XVII

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KiHyun, el jefe de cómputo, casi saltó de su asiento cuando KyungSoo le puso la mano en el hombro.

—¿Qué pasó, inútil? —le recriminó—. No me has enviado ningún correo y ya casi es media noche. ¿Ya tienes lo que te pedí?

—Dios está trabajando a toda su capacidad —explicó nervioso KiHyun—. Abrí dos líneas de investigación en el ciberespacio para trazar...

—No me salgas con tu mierda técnica. ¿Lo tienes o no?

—Estoy a punto de encontrar tanto al hacker, como el destino de la transferencia de fondos.

—¿En serio? —KyungSoo suavizó su actitud—. Después de todo, Dios es rápido...

Un reloj de arena sobre fondo azul parpadeó.

—En un momento aparecerá la respuesta —dijo KiHyun.

HeeChul se acercó, lo mismo que otros miembros del equipo de producción.

—Aquí viene...

KyungSoo acercó su rostro por sobre el hombro del muchacho, haciéndolo sentir incómodo por su hermosa proximidad. No todos los días tenía cerca a una belleza.

—¡Ya está!

KyungSoo lo obligo a levantarse del asiento, ocupandolo él.

DESTINO DE LA TRANSFERENCIA DE FONDOS: DISNEYLAND

—¿Qué? —protestó KyungSoo.

ESPECIFICANDO BANCO: BANCO DE LA ILUSIÓN.

—¿Qué estúpida broma es ésta? —miró KyungSoo a KiHyun.

—No lo sé... —KiHyun estaba sorprendido—. Yo...

La pantalla parpadeó y apareció el texto:

GOD IDENTIFICANDO HACKER

La imagen que apareció en pantalla fue la del Papa, en actitud de bendecir.

—¡Imbécil! —KyungSoo le dio un manotazo en la cabeza a KiHyun.

La escena resultaba graciosa, pero nadie se atrevió a reír frente a él.

—¡Joven, lo siento! —gemía KiHyun—. ¡Es la primera vez que falla! ¡No entien...!

—¡Largo de aquí! ¡Estás despedido!

KiHyun de levantó y salió corriendo, llorando como una colegiala.

—El Papa... —murmuraba KyungSoo tratando de controlarse—. Disneyland...

—Señor Do —llegó un asistente apresurado, con un celular—. Lo llaman por la línea presidencial.

—Lo que me faltaba —suspiró él tomando el teléfono.

SeHun apagó la luz de su oficina antes de hablar con KyungSoo. Mientras aguardaba, contempló con temor infantil las sombras en que se convirtieron los objetos. La droga que se había intentado minutos antes comenzaba a surtir efecto.

—Buenas noches, general.

Ah, su hermosa voz. SeHun de llevó una mano al notorio bulto en su entrepierna. Hacía tanto que no tenía una erección. Otra consecuencia del atentado que lo dejó inútil de la cintura para abajo.

—¿Si? ¿General?

—Esta noche has sido un chico desobediente —respondió él con voz grave.

—¿A qué se refiere?

—¿Por qué hablaste así de ese ciudadano... ChanYeol?

Pausa. La respiración de KyungSoo al otro lado de la línea. ¿O el aliento de mamá, prisionera dentro de ese hombre?

Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora