Capítulo 51

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Séptimo mes
Narra Elena Weber

La sangre me bajó a los pies cuando escuché la puerta cerrarse, alguien había entrado en nuestra casa con tal confianza que me asustaba la lista de personas que podían hacerlo.

Sinceramente había pensado que el estar en mi casa podía hacer lo que yo quisiera. Quedarme todo el día en pijama, mirar todos el día la televisión, tener sexo en la sala de estar, tirarme un pedo, lo que fuera.

Ahora sabía que no.

Rapidamente, saque el miembro erecto de Black y me senté nuevamente sobre él. Pará despistar un poco tome el regalo más grande y lo puse en mis rodillas.

La verdad aparentabamos otra cosa, una dulce pareja abriendo regalos de sus futuros hijos.

Ya que el miembro de Black solo salía por el cierre no dejaba ver nada más, y la camisa que yo tenía de él tapaba hasta mis rodilla, no dejaba ver mi ropa interior.

Todo eso ocurrió en cuestión de segundos, para llegar a la sala de estar tenías que dar con el  pasillo y girar a la izquierda.

Apenas nos dio los 20 segundos suficientes para estar decentes.

Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, por el sonido que emitía aseguraba que eran tacones.

La nana no usaba tacones, ella decía que era muy grande para usar tales cosas, mi única opción era que Cruella estuviera rondando por casa.

Conforme se acercaba esa persona más nervios sentía, esa mujer era capaz de ver a través de los seres humanos.

Una pierna se miró en el marco de la puerta, seguido de un paso la otra pierna y el resto del cuerpo se hicieron presentes.

- ¡¿Tu?! - exclame confundida.

- Hola querida - Dijo la mujer frente a mi con el ego más elevado del mundo.

- ¡¿Qué haces aquí?! - ahora mi reacción fue la de una mujer molesta.

- Quería saber si los rumores eran ciertos - Elizabeth pasó las manos por los regalos despreciando cada uno.

- ¡¿Qué rumores?! - Dije confusa.

Cabe aclarar que el nivel de furia que estaba sintiendo no se podía disminuir con nada. Ya mi pecho estaba agitado por la mitad del acto sexual que fue interrumpido, pero el ver a la zorra de Elizabeth hacia que mis latidos se acelerará el doble.

Solo pensaba en devolver todo lo que me hizo, casi me mata, debería de estar en la cárcel esa maldita zorra.

- Tu sabes, que estas esperando dos bastados - dijo con una sonrisa falsa.

Había escuchado bien, esa zorra había insultado a mis bebés. No se lo iba a permitir, esas criaturas no tenían la culpa de nada, ni siquiera de una zorra mal parida como lo era Elizabeth.

- No te permito que insultes a mis hijos - Dije como una fiera.

- ¿O qué? - se cruzó de brazos - Sabes que olvidalo, vengo en paz, no quiero molestar, de hecho vengo a felicitarte por tu embarazo.

ROMANCE DE OFICINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora