Capitulo 47

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Sexto mes
Narra Elena Weber

El sol entraba por mi ventana, la luz que los rayos que emitía eran extremadamente penetrantes.

La verdad hoy era de esos pocos días en los que podías estar relajada, de esas veces que te duermes tan cansada, pero durante el transcurso de ese descanso te acomodas a la cama de una forma que es difícil de evadir.

En esa forma, posición, modo, como lo quieran ver me encontraba.

Hasta que los dioses, el universo, lo que haya sido me mandaron una señal, bueno también pudo ser la nana.

Me habían recordado el motivo de festejo de este día, hoy sabría cuál sería el sexo de mis bebes.

Cómo si de nada se tratara me levante con una sonrisa enorme en el rostro, tomé la bata del perchero de mi habitación y baje las escaleras corriendo, es una manera de expresar.

Si hubiera bajado corriendo hoy sería el día del nacimiento y no del baby shower.

Cuando iba a mitad de la escalera me sorprendió que fuera la 1:00 p.m.
Vi el reloj colgado de la pared.

Había dos posibilidades, el reloj estaba descompuesto y marcaba la hora mal o realmente me había levantado muy tarde.

Lo segundo que me sorprendió fue ver a tanta gente con delantal blanco dentro y fuera de mi casa.

Unos llevaban comida, otros globos azul y rosa, uno incluso llevaba mesas.

Entre tantas miradas me sentía avergonzada y expuesta, dos simples razones para sentir eso.

1. Yo aún estaba en pijama ¿Quién rayos está en Pijam a las 1 de la tarde?

2. Todos los meseros eran hombres, no había ni una mujer, a excepción mía.

Ahora suma eso, que todos te vean estando en pijama, me sentía intimidada.

Con el rostro rojo seguramente salí de la habitación y me dirigí al patio trasero. Algo en mi me decía que Cristopher y la nana estarían ahí.

Les juro que lo sabia por mi instinto y no porque todos los meseros iban a ese lugar.

Empujando a los meseros por todas partes conseguí llegar a la parte trasera de la casa, el patio.

Efectivamente las personas más buscadas por mí estaban ahí.

Dirigiendo todo el evento.

- Buenos días - Dije admirando todo.

Estaba todo lleno de mesas con manteles blancos, las sillas eran de color plateado, en el centro de cada mesa había un adorno de cristal, una especie de florero, en su interior había flores, obviamente, de color azul y rosa.

Globos adornaban la entrada, todo estaba cubierto de carpas pues hoy es un día soleado.

- Buenas tardes - me corrige Cristopher.

El color rojo volvió a mi rostro, esta vez más intenso, aunque no me miraba yo podía sentir la temperatura que estaba adquiriendo mis rostro.

ROMANCE DE OFICINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora