Capítulo 49

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Narra Elena Weber


Ocurrieron dos cosas en ese momento, mientras estaba parada en el pasto mirando mi vientre.

La primera situación era que sabía que tenía dos bebés, serían mellizos. La grandeza del mundo.

La naturaleza, un dios, un milagro, lo que haya sido, me dio la oportunidad de tener dos bebés, una niña y un niño.

La segunda situación era que mientras yo caminaba sentí como uno de los dos, no sabía cuál, se estaba moviendo dentro de mí.

Me gustó imaginar que estaba discutiendo con su hermana de ser el niño el que se movía, o todo lo contrario.

Cuando iba a medio patio sentí algo que no podía expresar con palabras.

Era una sensación que desconocía, no sabía si era dolor, alegría, sorpresa.

Así que grite :

- ¡Cristopher los bebés! - este sin comprender que pasaba me alcanzó a donde estaba.

- ¿Qué ocurre? - la mirada que me dedico no fue otra que sorpresa.

Yo tenía mis piernas temblando, estaba totalmente impactada.

Era la primera de muchas veces que sentiría esto.

Tome la mano de Christopher y puse su mano en la parte de mi vientre que se movía.

- Esto pasa - cuando puse mi mano y el sintió a su hijo me dedico una mirada y dijo:

- Voy por la cámara - dejándome en pleno jardín corrió como si su vida dependiera de ello.

Había visto esta misma escena es cientos de película, nunca creí que me pasara a mi. El  chico guapo y fuerte corriendo por toda la casa en busca de una cámara para poder grabar un bello momento de familia.

Eso era, un momento familiar, una única situación que no se compraría con las demás. Ahora les explico por qué.

La primera vez de todo, lo que sea, es mágica, vives esa emoción que no se compara con las segundas veces.

No te esperas lo que pasara, tu tienes una perspectiva de algo que puede ser todo lo contrario.

Yo creía que el sentir los primeros movimientos de mi hijo sería algo extraño, el sentir algo dentro de ti no es muy común que digamos.

Pero mi perspectiva era errónea, fue la maravilla del momento.

Mientras estaba pasmada en aquel jardín sintiendo como los movimientos de uno de mis hijos subían de tono, yo me dedicaba a apreciar cada uno de ellos.

Mi tarea en aquel momento era cerrar los ojos y olvidarme de todos los sentidos, bueno a excepción del tacto.

Con los ojos cerrados imagine mi vientre, imagine a mis hijos dentro de aquel reducido espacio, imagine como era que se movían.

Al imaginar todo eso mi corazón comenzó a palpitar muy rápido, mi garganta se empezó a cerrar, mis ojos parecían dos lagos pues las lágrimas comenzaban a acumularse.

Fue entonces cuando dejé que mi corazón hablara :

- Aún no están aquí y ya los amo con todo mi corazón, aun no los tengo en mis brazos y ya son deseados, aun no los conozco y siento que los llevo dentro de mi toda la vida.

Mi reacción ante ellos debió de ser impactante pues al terminar de decir aquello sentí un golpe o patada en mi vientre.

Lo tomé como signo de amor, ellos sentían lo mismo.

ROMANCE DE OFICINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora