VII

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La comitiva motorizada de SeHun recorría la avenida principal de Ciudad Morgue. El ejército controlaba las calles aledañas, como era usual durante los operativos. La gente que quisiera ver pasar a la comitiva tendría que hacerlo a dos cuadras de distancia, por lo menos, y vaya que había quienes querían ver pasar a su presidente. A pesar del descontento cada vez mayor, aún había muchos que, influenciados por las noticias de KyungSoo, daban su visto bueno a la reelección de SeHun. Gente de buenas costumbres, nada de negros ni gente pobre. Los sacerdotes del mileniarismo, la religión dominante en Morguenia, también hacían su parte para mantener bajo amoroso control a grandes sectores de la sociedad.

La comitiva pasaría en unos momentos a un par de cuadras donde el anciano intentaba abrirse paso entre la multitud. Aquel día, posterior a la toma de posesión, se declaró feriado. El calor, a pesar de la temprana hora, ya resultaba insoportable. También había morbo en el ambiente, por la información de la noche anterior respecto a los comunistas satánicos. De alguna forma, la gente relacionaba el paso de la comitiva con el incidente, como si, sobre el toldo del auto de SeHun, fueran a exhibirse los cadáveres. Parecía absurdo, pero así se conducía la sociedad morgueniana.

El anciano se abrió paso hasta quedar en una digna segunda fila. Lucía mucho más saludable que en la madrugada, aunque seguía siendo viejo. Las miradas de la gente parecían echarle en cara semejante defecto, como si ellos nunca fueran a envejecer. Nadie deseaba estar cerca de un decrépito. Los bueno valores de la sociedad residían en la salud, la juventud y la belleza, y el anciano no poseía ninguno de los tres. Sí más o menos o toleraban era porque, después de todo, el anciano vestía mejor que ellos. El anciano percibía incluso su envidia cuando veían su traje Armani y sus relucientes Florsheim. Su escaso cabello lucía bien alisado con fijador. Nada de hebras de espantajo. Y en lugar de un desagradable olor a viejo, emanaba una cara fragancia.

Una pareja se hizo a un lado y el anciano ganó bla primera fila. Justo en ese momento, a la distancia, pasó el auto blindado y con vidrios polarizados de SeHun, a cien por hora, seguido de una larga escolta de motos y patrullas. Se elevó un murmullo de admiración, y una vez que hubo pasado la comitiva, la gente se dispersó.

El anciano observó sus rostros, algunos jóvenes y otros no tanto. Los cuarentones intentaban desesperadamente aferrarse a una imagen juvenil, usando pants y tenis, aunque el tiempo... vaya, si alguien sabía de tiempo era el anciano.

—¿Viste las noticias de la mañana? —escuchó al vuelo un diálogo, a sus espaldas.

—Sí —contestó una mujer—. Qué tremendo lo de esos pobres vigilantes...

—Pobres muchachos, los mataron con una saña...

—Seguro fueron esos comunistas satánicos.

—Desgraciados. Si yo fuera el general Oh, los mandaba descuartizar.

El anciano sonrió discretamente. No podía hacerlo de manera abierta, porque se suponía que los viejos ya no tenían motivos para sonreír.

La ceremonia en el Palacio de los Medios fue televisada a toda Morguenia. El gobierno de Oh tenía, como una de sus prioridades, proyectar al país como un "estado libre, plural y democrático, digno del mundo globalizado". SeHun leyó su discurso después del desayuno. En las mesas, distribuidas en el amplio y lujoso salón estilo art decò, los principales represalias de los medios se pusieron de pie para aplaudirle. Cada año se realizaba aquel magno desayuno, donde prensa, radio y televisión ratificaban su total apoyo al gobierno.

En esta ocasión, tocó el honor a KyungSoo de condecorar a SeHun, a nombre de sus compañeros periodistas. La condecoración de San Julián. Subió al estrado y dirigió unas emotivas palabras. Más aplausos. KyungSoo se inclinó hacia la silla de ruedas para colocar la medalla en el pecho de SeHun. Como siempre, JunMyeon se hallaba detrás del general, con sus lentes obscuros. Después del protocolo de finalización, JunMyeon se acercó a KyungSoo, quien estaba a punto de salir de lugar, y lo condujo de nuevo ante SeHun.

Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora