mancha de humedad.

—Ateo, incrédulo. ¿No sabes que para entrar al reino de los cielos hay que ser como niños?

—¿Y a ti no te parece que sería peligroso el que la gente creyera en ChanYeol, a tal grado que eclipsara tu imagen?

—La importancia de ese chico —respondió SeHun viéndolo fijamente—, entre otras cosas, radica en su maravillosa personalidad. Sus dones sobrenaturales podrán unificar a negros, pobres y ricos.

—Peor aún. ¿Para qué quieres unido al pueblo? ¡Eso es lo que quiere "El Marqués"!

—Con esos deformes ojos no ves nada. ChanYeol podrá lograr que hasta los rebeldes se sometan si creen en él. Porque ChanYeol estará a mi lado y trabajará para mí, ambos someteremos al pueblo como no han podido hacerlo la religión y el ejército. Además de los beneficios que traerá a mi vida. Lo veo cada vez más claro.

—No entiendo. ¿Piensas darle poder a ChanYeol? ¿A alguien que salió de la nada?

—No, JunMyeon. Él me está dando poder a mi. Y ya deja de hacerme preguntas, que me aturdes. Déjame solo.

JunMyeon salió del pasillo más preocupado que antes. Conocía el lado obsesivo de SeHun mejor que nadie, pero ahora parecía desquiciarse cada vez más. No quería imaginar a ChanYeol convertido en una especie de Rasputín. ¿Qué le garantizaba a SeHun que el muchacho quisiera ayudarlo en sus planes? ¿No era más lógico esperar que ChanYeol se aprovechara del presidente?

Pero ¿aprovecharse para qué?

En el foro de noticias, y en tanto continuaban los anuncios, KyungSoo recibió una llamada de DongHee.

—¿Por qué no me dijiste que estabas de parte de ChanYeol? —le reclamó.

—No lo estoy, señor obispo —KyungSoo había vuelto a sentarse y contestaba casi mecánicamente, mientras estaba al pendiente de la cuenta regresiva en el monitor.

—¿De quién fue la idea de pintar esa imagen en la pared?

—Eso quisiera saber. Disculpe, tengo que volver al aire.

—¡Más te vale que acabes con ChanYeol, o esto se va a convertir en...!

KyungSoo colgó. Habló con HeeChul por el apuntador.

—Kim, encuentra quien pintó la imagen y levántale cargos.

—Sí, pero ya concéntrate —respondió él con la voz agitada—. Faltan treinta segundos.

—¿Por qué te resistes a creer, Soo? —preguntó ChanYeol—. Todo sería más fácil si te dejaras llevar por mi energía.

—¿De qué energía hablas, loco de mierda? —replicó él—. Si piensas que me vas a enajenar como a los demás, conmigo te estrellas.

—Eres tan hermoso...

—¡Púdrete! Ya veremos si sonríes cuando reanudemos la entrevista.

—Hablas como si esto fuera una pelea de boxeo —rió ChanYeol haciendo la farsa de un boxeador—. La pelea del siglo: Do KyungSoo contra Park ChanYeol.

Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora