Capítulo 59

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Narra Elena Weber

Desde que tengo uso de la memoria recuerdo haber dicho siempre que las personas son seres controlados por un unico sentimiento.

Decía que ese sentimiento podía llevarlos al exito o incluso estaban creando su propia tumba.

Elizabeth era el caso más especial que había visto en toda mi vida.

Ella estaba dominada por varios sentimientos que la hacían llegar a la perdición.

Uno de ellos era la envidia, a lo largo de todo el tiempo que la conozco me di cuenta que no soporta ver a otra chica con algo que la hace feliz porque cree que ella merece tenerlo también, por lo tanto desea algo que no le pertenece.

El segundo que había notado en nuestro encuentro por las escaleras fue el interés, más que ame como ella dice amar a Christopher, es simplemente el dinero que genera lo que la hace no rendirse.

El tercero lo acababa de encontrar en este momento, el odio, yo creí en el fondo de mi ser que realmente ella ya me había olvidado, pero regresó por venganza, no le agrado que la haya corrido de casa, simplemente alimente su odio hacia mí y mis bebés.

Se rompió mi fuente fue lo que grite, al estar desesperada por la vida de mis bebés no supe lo que había dicho, lo que con tanta desesperación grite.

Tenía prácticamente una mancha grande en mi ropa. Estaba asustada, pero sabía que era una mujer fuerte y esto no me daría por vencida.

Con todas mis fuerzas me levante, me agarre con fuerza de una silla que estaba en la entrada, cuando conseguí estar de pie sentí uno de los peores dolores en mi vida. Lo que llaman contracción.

Mi cuerpo completo se torno como piel de gallina, mi espalda se curvo y yo grite.

- Ahh - era desconocido lo que estaba sintiendo.

Con lágrimas en los ojos grite desesperada a la puerta, esta vez no a Elizabeth, gritaba a los de seguridad, a alguien que trabajará en esta casa.

- ¡Ayuda! - Grite, necesitaba ir al hospital, un parto en casa no era la idea que tenía planeada.

La puerta se abrió, levante la cabeza esperando que fuera el chófer, alguna señora de limpieza, el jardinero o algo por el estilo. Todo mi mundo caía pieza por pieza, Elizabeth sin piedad vacía una cubeta de agua en mi.

Ahora todo se complicaba.

- Ahhh- llegó otra contracción.

No tenía otra opción que salir de casa camino al hospital, esperaba que alguien me ayudara en el camino.

Con toda las fuerzas del mundo, fui directo al portón que daba directo a la calle, lo abrí con rapidez y camino unos pocos metros cuando escuché pasos a mi espalda.

-¡Elena! - me grito la nana quien estaba de regreso con bolsas del mercado.

Según lo que recordaba saldría por otras razones.

- ¡Nana! - Ella se aproximó conmigo.

Al ver mi condición su rostro cambió totalmente a uno de preocupación y pánico.

ROMANCE DE OFICINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora