7:00 p.m.
Reunión en las oficinas de gobierno de Morguenia. Una orquesta de cámara interpretaba la Primavera de Vivaldi. Bajo los candiles de araña dispuestos en línea a lo largo del pasillo alfombrado, los invitados especiales hacían fila para saludar y felicitar personalmente al general. KyungSoo estaba formado detrás del director del Instituto de Censura, un hombre gordo y calvo cuya labor consistía en prohibir la mayoría de películas, libros y discos que intentaban entrar al país. Detrás de KyungSoo, no paraba de parlotear Tiffany Wang, la cronista de sociales con más prestigio, una mujer cacatúa con aires de jovencita.
—Ahora que nuestro querido líder estará con nosotros seis años más —atosigaba Tiffany a KyungSoo con su voz chillona—, sería conveniente que acentuaras su vida social, my dear. Vas a necesitarme, you know? Yo puedo aumentar tu rating. No es que te haga falta, no, no pero...
—Voy a pensarlo, Tiffany —sonrió hipócrita KyungSoo.
¿Por qué tardaba tanto la fila? En fin, habría que esperar democráticamente su turno como todos los demás. KyungSoo cambio de mano su pequeño y elegante maletín, que llevaba dentro el vídeo del motín.
—Dios quiera que el buen general nos dure many, many years —continuó Tiffany—. There's so many peace in Morguenia, so many happiness...
—Todo el pueblo está con él —respondió KyungSoo sin que Tiffany notara su sarcasmo.
Finalmente llegaron al estrado donde SeHun, en su silla de ruedas, recibía los saludos. KyungSoo sintió cierto asco al ver el deseo que aquel único ojo sano lo miraba.
—Adorable KyungSoo —sonrió SeHun tomando la mano de KyungSoo entre las suyas, como si acariciara un animalito. Se había quitado los guantes y sus manos estaban anormalmente frías. Otra sensación desagradable para el periodista.
—Felicidades, general —dijo él con su sonrisa de corazón más encantadora.
—Espero seguir contando con tu excelente trabajo... y tu encanto.
SeHun lo atrajo suavemente hacia él, jalándolo de la mano.
—Así será, general —respondió él, sintiéndose cada vez más incómodo.
—Y me gustaría... —KyungSoo percibió su aliento con penetrante olor a eucalipto y tuvo náuseas— me gustaría que en este nuevo periodo presidencial, tú y yo tuviéramos una colaboración más estrecha.
SeHun apretó su mano con fuerza.
—Es necesario —continuó—, que el gobierno y los medios de comunicación estemos unidos ¿no crees?
Al sonreír, SeHun enseñó un colmillo de oro. ¿Qué demonios pretendía? ¿Darle un beso en la boca? ¿En qué estaba pensando? KyungSoo le dio un beso en la mejilla, salvando la imprudencia de SeHun y evitando lo que pudo convertirse en un escándalo. Sin duda, el general estaba cada vez más torpe, social y políticamente, y eso traería consecuencias tarde o temprano.
—Nuestra colaboración seguirá tan profesional como hasta ahora —dejó en claro KyungSoo, amablemente pero con firmeza.
"No soy tu puta", pensó, sin embargo.
—Quiero que tú sigas siendo el periodista número uno del país.
—Gracias, general.
—Y entretanto, quizás...
—Por cierto —cambió el tema KyungSoo—, le traje un pequeño obsequio.
KyungSoo me ofreció la cinta.

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Park ChanYeol
TerrorChanYeol está por enfrentarse, al menos, a dos enemigos muy poderosos, mucho más que un profesor que había enfrentado antes, el profesor Kang. El primero de ellos es Do KyungSoo, el rey de los medios de comunicación en el país, un hombre hermoso, hi...