IV

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Después de seis años de manipulación informativa, el equipo de producción de KyungSoo había adquirido una gran habilidad para los reportajes urgentes. Apenas minutos antes, JunMyeon había llamado a HeeChul para ordenarle despedazar la reputación de los manifestantes presos, y éste le comunicó la orden a KyungSoo. Para él, esas ocurrencias no eran sino el reflejo de la creciente inseguridad y paranoia de SeHun. ¿Qué importancia podía tener, después de todo, un pequeño grupo de rebeldes? Entre ellos se encontraban tal vez, uno o dos cabecillas menores. ¿Y eso qué? Mientras no cayera "El  Marqués", lo demás no tenía tanta importancia como para ocupar los titulares. ¿No quería SeHun que nada empañara su "mundo feliz" al estilo Huxley? Aquella no era sino una de sus contradicciones, con las que KyungSoo tenía que lidiar todos los días.

KyungSoo conocía, mejor que nadie, la verdadera situación política de Morguenia. Errores administrativos y tecnocraticos, represión, descontento creciente de los bajos estratos. Pero el público, su público blanco de clase media y alta, sólo veía lo que él les presentaba, y pensaban lo que él quería que pensaran. Por siete imbéciles las cosas no iban a cambiar, y quién sabe si no sería contraproducente mencionar a los "comunistas satánicos" el día de la toma de posesión. En fin, órdenes eran órdenes, y aquello también parecía la forma estúpida que SeHun tenía para imponer su voluntad. Tal vez incluso él creía lo que KyungSoo quería que creyera. Que tenía control sobre él.

"Pudrete, SeHun", pensó, mientras, con su expresión profesional, informaba:

—Esta mañana fueron aprehendidos siete comunistas satánicos que realizaban una misa negra a la misma hora en que nuestro bendito líder, el general Oh, celebraba su toma de posesión. Los nombres de estos criminales depravados son...

Mientras leía mecánicamente los nombres, KyungSoo pensaba que aquello tenía su lado satisfactorio. Estar sentado frente a la nación, ayudado por una escenografía vanguardista propia del nuevo siglo, vestido con su traje sastre de tres mil dólares y despedazando reputaciones y vidas con su bien modulado timbre de voz. Aquel a quien KyungSoo llamaba criminal, lo era, sin réplica posible. Y eso lo hacía hacía sentir como a un dios. Es más, incluso lo excitaba. Cómo en otras tantas ocasiones en que convertía en culpables a inocentes, KyungSoo sintió como su miembro comenzaba a endurecerse.

—Veamos ahora el siguiente reportaje —continuó—. Estamos en vivo con Byun BaekHyun. Adelante, BaekHyun...

Con práctica, resultaba efectivamente muy fácil realizar este tipo de reportajes en vivo, como el de esa noche. Los foros ya estaban preparados, de acuerdo a lo que conviniera presentar: una choza en la selva, un laboratorio clandestino de drogas, una sórdida casa de citas o, como en ese caso, un templo satánico. Lo más grave que le podía pasar a un morgueniano era que Do KyungSoo lo tildara de comunista satánico, porque equivalía a una sentencia de muerte social y, en muchas ocasiones, también de muerte física.

—Nos encontramos en el lugar donde fueron capturados los siete comunistas satánicos que esta mañana realizaban una misa negra —informaba BaekHyun desde el foro—. con el objetivo de estropear la toma de posesión del general Oh...

La cámara hizo un paneo para captar imágenes de demonios, cráneos con cuernos, una cruz invertida y hasta un póster de Eddie, la mascota de Iron Maiden. Todo servía para impactar a la opinión pública.

—Podemos ver con horror el material inmundo con que estos delincuentes se burlaban de nuestros valores nacionales —BaekHyun se acercó al póster de Eddie—. Vean, por ejemplo, este cuadro con una diabólica imagen de la muerte. Verdaderamente espantoso.

Una mujer, vestida humildemente, irrumpió en escena. Tenía el cabello revuelto y el rostro bañado en lágrimas.

—¡Señor, no permita que me vuelvan a golpear! —gritó la mujer, arrodillándose a los pies del reportero.

Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora