Capitulo 10

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Lando me había estado presionando para vernos pero mis padres y los suyos creían que no sería buena idea salir por ahí hasta tarde. Pero es que ni si quiera seria hasta tarde, a las 6 ya estaría nuevamente en su casa. Pero los "no" de los padres eran sagrados.

La verdad a mí no me gustaba la idea de salir en estos momentos, afuera de la fortaleza de mi casa era un mundo gris desde que vinieron los militares. Por eso no le hable más del tema a mamá luego de haberle preguntado 2 veces durante la cena.

Me sorprendió que papá estuviera de acuerdo con ella, él siempre había sido más liberal pero al parecer también consideraba que las calles eran un sitio peligroso a cualquier hora del día.

No obstante el viernes Charlotte nos invitó a Basile y a mí a su casa para realizar las tareas del colegio, aunque solo era una excusa que uso para pedir nuestra presencia fuera del ámbito escolar porque se sentía sola. Su padre ahora pasaba más tiempo afuera y con sus hermanos lejos, por primera vez en mucho tiempo, sentía su casa fría y desolada.

La verdad que yo no quiera salir de casa ese día pero llego a los oídos de Landó que nos juntaríamos y él decidió autoinvitarse a la tarde de tareas, aunque él estuviera año más adelantado que nosotros y no compartiéramos materias, todo para verme.

Charlotte convenció a mi madre para dejarme ir con ella cuando la intercepto a la salida de colegio cuando fue a buscarme. Casi lloró enfrente de ella pero logró su cometido. A la tarde estábamos todos reunidos en su comedor con los cuadernos dispersos por toda la meza de madera.

Basile no fue, pero en su lugar fue un amigo de Landó que no recordaba el nombre pero era divertido, creo que a Charlotte le gustaba, se sonrojaba de vez en cuando y parpadeaba más de lo normal. Y aunque estuve toda la tarde deseando no ir me divertí más que nunca. Avanzamos lento con la tarea por tanta risas e historias que se producía en el ambiente, tanto así que la tarde se pasó volando y decidimos de improvisto quedarnos a comer allí, por suerte me atendió papá cuando llamé a pedir permiso si me podía quedar a comer poniendo como suplica que el padre de Char me llevaría a casa en la patrulla luego.

Aceptó pero le tuve que rogar un poco.

-No sé porque nos siguen dando tareas-se queja el amigo pelirrojo de Lando- Deberían cerrar la escuela.

-No hay que permitir que nos quiten el derecho de vivir una vida- Habló ganando de atención de todos. No había estado muy participativa en la última hora. Pasa que ellos no hacían más que divertirse cocinando y no prestaban atención a la tarea, yo si había toma la "tarde de tareas" como tarde de tareas.

Ahora estábamos todos sentados comiendo.

-¿Qué? -pregunte ante la mirada de todos- no vamos a tirarnos a llorar en la cama, tenemos que seguir la vida.

-Yo estoy de acuerdo contigo cariño -me abraza Lando -no somos los más afectados, así que debemos agradecer por eso.

-Lando tienes a un nazi viviendo en tu casa y dice que estamos bien -le dice a su amigo.

¿Qué? ¿Lando tenía un oficial en su casa?

-¿Vives con un oficial?-le preguntó frunciendo el ceño -¿porque no me lo dijiste?

Él hace una mueca y toma un poco de agua. Sentí como mató a su amigo con la mirada.

-No es nada linda -Me sonrió. ¿Qué se creía? ¿Qué me podía sonreír para fingir que no pasaba nada? Idiota.

-Pero deberías habérmelo dicho- suelto enojada.

-Alissa no es nada-suelta irritado- solo
Duerme en casa, casi ni lo veo, se la pasa más afuera que adentro. No hay peligro.

-Pero...

-Si lo sé-me interrumpe -debería habértelo dicho pero no quiera preocuparte -toma mi mano y la besa- Tú vives con uno y cada vez que lo pienso quiero sacarte de allí por tu seguridad.

-Él no es malo -dije - creo es gentil.

Y lindo.

-Claro que es gentil. Hitler te sonríe y luego te dispara -bromea el pelirrojo -Me alegra no tener una buena casa por primera vez, así no tengo que soportar una lacra paseando por mi sala.

-Brindo por eso -ríe Charlotte compañandolo -Lando, de todas formas te ganaste el premio grande ¿qué se siente vivir con el coronel?

-¿Cómo lo sabes?.

-Leo los expedientes de mi padre cuando me aburro.

-¿Tu lo sabias? -le pregunte a Charlotte. ¿Todos sabia  que mi...amigo, tenia un alemán viviendo con él menos yo?.

-Pensé que te lo conto -se encoje de hombros.

-Pues está bien creo-Lando contesta mirando a Charlotte - solo le mira el trasero a las empleadas pero aparte de eso no se relaciona mucho con nosotros.

-El mío no sé qué rango es -digo pensativa.

-Seguro es sargento- me dice Char- solo los oficiales de mayor cargo les accionaron casas, los demás duermen en la estación de policías en el piso.

-¿En serio? -pregunta el pelirrojo.

-Si, por eso papá esta tan estresado, su estación está repleta de nazis -dice desanimada  - Y lo peor es que ahora ellos tomaron el control de todo.

-Escuche que si quieren pueden echarte de tu casa.

-Si -asiente Lando.

-Hijos de puta-suelta el chico y mira divertida a Lando- Prestale la revista de chicas desnudas que tienes debajo de tu cama así te quiere.

-¿Qué? No le hagas caso-me dice nervioso Lando -cuando era chico su tía lo amamanto y no su madre.

Charlotte y yo reímos

-¡Oyes! No es mi culpa que mi madre no tenga leche y mi tía Clotilde sí.

Más risas.

Eran las 10 de la noche cuando tome mis cosas de golpe, no me había dado de la hora si no fuera por el reloj "cucú" que tenía Charlotte colgado por la pared. El padre de ella aun no venía y por lo visto no iba a venir en un largo rato pero yo ya me tenía que ir, era peor andar sola por la calle que escuchar a mi madre en medio de sus rabietas. Aunque todos me pedían que espere al padre de Charlotte para que me lleve me negué, iba 2 horas tarde. Antes que pise el césped Lando llego a mi lado y me acompaño hasta casa.

Íbamos caminando tranquilos tirándonos cumplidos uno al otro y tomados de la mano, estábamos aprovechando nuestro momento a solas al límite. Tomamos un atajo para no pasar por las tiendas de los militares.

Cuando nos detenemos frente a casa mi cara no daba más de que sonrisa que tenía en mi cara, seguro tenía una cara de enamorada que se notaba a kilómetros. Antes de entrar me beso.

Había extrañado sus besos.

Creo que tardamos más en despedirnos que en llegar a casa. Me subí al pórtico de mi casa y justo cuando estaba por tocar el picaporte brinque del susto.

-Tu madre te estaba buscando.

Sebastian se encontraba sentado en la amacha blanca colgado a un lado. Fumando y a oscuras. Apenas se le veía pero aun así veía su imponente cuerpo.

-Lo siento-se disculpó por haberme asustado -Estaba como loca, quiera ir a la estación de policías para comenzar una búsqueda por tu desaparición. Una mujer con agallas, me gusta -ríe de lado y da una aspiración al cilindro- No quiera que se meta en problemas así que le dije que tú ya habías llegado hace mucho y estabas en tu cuarto -apaga el cigarrillo y camina hasta mí. Iba vestido con su uniforme regular pero este iba desacomodado y arrugado.

-Gra...gracias-articule. ¿Porque me estaba ayudando? Y justo cuando me parecía que tenía un gesto tierno conmigo vi sus ojos celestes volviéndose fríos. Encendió otro cigarrillo y se alejó dejándome sola no sin antes pronunciar un despreocupado y sin importancia.

-Mmm.

Buenas Noches SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora